Capítulo 507
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-¿Qué? -Clara se quedó pasmada unos instantes, procesando sus palabras. De pronto, explotó como un cohete-. ¿Te escuchas a ti mismo? ¿De verdad dices que “qué valor tengo“? ¡ Ricardo, somos pareja desde hace años! ¡El dinero de esta casa es de los dos!
-¿“De los dos“? -Ricardo soltó un bufido sarcástico-. No lo olvides: cuando te casaste conmigo, no traías nada. Entraste a esta casa con las manos vacías. ¡Ni un centavo de dote!
-¡…! -Clara se quedó helada al principio, pero su furia se hizo aún mayor-. ¿Así que te atreves a soltar semejante bajeza, después de tantos años? ¿Acaso no fue a mí a quien di a luz a Mónica?
—Sí —afirmó Ricardo, con una frialdad cortante-. Si no fuera por Mónica, ¿crees que me habría casado contigo?
-¡Ah! -Clara sentía que se volvía loca. Empezó a forcejear con Ricardo-. ¡Así que nunca me has valorado! ¿Es eso?
Ricardo, fastidiado, se zafó de sus manos:
-No quiero discutir estas tonterías contigo. ¿De qué sirve remover el pasado?
Intentó irse, pero Clara se aferró a su brazo.
-¡No te vas hasta aclararme algo! ¿Le diste todo el dinero y esa casa a Luciana, verdad? ¡ Contéstame!
-¿“Darle❞ en secreto? -repitió Ricardo, frunciendo el ceño con descontento. Luciana es mi hija, y Pedro también. Si quiero darles algo, ¿por qué habría de esconderlo?
-¡Ah…! -Clara sintió que perdía la cordura.
Recordó las advertencias de Mónica acerca de vigilar el patrimonio, y ahora todo encajaba.
-¡Te atreviste a entregárselos a ellos! ¡¿Con qué derecho?! ¡Esa plata es mía y de Mónica!
Actuando como si Ricardo fuera su sirviente, le espetó:
-¡Ve ahora mismo y recupéralo! ¡Quiero el dinero y esa casa de vuelta! ¡Nos pertenecen a Mónica y a mí!
-¿Estás loca? -masculló Ricardo, fulminándola con la mirada, sin dar su brazo a torcer.
Con un movimiento brusco, se soltó de sus manos.
-Ya se los di. No pienso quitarles nada.
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Capítulo 507
Clara, desequilibrada por el forcejeo, retrocedió varios pasos. Escuchar esas palabras la colmó de rabia.
—¿No vas a hacerlo? ¡Perfecto! Entonces voy yo misma.
Dicho eso, corrió fuera de la casa.
-¡Clara! —gritó Ricardo, sorprendido. ¿A dónde vas? ¿Qué pretendes?
Se apresuró tras ella. En el patio, Clara ya había subido al auto.
Maldición… Enseguida comprendió que pretendía buscar a Luciana para armar un escándalo.
Ricardo se apresuró a golpear la ventanilla:
-¡Baja de ahí! ¡No seas imprudente! ¿Me oíste?
—¡Ja! ¡Olvídalo! —soltó ella con frialdad―. Esa mocosa no tiene ningún derecho a mi dinero. Voy a recuperarlo sí o sí.
Pisó el acelerador y salió a toda velocidad por la puerta de la residencia.
-¡Clara Soler! -Ricardo dio un traspié, casi se va de bruces. Logró recobrar el equilibrio por
росо.
Sin pensarlo dos veces, salió corriendo de la urbanización y detuvo un taxi en la calle.
-Por favor, lléveme al Hospital UCM.
-De acuerdo.
***
En el hospital, justo en la entrada de la torre de cirugía, Alejandro se despidió de Luciana tras bajarse del auto. La tomó de la mano:
-Te acompaño hasta arriba.
¿De verdad hacía falta? Luciana no lo entendía, pero no protestó. Sabía que, al fin y al cabo, Alejandro haría lo que quisiera.
Ambos lucían relojes a juego, sujetados en manos entrelazadas, dando la impresión de una pareja muy sincronizada.
Cuando entraron al departamento, se cruzaron con algunos colegas que habían llegado temprano.
Buen día, Luciana… Señor Guzmán. ¿La está dejando en el trabajo?
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Capítulo 507
-Así es, buen día -respondió Alejandro.
Los compañeros continuaron su camino con una sonrisa cómplice:
Míralos. Se nota que se llevan súper bien.
—Sí, Luciana es muy afortunada…
Luciana no pudo evitar oírlo todo. Sabía que Alejandro estaba creando esta apariencia de ” pareja enamorada.” Para ella, sólo era una gran ironía.
-¿En qué piensas? -preguntó él, apretando con suavidad su mano.
-Nada.
-Entonces me voy. -Alejandro liberó su mano, mirándola con un dejo de nostalgia.
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