Capítulo 528
Definitivamente se notaba la buena intención… y también lo mucho que había cambiado la actitud de Victoria.
-¿Luciana? ¿Por qué te quedas ahí parada? -le dijo Victoria con una sonrisa, invitándola a sentarse y acercándole un tazón. ¿No tienes hambre? ¡Come, come!
-Señora Domínguez… -respondió Luciana con un matiz de incomodidad-. En realidad, no hacía falta. Yo iba a comer en la cafetería.
-¿La cafetería? -repitió Victoria con sorpresa, como si fuera algo inaceptable-. ¿Cómo se te ocurre? Estás embarazada y necesitas buena nutrición.
No sabía si lo hacía a propósito o no, pero Victoria añadió:
-¿Acaso el señor Guzmán no se encarga de eso?
<<¿Por qué tendría que hacerlo?», pensó Luciana, encogiéndose de hombros. Al final, contestó con sencillez:
-No, nunca ha sido así. (1
-Ah. –Victoria dejó escapar un suspiro-. Bueno, me imagino que estará muy ocupado, quizá no es tan detallista… ocurre.
Luciana no supo qué responder y guardó silencio. En realidad, la comida del hospital no era tan mala. Además, ya no sentía náuseas, así que no se consideraba tan delicada; podía comer prácticamente de todo sin problema.
-No te quedes ida, empieza a comer -la animó Victoria. Luego, la miró con cierta ansiedad-. ¿No te gusta? ¿Está muy condimentado?
-No, no, para nada -aseguró Luciana, agitando las manos-. Todo se ve delicioso. 1
—¡Perfecto! Entonces, come bastante. Ahora comes “por dos“, ¿no crees? -bromeó Victoria, mirando su vientre. Su expresión se entristeció un instante, pues pensó que, de no haberlos separado antes, ese bebé habría sido de la familia Domínguez.
Para evitar la incomodidad, Luciana cambió de tema:
-¿Cómo sigue Fernando?
-Está bien–respondió Victoria-. Sus signos vitales se han mantenido estables, solo sigue dormido.
Por dentro, Victoria se alegró de que Luciana preguntara por
él. Estaba segura
de
que a Luciana
1/2
Capítulo 528
aún le importaba.
+25 BONC
—Ah, Luciana. -Victoria tomó otras bolsas que traía consigo. Luciana notó la marca de ropa de lujo impresa en ellas. Le resultaba muy familiar, pues en la casa de Rinconada tenía el clóset repleto de ese tipo de prendas, cortesía de Alejandro. Nunca imaginó que Victoria vendría cargada con las mismas marcas.
-¿Y esto…?–preguntó Luciana, sorprendida, al ver que Victoria colocaba las bolsas sobre el escritorio.
-Son para ti -dijo Victoria, dándole unas palmaditas a los paquetes.
-¿Cómo dice? -Luciana se quedó atónita-. Señora Domínguez, no puedo aceptarlas…
-¿Por qué no? -replicó Victoria, como si fuera lo más normal del mundo-. Anoche te sacamos de la cama en plena madrugada para que vinieras al hospital, y te has desvivido por Fernando. Esto no es más que un pequeño agradecimiento.
-Señora Domínguez, yo… Fernando es mi amigo, no es nada extraordinario lo que hago insistió Luciana.
—
-Lo sé. Eres una buena muchacha -afirmó Victoria, tomándole las manos y dándoles unas suaves palmaditas-. No hay muchas chicas tan nobles como tú hoy en día. Sé injusta, y te juzgué sin conocerte…
De pronto, sus ojos se humedecieron un poco.
que antes fui
-Ahora entiendo que Fernando tiene muy buen gusto. Eres un verdadero tesoro.
Luciana no estaba acostumbrada a recibir elogios de Victoria, mucho menos tan efusivos. Aquello la tomó por sorpresa, dejándola momentáneamente sin palabras.
-Señora Domínguez…
-¿Cómo que “Señora Domínguez“? -Victoria parpadeó con una sonrisa divertida—. Si eres amiga de Fernando, así como Vicente, entonces llámame “tía“. 1
—¿Tía? —Luciana sintió un nuevo sobresalto.
Ni siquiera en los mejores tiempos con Fernando había logrado ganarse ese título. Cada vez que la llamaba “tía“, Victoria le respondía con enojo, insistiendo en que “no eras digna” de tal confianza…
-Venga, dímelo -apremió Victoria-. ¿O es que aún no me perdonas por cómo te traté antes?
-No, no es eso… -Luciana agitó la cabeza con nerviosismo-. Tía…
-¡Eso es, buena niña! —exclamó Victoria.