Capítulo 53
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Muy pronto, la mesa se llenó con una variedad de platillos. Luciana no empezó a comer; estaba esperando su gran sopa de tortellini con extra de cilantro y un toque de aceite picante.
-Sopa de tortellini -anunció el mesero al colocar el plato en la mesa.
Luciana tomó su cuchara.
-¡Vaya, qué rico huele! -exclamó Mónica, inhalando profundamente. Sin pensarlo dos veces, tomó la sopa de tortellini y la colocó frente a ella-. Solo con mirarla ya me da apetito agregó.
Parecía haber olvidado por completo que esa era la orden de Luciana. En una mesa llena de platillos, Luciana solo había pedido ese. Mónica tomó la cuchara, sacó un tortellini y se lo llevó a la boca.
-Mmm, está delicioso. -Y no solo eso, también bebió un par de sorbos de la sopa.
-¡Alex! -dijo Mónica, mirando a Alejandro con una sonrisa-. No esperaba que en un lugar tan remoto sirvieran una sopa de tortellini tan buena.
Alejandro frunció el ceño profundamente, sus labios se apretaron en una línea recta. «¿Lo está haciendo a propósito?» se preguntó.
-¡Ah! -Mónica se detuvo por un momento, como si de repente recordara algo, y miró a Luciana con una expresión de disculpa-. Lo siento, doctora Herrera, se me olvidó que esta sopa era tuya. Dijo esto mientras empujaba el plato hacia Luciana-. Solo comí uno, y apenas probé la sopa, casi no la toqué. Mónica habló con un tono suave y dulce, sin mostrar
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ninguna agresión-. Doctora Herrera, ¿no te molesta, verdad?
Luciana la miró fijamente. Diez años, y siempre era lo mismo. Durante todos esos años, lo que vestía, lo que usaba, siempre era lo que Mónica había dejado, lo que ya no quería, cosas de segunda mano. Incluso ahora que había cortado todo lazo con ellos, Mónica seguía disfrutando molestarla. En todas las ocasiones anteriores, Luciana había soportado. ¿Pensaba Mónica que lo haría otra vez?
Sí, me molesta. —Luciana sonrió levemente. No me gusta comer tu saliva.
-Ah, esto…
Mónica mordió su labio inferior, y con un gesto inquieto miró a Alejandro, como si hubiera cometido un crimen terrible—. Alex, de verdad no fue intencional. ¿Qué hago ahora? La doctora Herrera está molesta.
Alejandro frunció el ceño. Sabía que Mónica estaba equivocada, pero tampoco podía permitir que su novia quedara mal en esa situación. Sus ojos se oscurecieron mientras miraba a Luciana, su tono se suavizó con un toque de conciliación.
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Capítulo 53
-Te pediré otra, ¿te parece bien?
-No–respondió Luciana con una sonrisa, rechazando la oferta.
El rostro de Alejandro se tensó, su mandíbula se apretó.
Luciana soltó una risa.
-¿Por qué tan tensos? Tengo hambre y no quiero seguir esperando. Además, hay tantas cosas ricas en la mesa. -Tomó un trozo de pan y empezó a comerlo. Mónica y Alejandro la miraban fijamente. ¿Qué me ven? -Luciana dio un sorbo de agua y continuó mordiendo el pan-. Coman ustedes también.
Mónica esbozó una sonrisa forzada y bajó la cabeza para seguir comiendo. Poco después, Luciana se limpió la boca, tomó su bolso y se levantó.
-Ya terminé. Que tengan buen provecho, me voy.
—Espera —la detuvo Alejandro, frunciendo el ceño con tanta fuerza que parecía que podría aplastar un mosquito-. ¿Solo vas a comer eso? -Había observado claramente que solo había mordido un trozo de pan.
Luciana se rio con desdén y lanzó una mirada afilada hacia Mónica.
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—Señor Guzmán, su novia no tenía la intención de invitarme realmente a comer. Tal vez pensó que no me daría cuenta, pero, lamentablemente para ella, lo noté. ¿Por qué debería quedarme aquí soportando incomodidades?
-Herrera, estás equivocada, yo de verdad no… -Mónica intentó defenderse de inmediato.
Luciana la interrumpió, tajante-: No, sí lo hiciste.
Mónica se quedó en silencio, mordiéndose el labio y aferrándose al brazo de Alejandro.
-Alex…
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