Capítulo 513
-¿De qué se trata? -preguntó él, con el corazón encogido por la tensión, sintiendo un nudo en el estómago.
Mónica lanzó un suspiro tembloroso, como si revelara un secreto largamente guardado:
-Alex, Luciana… en realidad no te ama.
—¿Qué? —La expresión de Alejandro se endureció de inmediato; sus ojos se abrieron desmesuradamente.
—¿Por qué dices eso? -inquirió, intentando no sonar desesperado, aunque el tono de su voz lo traicionaba.
Mónica pudo ver con claridad lo mucho que lo afectaba aquella frase… Él estaba herido.
-Alex… -musitó ella, con un dejo de frustración en su voz-. ¿De verdad te enamoraste de Luciana?
Él no respondió, limitándose a recordar:
-No contestaste lo que te pregunté hace un momento.
Esa evasiva apretó el corazón de Mónica. Si las cosas estaban así, tendría que soltar la verdad completa, por más dolorosa que fuera.
—Está bien, te lo explicaré. Luciana me odia a mí y a mis padres. Desde el principio sabía que tú y yo… éramos pareja, y decidió estar contigo para vengarse de mí.
-¿Cómo? -El corazón de Alejandro dio un vuelco, como si recibiera un golpe brutal en el pecho.
Mónica continuó, mirando al vacío:
-No es una idea mía; ella misma lo admitió. Le pregunté por qué, sabiendo lo nuestro, quiso casarse contigo. Y ¿sabes qué me respondió? Dijo que no le importaba a quién quisieras, con quién anduvieras, o a quién amaras. ¡Mientras yo sufriera, le bastaba!
–¡Alex…! –La voz de Mónica se quebró y rompió en llanto-. ¡Perdóname! He querido contártelo desde hace mucho, pero no sabía cómo. Lo siento… es culpa mía que te hayas visto involucrado en todo esto.
Cada palabra que ella pronunciaba se clavaba como una espina en el corazón de Alejandro. No corría sangre, pero dolía como si estuviera herido de verdad. Además, sentía un amargor terrible en la boca y en el pecho, y le costaba trabajo responder.
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-Ya… lo entiendo -dijo al fin, con un aire sereno que contrastaba con el torbellino por dentro.
que sentía
-Alex… ¿qué vas a hacer? -preguntó Mónica, mirándolo con la esperanza de obtener algún alivio.
Él, sin embargo, desvió la mirada:
-Tu cuerpo no está resistiendo bien, y ya es hora de tu tratamiento. Primero te llevaré de vuelta a tu habitación.
-Alex…
-Hazme caso. No podemos retrasar tus cuidados.
Con firmeza y ternura, Alejandro la ayudó a incorporarse para guiarla de nuevo al cuarto. Ella quiso decir algo más, pero también sabía que era inútil presionarlo justo en ese instante.
-Está bien, haré lo que digas -aceptó Mónica, dócil, permitiendo que la acompañara hasta la cama del hospital.
-Hemos perdido bastante tiempo -murmuró él, acomodándola con cuidado-. Lamento no poder quedarme para vigilar tu tratamiento.
-Lo entiendo. No te preocupes, ve tranquilo.
-Bien. Me retiro entonces.
Alejandro se levantó para marcharse. Mónica lo observó irse, sintiendo un cúmulo de sensaciones enfrentadas. De su reacción, quedaba claro que la supuesta falta de amor de Luciana era como una espina clavada en lo más hondo de su ser. Y, ¿qué hombre podría tolerar la idea de que su esposa no lo amara? (2)
Por un lado, eso la alegraba: al fin había sembrado la duda y la desconfianza en Alejandro. Pero, por otro lado, le enfurecía pensar que, a pesar de todo, Luciana tenía un poder cada vez mayor sobre él. 1
En cuanto se quedó sola, Mónica tomó su teléfono y marcó el número de Clara.
-Mamá, soy yo. Necesito que me compres unas flores.
-¿Flores? -preguntó Clara, desconcertada-. ¿De dónde salió ese antojo? ¿Qué tipo de flores?
-Mamá, no flores cortadas, sino en maceta. Quiero orquídeas mariposa -pronunció cada palabra con cuidado, temiendo que su madre no la entendiera.
-¿Orquídeas mariposa?
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-Sí. Cómprame un par de macetas, elige las mejores. Yo misma las voy a cultivar.
*** 3
Tal como Mónica había previsto, Alejandro se sentía hecho un caos.
Luciana le había contado que nunca tuvo una vida fácil: perdió a sus padres cuando era muy joven y creció al lado de su hermano menor, luchando juntos para sobrevivir. Desde la adolescencia trabajó para cubrir sus gastos escolares y apenas podía mantener sus necesidades básicas. (5
Las palabras de Luciana resonaban en su mente como un eco incesante: (1)
“¡Bastante difícil es solo estar viva!” 1
Fue en parte por esa situación que acabó laborando en un lugar como Serenity Haven, donde sufrió múltiples abusos y terminó embarazada antes de casarse…
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