Capítulo 516
Ya en la mitad del embarazo, su vientre empezaba a presionar la vejiga, y necesitaba levantarse un par de veces por noche. Cuando regresó, notó que el lado de la cama de Alejandro seguía vacío. Miró la hora: la una de la madrugada.
Frunció el ceño. Si bien Alejandro tenía muchas reuniones sociales, desde que se casaron casi nunca se quedaba fuera hasta tan tarde. Se preguntó si debía llamarlo, y alcanzó a tomar su teléfono, pero terminó dejándolo a un lado.
Se levantó y se dirigió al estudio. La puerta no estaba cerrada con llave y se veía una franja de luz que salía por la rendija. Salvo para la limpieza, nadie solía entrar allí sin permiso, así que era evidente que Alejandro estaba adentro.
«¿Qué hace todavía despierto a esta hora?», pensó Luciana, mientras giraba con cuidado la perilla y abría la puerta.
Bajo la luz cálida de la lámpara, Alejandro descansaba en el sofá, aparentemente dormido. Sobre la mesita auxiliar se veían una botella de vino tinto vacía y una copa. Al acercarse, Luciana percibió el fuerte olor a alcohol que emanaba de él.
No tenía ganas de encargarse de un “borrachín” a esas horas, así que dio media vuelta para marcharse. Sin embargo, en ese mismo instante sintió cómo él le sujetaba la mano. (3)
Aterrándose un poco, Luciana volteó.
-Luciana… —murmuró Alejandro, abriendo los ojos. Le dedicó una sonrisa que pretendía ser alegre, pero en el fondo reflejaba un dejo de tristeza—. ¿Viniste a verme porque te preocupaste por mí? ¿Me extrañaste?
Aunque su voz sonaba cariñosa, se le notaba abatido, como si estuviera cargando con un enorme peso en el corazón. 2
-¿Por qué bebiste tanto? -preguntó Luciana, cubriéndose la nariz para escapar un poco del olor-. ¿Es por lo de Mónica? ¿Estás angustiado por ella?
Era lo único que se le ocurría.
Alejandro se quedó callado un par de segundos antes de reír entre dientes.
–Vaya forma de romper el momento -dijo, en un tono un tanto burlón.
Estaban en Rinconada, su hogar matrimonial, y él tenía su mano entre las de ella. Pero, de pronto, Luciana mencionaba a otra persona.
Él no respondió nada más, y Luciana tampoco insistió. Se limitó a decir:
1/3
Capitulo 516
+25 BONO
-En fin, si ya despertaste, date una ducha y vete a la cama. Dormir aquí no es buena idea.
–Mmm… -respondió Alejandro en tono escéptico-. ¿Te preocupas por mi descanso? ¿Me quieres mucho, eh?
«¿Por qué tiene que mencionar el amor justo ahora?», pensó Luciana, frunciendo el ceño. Para ella no era más que una cortesía, un gesto mínimo. Sin embargo, no quería provocarlo.
-¿Vas a levantarte? -le preguntó, cambiando de tema-. Si no quieres, puedes quedarte aquí. Yo me iré a dormir a la habitación.
–Sí, me levantaré–contestó Alejandro, abriendo los brazos-. Dame un abrazo y enseguida
me voy.
Luciana, aguantándose la peste a alcohol, se inclinó y lo rodeó con los brazos, sin apretarlo demasiado.
-¿Ya estuvo bien? -murmuró ella.
-Luciana… -musitó él, rozando su cabeza con la barbilla. Parecía debatirse antes de soltar la pregunta-. ¿Puedo consultarte algo?
-¿Qué cosa? -respondió Luciana, intuyendo de qué se trataba.
Hubo una pausa. Alejandro pareció tragar saliva, como si la pregunta le raspara la garganta.
-¿Podrías decirme, de verdad, por qué te negaste a divorciarte de mí aquella vez?
Tal como ella lo sospechaba. Ahora que Alejandro conocía el lazo entre Luciana y la familia Herrera, era lógico que esa duda lo estuviera carcomiendo.
Luciana lo miró con una mezcla de cautela y determinación. No contestó al instante; en lugar de ello, lanzó otra pregunta.
-¿Tú qué crees? ¿Cuál dirías que es la razón?
La mirada de Alejandro se volvió seria, sin rastro del embriagado tono de antes.
–Luciana, te lo estoy preguntando directamente porque necesito oírlo de tus labios —dijo con voz firme-. Llevo todo el día dándole vueltas a esta pregunta…
Ella vaciló un momento y finalmente, con la voz apenas audible, respondió:
-Si te digo la verdad, ¿le harías daño a Pedro?
Era evidente que temía que Alejandro utilizara a Pedro como medio de presión si la respuesta no le agradaba.
2/3
Capítulo 516
+25 BONO!
Alejandro se tensó, consciente de que lo que Luciana tenía por decir no iba a ser precisamente ” buenas noticias“. Aun así, necesitaba saberlo. Apretando la mandíbula, contestó: -Quiero escuchar la verdad. Te prometo que no lo lastimaré.
3/3