Mi multimillonario 503

Mi multimillonario 503

Capítulo 503 

+25 BONO 

Alejandro se fue a recoger el sancocho y otros platillos calientes que le gustaban a Luciana. Varias veces los meseros se ofrecieron a ayudarle, pero él se negó

-Señor Guzmán, déjenos… 

-No, gracias. Mi esposa me lo pidió a respondió, sin admitir la asistencia de nadie

Regresó a la mesa con un pequeño calentador en el que puso el caldo, y pronto empezó a burbujear. Tomó también verduras y carnes, exactamente como sabía que a Luciana le gustaban

Luciana miraba la olla con la boca hecha agua. En cuanto la carne estuvo lista, Alejandro la sacó y se la sirvió en su plato, acompañándola con la salsa tal como a ella le gustaba

-Listo. Puedes comerla ahora —le dijo con suavidad

Luciana no respondió, sino que se concentró en masticar, llenándose las mejillas de comida hasta casi cerrarle los ojos de gusto

-¿Está bueno

-Sí —asintió ella con entusiasmo, señalando de nuevo la olla-. Quiero más

-De acuerdo

—Y también esas bolitas de res

-Lo que quieras

A ojos de los compañeros, era evidente que Alejandro trataba a Luciana con toda la ternura del mundo; nada que ver con el tono duro que había usado con Rosa instantes antes

No todo podía ser perfecto, sin embargo. Mientras seguía comiendo, Luciana se puso de pie de repente, tambaleándose un poco

-¿Qué pasa? ¿Quieres algo? -Alejandro la sostuvo al instante

-Necesito ir al baño -respondió ella, con una risita entre confiada y traviesa, intentando zafarse de su brazo

Ni pensarlo. Con lo inestable que estaba, Alejandro no iba a permitir que fuera sola. Se levantó también, manteniéndola sujeta de la cintura

-Te acompaño

-Señor Guzmán-Rosa se acercó con un tono de respeto

Capítulo 503 

-¿Sí? -Alejandro la miró de reojo

-Será mejor que vaya con Luciana. Dentro del baño usted no podrá entrar

Aquello tenía todo el sentido del mundo, así que él dio su aprobación

-De acuerdo

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Así pues, Rosa caminó detrás de ellos. Observó cómo Alejandro rodeaba con cuidado la cintura de Luciana, apartándole el cabello del rostro y hablándole en voz baja para que no tropezara. Rosa desvió la mirada con un leve rubor: el señor Guzmán era realmente considerado.

Al llegar a la puerta del baño, Alejandro soltó a Luciana con cautela y la puso bajo el cuidado de Rosa

-Tengan cuidado

-Claro, señor Guzmán. -Luego se dirigió a Luciana-. Despacio, no te apresures. 

Dentro, Rosa guio a Luciana hasta un cubículo, quedándose afuera para esperarla. Desde su posición, tenía a la vista el área de lavamanos, que compartían hombres y mujeres. Ahí, dos jóvenes enfermeras practicantes del departamento se arreglaban mientras conversaban

-El señor Guzmán es muy atento con Luciana, ¿verdad

-Sí, juraba que hombres así solo existían en la tele o en novelas románticas

-Lástima que tenga ese enredo con Mónica, todo 

muy turbio

-Pues … 

-Pero, aun con eso, vale la pena. Todos los hombres son así, ¿no? ¿Dónde hay un gato que no cace ratones? Y en este caso, es el mismísimo señor Guzmán

-Tal cual. Al fin y al cabo, Luciana es la esposa reconocida. Si a me tocara, ¡encantada

-Igual yojajaja

El lugar estaba frente a la entrada, así que Alejandro, que esperaba junto a la puerta, escuchó cada palabra con claridad. A él poco le preocupaba que fantasearan con él, pero no quería que Luciana llegara a oírlo, pues esas habladurías podrían lastimarla más.

Decidido a poner orden, Alejandro dio un paso hacia adentro. Sin embargo, antes de que abriera la boca, Rosa salió de improviso con el rostro encendido de furia:

—¡¿De qué están hablando?! -exclamó, indignada-. Vaya, se la pasan fingiendo que son amigas de Luciana y por detrás le dan con todo. ¿Y encima sueñan con su esposo? ¿No se han preguntado si siquiera están a la altura

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Capitulo 503 

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Las dos enfermeras se sobresaltaron, sintiéndose expuestas

-Rosa, solo lo decíamos por decir. ¿Te molesta

-¡Exacto! ¿Quién te crees que eres para sermonearnos? A saber si en tu cabeza no tienes también algún pensamiento sucio… 

-¿Creen que soy como ustedes? -contraatacó Rosa, cerrando los puños de la indignación

-¿Y qué tienen de especial tus intenciones? Pasas el día siguiendo a Luciana como perrito faldero; ¿quién sabe en qué estás pensando, eh? 15

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