Capítulo 521
El frío del filo cortó su piel, y la sangre empezó a brotar en hilos escarlata. Fernando observó cómo el color rojo se extendía, sintiéndose cada vez más pálido, pero curiosamente aliviado. Tal vez, cuando se desangrara por completo, al fin descansaría de este tormento.
Sin prisa, jaló una silla y se sentó, dejando el brazo colgando sobre el lavabo, como si solo esperara la llegada de ese instante de “liberación“. Para él, la muerte no era más que un sueño eterno que no lo asustaba en lo absoluto.
El frío se fue apoderando de su cuerpo y su mente se llenó de bruma. Entre lo difuso de su conciencia, percibió pasos apresurados y unas voces que resonaban a su alrededor.
-¡Fernando! ¡Fernando! -El grito angustiado de una mujer lo sacudió por un segundo.
Era Victoria, su madre, quien, al ver el charco de sangre en la muñeca de su hijo, quedó petrificada del susto. De inmediato se llenó de lágrimas, que le rodaban sin control por las mejillas. Con las manos temblando, sacó su celular y marcó un número de emergencia.
-¿Es el servicio de emergencias? ¡Por favor, ayuden a mi hijo! Estamos en la villa N.17 de Playa Plateada… ¡Se los suplico, vengan rápido! ¡Se está desangrando!
***
En el hospital…
Diego llegó con el corazón en vilo:
-¿Cómo está Fernando?
-Sigue en quirófano, lo están atendiendo de urgencia -murmuró Victoria con la mirada hinchada de tanto llorar. Se aferró al brazo de su esposo-. ¿Qué vamos a hacer? ¿Cómo pudo llegar a esto?
-Señora, ¿de verdad no lo sabe? –La voz venía de Vicente, un amigo de Fernando que había corrido al hospital tras enterarse de la noticia. Él y Fernando se conocían desde la infancia, y nadie lo entendía mejor.
-¿Vicente? -Diego frunció el ceño. ¿A qué te refieres?
-Tío, no quisiera faltarles al respeto. Pero si Fernando está así, hay cosas que ya no puedo
callarme…
-Habla -susurró Victoria, sintiendo un nudo de angustia en la garganta-. Dinos lo que tengas que decir.
Vicente respiró hondo antes de continuar, consciente de
lo que
que
vendría no sería nada
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Capitulo 521
suave:
-Señora, ¿sabía usted que Fernando sufre depresión severa?
-¿Cómo dices? -Los padres de Fernando se quedaron en silencio, atónitos, sin tener la menor idea de lo que estaba sucediendo.
-Claro que no lo sabían… -respondió Vicente con un matiz de amargura-. Si lo único que les importa es que se case con la chica “adecuada“, la que se ajuste a los estándares de su familia.
Aquello podía considerarse muy insolente, viniendo de un muchacho más joven, pero ni Diego ni Victoria replicaron.
-Fernando lleva mucho tiempo con depresión. Desde aquel año en que ustedes lo obligaron a irse al extranjero, poco después cayó en este trastorno -explicó Vicente, frunciendo el ceño-. Allá no podía ver a Luciana, ni contactarla. Por la depresión, intentó quitarse la vida varias veces… ¿Ustedes lo sabían?
-¿Varias veces? ¿Se cortó las venas? -Victoria sintió que las piernas le flaqueaban; habría caído al piso de no ser porque Diego la sostuvo. Él también estaba paralizado, con el corazón en un puño. (2)
-Fernando nunca nos dijo nada… -balbuceó Diego.
-¿Y para qué lo diría? -espetó Vicente con una risa seca—. ¿Acaso, si él les confesaba todo, ustedes habrían aceptado que estuviera con Luciana?
No, por supuesto que no. De haberlo sabido, tal vez lo habrían tachado de débil, de inútil… Por aferrarse a una mujer a quien consideraban “indigna de él“. Esa certeza llevó a Fernando a hundirse cada vez más en el pantano de la depresión.
Vicente suspiró, lamentando la suerte de su mejor amigo. Se suponía que Fernando debía tener un futuro brillante, lleno de oportunidades y al lado de la mujer que amaba. Pero sus padres le habían destrozado la vida. El muchacho se dio la vuelta, incapaz de sentir empatía hacia ellos.
Victoria se cubrió la boca con la mano, llorando desconsolada.
-¡Fernando, mi niño! -gimió-. Hijo, lo siento tanto… ¡Perdóname!
Pero, ¿de qué servía ya? El tiempo no podía retroceder. Luciana se había casado; la historia había seguido su curso sin posibilidad de volver atrás.
En ese momento, la puerta de la sala de urgencias se abrió y salió el médico.
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