Capítulo 532
Esta vez, Simón supo que no podía seguir negándose a contestar.
-¿Alejandro? —dijo con voz temblorosa.
-¿Qué estás haciendo, Simón? Ya hablaremos luego. ¿Dónde está Luciana?
Simón echó un vistazo a la puerta cerrada. Trató de mantener la calma, pero la urgencia se le notaba.
-Alejandro… creo que Luciana está en peligro. Ven de inmediato a Cirugía General.
-¿Cirugía General? —repitió Alejandro, adoptando una expresión tensa y sin pedir más detalles. De inmediato se dio media vuelta y echó a andar con pasos firmes.
Sergio lo siguió sin vacilar, sin atreverse a formular preguntas.
***
*
La tensión en la puerta de la habitación era tan palpable que parecía que, en cualquier momento, estallaría un enfrentamiento.
-¡Lo repito por última vez: abran la puerta! —exigió Simón, apretando los dientes-. Señor Domínguez, Señora Domínguez… ¿tienen idea de quién es señora Guzmán? Si llega a pasarle algo aquí, ¿podrán asumir la responsabilidad?
–Tranquilo, no te alteres -trató de mediar Victoria, aparentando calma-. ¿Qué podría pasar? Estamos en un hospital, no hay “pasadizos secretos“… Probablemente la puerta se cerró
por accidente cuando salieron.
Hablando así, llamó a la enfermera:
-Por favor, ¿podría traer la llave?
-Claro -asintió la enfermera, que, ahora que contaba con el consentimiento de los familiares, se apresuró a buscar el duplicado.
Sin embargo, antes de que pudiera volver, Alejandro irrumpió en el pasillo.
-¡Simón!
-¡Alejandro!
-¿Qué pasa aquí? -preguntó Alejandro, lanzando una mirada de desconfianza a Diego y Victoria. Sabía que eran los padres de Fernando, y un mal presentimiento se apoderó de él—. ¿ Dónde está Luciana?
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-Alejandro… -Simón abrió la boca para explicarle.
-Señor Guzmán… -Victoria sonrió con cierto nerviosismo. Jamás imaginó que Alejandro aparecería de repente. Quería acercar a Luciana y su hijo, sí, pero nunca buscó un enfrentamiento directo con Alejandro-. Luciana está adentro, tal vez…
Alejandro no estaba dispuesto a perder tiempo escuchándola. Alzó el mentón y soltó:
-¡Que abran la puerta!
–La enfermera fue por la llave, es mejor espe…
Pero Alejandro ya no podía esperar más. Su corazón latía con fuerza, lleno de una inquietud que aumentaba con cada segundo. Llevaba días distanciado de Luciana y tenía el
presentimiento de que algo grave ocurriría.
De pronto, levantó la pierna y propinó una patada brutal a la puerta.
¡Bam!
La puerta se abrió de golpe.
-¡Ah! -exclamó Victoria, sobresaltada, agarrándose de Diego. Los dos palidecieron, sin
atreverse a acercarse.
Sin prestarles atención, Alejandro dio un paso adelante, adentrándose en la habitación con la mirada encendida.
-¡Luciana Herrera! -llamó con voz grave, corriendo la cortina que rodeaba la cama.
La escena que se reveló ante sus ojos le hizo sentir un golpe de furia que subió como fuego en su pecho, ardiendo sin control. Simón y Sergio también quedaron paralizados al ver lo que sucedía.
Ahí estaba Luciana, profundamente dormida… al lado de Fernando.
-¡Luciana! -vociferó Alejandro, inclinándose para sujetarle la muñeca y alzarla bruscamente.
-¡Ah! -soltó ella, despertando por el dolor-. ¿Alejandro? ¿Qué haces aquí? ¿Volviste…?
Todavía aturdida, Luciana parpadeó y se dio cuenta de su situación. Se hallaba en la cama de Fernando, acostada a su lado. ¿Cómo había pasado?
-Vaya, vaya… -gruñó Alejandro, inclinándose hasta casi rozarle el rostro con su respiración agitada. Tenía la mandíbula tensa y los ojos brillantes de rabia-. ¡Perfecto! ¡Muy bien! ¡Claro que sí!
Estuvo fuera de Muonio apenas unos días, y al volver la encontraba acostada al lado de su
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primer amor. Jamás había sentido semejante traición o humillación en toda su vida. Una opresiva sensación de ahogo le comprimía el pecho, casi sumiéndolo en la desesperación.
-Alejandro… Luciana sentía cómo los nervios la dominaban de golpe. Abrió los labios para explicarle-. No es lo que parece, yo…
-¡Hmph! -Sin dejarla terminar, Alejandro soltó una risa llena de rencor. De pronto, aflojó la mano y se dio media vuelta para marcharse.
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