Capítulo 533
¿Así, sin más? Sin duda estaba furioso. Luciana se quedó helada, con el mismo desamparo de una niña que ha cometido un error y es abandonada por un adulto.
-¡Luciana! —exclamó Sergio, dándose cuenta de la gravedad del asunto-. No te quedes ahí; Alejandro se fue furioso, ve tras él.
-Oh… claro asintió Luciana, volviendo en sí. Se levantó de la cama con torpeza.
-¡Cuidado! -Sergio la sostuvo para que pudiera calzarse los zapatos. Mientras se acomodaba, Luciana dirigió una mirada a Victoria. ¿Cómo había terminado ella durmiendo en aquella cama con Fernando? No entendía nada.
-Victoria, con un gesto de culpabilidad, esbozó una sonrisa incómoda—. Luciana, ve a explicarle todo al señor Guzmán, rápido.
-Sí–respondió Luciana, sin añadir más. Había que correr tras Alejandro.
Por desgracia, cuando salió al pasillo él ya se había marchado. Para cuando llegó a la entrada del hospital, el auto de Alejandro desaparecía a la distancia.
–Alejandro se fue a Rinconada, Luciana. Sube al carro -sugirió Sergio.
-Está bien.
Al llegar a Rinconada, apenas entró por la puerta, Amy señaló las escaleras:
-¿Tú y el señor Alejandro pelearon? Trae una cara como si hubiera visto un fantasma, hace años que no lo veo tan molesto…
Luciana soltó una amarga sonrisa. ¿Cómo explicar que la encontró “en una escena comprometedora“? El enojo de Alejandro era comprensible.
-Amy, subiré a hablar con él.
-Sí, ve. Hablen con calma, seguro lo aclaran. No hay peleas que duren toda una vida.
Luciana subió y se encontró con una empleada saliendo de la habitación principal cargando
una maceta.
–Señora.
–Señora, buenas tardes.
Buenas… -respondió Luciana con cortesía, frunciendo ligeramente el ceño al reconocer las plantas. Le resultaban extrañamente familiares, como si ya las hubiera visto en otro lugar. Ella nunca había mostrado interés en la jardinería, salvo en una ocasión relacionada con Alejandro…
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Capitulo 533
De pronto, cayó en la cuenta. Se volvió a la empleada y preguntó:
-¿Son flores de mariposa?
—Sí, señora.
—¿Son las mismas que estaban en la terraza del dormitorio principal?
-Así es, señora.
¿Por qué las estaban removiendo, si crecían bien donde estaban? Sin poder contener la curiosidad, Luciana preguntó:
-¿A dónde las llevan?
Una de las empleadas, más extrovertida, soltó sin pensar:
–No las movemos, las estamos preparando para enviarlas a…
-¡Shhh! -la interrumpió la otra con un gesto de disgusto, mirándola con reproche y negando con la cabeza para que no siguiera hablando.
Luciana se quedó perpleja. ¿Se suponía que fuese un secreto? ¿Enviar las flores a alguien? Un instante de reflexión le bastó para sospechar de qué se trataba: esas flores de mariposa estaban pensadas para “Mariposita” -para Mónica.
-¿Las llevan al hospital para Mónica? -soltó ella, sin rodeos.
Las dos empleadas se miraron, nerviosas, sin atreverse a confirmar.
Luciana dejó escapar una sonrisa y agitó la mano para indicarles que continuaran.
-Vayan, no se retrasen.
Dicho eso, se dirigió hacia el estudio.
Detrás de ella, escuchó a las empleadas murmurar:
-¡Mira nada más, cómo se te ocurre soltar la sopa delante de la señora!
-¡Yo ni siquiera mencioné a Mónica! ¡Es que ella es demasiado lista!
–Menos mal que no dijo nada… En fin, apurémonos.
Por su parte, Luciana no pudo evitar una sonrisa irónica. Cuando llegó a la puerta del estudio recordó que su intención original era explicar la situación y disculparse. Pero, tras ver esas flores y entender el porqué, se preguntó: «¿Realmente vale la pena hablar? ¿No será mejor ponerle fin a todo de una vez…?»
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Capitulo 533
Dentro del estudio, Alejandro se sentía como un león furioso, deseando arrasar con todo a su alrededor. Aun así, intuía que, por más que destrozara lo que tuviera a la mano, nada calmaría el ardor de su pecho.
Escuchó pasos fuera de la habitación y supo que Luciana estaba ahí. ¿La había seguido hasta aquí? ¿Para qué? ¿Para confesar que todo había acabado? ¿Para exigirle el divorcio? Sentía que no podría contenerse si ella osaba siquiera mencionar la palabra “divorcio“.
Pero había una posibilidad contraria: si Luciana lo había alcanzado, tal vez se trataba de un malentendido. Alejandro apretó los ojos con frustración, jodiándose por sentirse así de vulnerable!
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