Capítulo 515
Delio la invitó a acercarse con un ademán.
-Luciana, te presento a Mario Rivera. Fue estudiante mío hace algún tiempo. Y, Mario, ella es Luciana Herrera, también mi alumna.
-Mucho gusto, Luciana -dijo Mario, sonriendo de nuevo con una calidez que llamó de inmediato la atención de Luciana.
-¡Mucho gusto, Mario! -respondió ella, sin poder disimular su emoción. Sus ojos brillaban con entusiasmo.
Había escuchado varias historias sobre Mario Rivera: un verdadero genio de la medicina y el discípulo predilecto de Delio. Corría el rumor de que incluso desde su etapa de licenciatura había logrado participar como cirujano principal en una operación de corazón. No solo había hecho historia en la UCM, sino que su nombre ya resonaba en diversos círculos médicos.
Luciana había oído de él desde antes de entrar a practicar en el hospital, pero en aquel entonces Mario se encontraba en el extranjero. Había pasado un año y, al fin, estaba de regreso. Ahora, por fin, podía conocer a la leyenda en persona.
-¿Luciana? ¿Te pasa algo? —rio Mario, al ver que lo miraba con mucha atención-. ¿Tengo algo en la cara?
-¡Ah! No, disculpa… —contestó Luciana, apenada-. Es que… me emociona mucho conocerte. ¡He oído que eres increíble!
-¿De verdad? -Mario alzó una ceja y sonrió—. Tú también eres muy buena. Delio me habló de tus logros: entre todos los practicantes de este año, solo tú te has hecho cargo de consultas y emergencias por tu cuenta.
-Bueno… la verdad, estoy muy lejos de ser tan brillante como tú…
-¡Basta ya, ustedes dos! -interrumpió Delio, con una sonrisa divertida-. Son mis dos grandes alumnos, no se echen flores mutuamente.
Los dos se miraron y rieron al mismo tiempo.
—Sí, -dijeron al unísono.
-En adelante, quiero que trabajen codo a codo. Mario, tú eres mayor que Luciana y tienes más experiencia, así que ayúdala en lo que necesite. Luciana, aprovecha para aprender de Mario todo lo que puedas.
-Claro que sí, profe–repitieron los dos, otra vez al unísono.
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Capítulo 515
-Bueno, vámonos dijo Delio luego de consultar la hora en su reloj, mientras tomaba su saco –. Mario hizo reservación en un restaurante cercano. Luciana, vienes con nosotros.
-¡Por supuesto! -respondió ella con una sonrisa ancha.
Emocionada por haber conocido a aquel compañero tan reconocido y, de paso, invitarse a una buena comida, Luciana no pudo evitar llamar a su amiga Martina en cuanto tuvo un momento libre para contarle todo sobre el encuentro.
-¡Ay, ay! -chasqueó la lengua Martina al otro lado de la línea. Eso no es todo. Escuché que Mario viene de una familia bastante especial.
-¿Ah, sí? —Luciana frunció el ceño, intrigada-. ¿En qué sentido? ¿Es de esas familias millonarias?
-No exactamente; no es como la familia de Alejandro. Mario proviene de una dinastía de médicos. Según dicen, sus antepasados fueron doctores de la realeza. Se rumora que el anterior director del hospital UCM también era de la familia Rivera, y ahora ocupa un cargo aún más
alto.
-¡Vaya! ¿Tanto así?
-Pues claro. Piénsalo… aunque Mario tenga gran talento, ¿quién se atrevería a dejarlo operar por su cuenta si fuera un novato sin respaldo?
Luciana reflexionó unos instantes. Era lógico. Por mucho que ella misma se considerara capaz, no se arriesgaría a tomar el bisturí en una cirugía mayor sin la debida experiencia.
-Así que quizá Mario viene dispuesto a llegar hasta la dirección del hospital, ¿no?
-Podría ser. De cualquier forma, no podemos negar que se lo ha ganado con su propio mérito.
-Eso sí.
Después de intercambiar algunas impresiones más sobre Mario, Martina y Luciana terminaron
la llamada.
Al caer la tarde, Luciana estuvo de guardia en el consultorio externo y se la pasó atendiendo pacientes sin parar. Cuando finalizó, ya eran casi las seis y media. Mientras se cambiaba de ropa, se tomó su tiempo, recordando que Alejandro había mencionado en la mañana que vendría a recogerla. ¿Estaría ya esperándola?
Al salir al fin del edificio de consultorios, se llevó la sorpresa de no ver a Alejandro, sino a Simón.
-Luciana -la llamó él-. Alejandro tuvo un compromiso esta noche y no pudo zafarse. Me pidió que viniera a buscarte y te llevara a casa.
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Capitol 515
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-Ah, de acuerdo, Gracias.
Para su sorpresa, Luciana sintió un profundo alivio. No estaba molesta, sino más bien… desahogada. Después de lo ocurrido durante el día, Alejandro ya sabía la verdad sobre la relación entre ella y Mónica: ambas estaban ligadas a él de un modo complicado. Luciana, ahora más que nunca, prefería evitar enfrentarlo.
A las diez de la noche, Alejandro seguía sin llegar a casa. Luciana, exhausta, se fue a dormir sin esperarlo. No supo cuánto tiempo pasó cuando se despertó de pronto con ganas de ir al baño.
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