Capitulo 504
Capítulo 504
-No me rebajaré a discutir con ustedes -El enojo de Rosa le impedía responder con calma, y su rostro se tensó–. Pero será mejor que cuiden su lengua. Si Luciana se entera, o peor aún, si se lo cuento al señor Guzman… ¿no han visto lo mucho que él la protege? Díganme, ¿creen que se los perdonaría?
Al oír eso, las dos jóvenes palidecieron. Ya había rumores sobre cómo Leticia fue “destruida” por meterse con Luciana, así que no dudaron en creerlo.
-Nosotras no volveremos a hacerlo, ¡por favor, no se lo diga al señor Guzmán!
-Sí, en serio. Fue un momento de tontería.
—¡Uf! —Rosa las miró con desprecio-. ¿Y qué siguen haciendo aquí? ¡Lárguense!
-Sí, sí, nos vamos.
-¡Vámonos!
Las muchachas se dieron la vuelta… y se toparon de frente con Alejandro.
-Se–señor Guzmán… -balbucearon, tragando saliva.
El rostro de Alejandro lucía sombrío.
-Escuché perfectamente lo que decían. Si vuelven a hacerlo, acabarán peor que Leticia.
—¡…!
Asustadas, no necesitaban más explicaciones: Leticia había caído en desgracia por enfrentarse a Luciana, al parecer.
Lo sentimos… -repitieron con voz temblorosa, al borde del llanto. 2
-¡Fuera de aquí! -exclamó él, sin contemplaciones.
—
Sí, sí… —Y ambas salieron corriendo.
Rosa, aun un poco nerviosa, dio un paso al frente.
-Señor Guzmán, le ofrezco disculpas. Es que… como Luciana está ahí adentro, no quería que la escuchara. Así que las asusté un poco usando su nombre, sin avisarle.
-Hiciste lo correcto -aseguró Alejandro-. Al contrario, soy yo quien debe darte las gracias.
Más allá de eso, añadió:
-Sé
que tú y Luciana son compañeras de estudios y pasan mucho tiempo en el hospital. Yo no
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siempre puedo estar pendiente de ella. Te agradecería que, si vuelves a ver algo como cuides un poco. Te lo encargo, por favor.
esto, la
-No se preocupe -respondió Rosa, halagada y sorprendida-. Luciana es mi colega y mi amiga. Es natural que nos apoyemos. Créame, sabré qué hacer.
-Bien–asintió Alejandro-. Te lo agradezco. Si en algún momento necesitas algo, puedes decirme.
-No hace falta… -empezó a negar Rosa. Pero Alejandro la interrumpió con un gesto firme.
-No te apresures a rechazarlo. Si ahora no tienes nada en mente, quizás más adelante. Cumpliré lo que digo.
-Está… está bien. Gracias, señor Guzmán.
Sin responderle directamente, Alejandro consultó la hora en su reloj y frunció el ceño.
—Luciana lleva un buen rato ahí. ¿Por qué no sale?
-Voy a ver se ofreció Rosa de inmediato-. Espéreme un momento, por favor.
-Te lo encargo.
-Con permiso.
Dicho esto, Rosa entró con premura al baño, con el corazón latiéndole a mil por hora.
Había conocido a Alejandro hacía un tiempo, pero jamás se habían detenido a conversar tanto como hoy. Tampoco era habitual que él la mirara así, con esa atención serena y caballerosa. Luciana sí que tenía suerte… pensó para sus adentros.
Dentro del baño, Luciana salió del cubículo.
-Luciana -exclamó Rosa, acercándose para sostenerla-, ¿estás bien? ¿Te sientes mal?
—Mmm… —Luciana dejó escapar un pequeño hipo y después rió—. Estoy bien. Me siento satisfecha -bromeó con una sonrisa algo mareada.
Al llegar a la puerta del baño, Alejandro ya la esperaba con la vista clavada en ella. De inmediato la rodeó con un brazo.
-Vaya, sí que te tomaste tu tiempo -soltó en tono de broma-. El sancocho ya casi se
evapora.
-No quiero más -refunfuñó Luciana, llevándose una mano a la sien-. Me duele la cabeza y me tiemblan las piernas.
Él notó
que ella no se sostenía bien y prácticamente se apoyaba en su cuerpo. Aunque le
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encantaba sentirla tan cerca, estaba inquieto por su estado.
-Si te sientes así, mejor vámonos a casa -resolvió. Se volvió hacia Rosa-. ¿Podrías avisarle al subdirector Delio? Luciana no se encuentra bien, así que me la llevaré. Diles a todos que sigan disfrutando. El gerente del lugar tiene instrucciones de cargar todos los gastos a mi
cuenta.
-Sí, señor Guzmán… -Rosa apenas alcanzó a responder cuando él alzó a Luciana en brazos y se dirigió raudo hacia el estacionamiento.
Rosa observó esa escena, sintiendo un leve nudo en la garganta y un calorcito en las mejillas…
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