Capítulo 534
Lo había visto todo… pero todavía albergaba la estúpida esperanza de haber malinterpretado la
escena.
«¿Dónde quedó tu firmeza, Alejandro Guzmán? ¿Y tus principios?», se recriminó.
Mientras su mente era un torbellino, Luciana no terminaba de entrar. De pronto, la mirada de Alejandro se posó en un objeto sobre el pequeño escritorio.
Un cuadernillo.
Esa mesita era la que Luciana usaba para sus libros y apuntes profesionales. Sin embargo, ese cuadernillo claramente no formaba parte de su material de estudio. Tenía una lista de conceptos, cada uno con una cifra al lado… Parecía una especie de registro de gastos.
Intrigado y molesto, Alejandro lo tomó y le dio una ojeada. Con solo un par de vistazos, sintió que la rabia que intentaba contener resurgía con más fuerza.
«Ja…»
Soltó una risa helada. Efectivamente, era un registro de cuentas. En él se anotaban todos los ” débitos” que
Luciana le debía a Alejandro, o más bien, a la familia Guzmán. La entrada más antigua era de 200 mil -el costo inicial para el tratamiento de Pedro. Después venían otras: la hospitalización de Pedro por una intoxicación alimentaria, los 60 mil del traslado de la tumba de su madre…
Alejandro se detuvo en esa última línea. «¿Mudó la tumba de su madre?» Él no tenía idea. Para ese entonces, ya estaban casados, pero ni siquiera se lo había comentado. Solo quedaba constancia como una fría cifra en ese cuaderno.
Luego continuaban los gastos de la verificación médica de Pedro, los costos para enviarlo al extranjero… Todos eran números que Alejandro recordaba vagamente, y resultaba que coincidían.
Toc, toc.
Por fin, llamaron a la puerta.
–La puerta no está cerrada… -dijo Alejandro con un tono seco.
<«<Vaya genio… ¿tan enfadado está?», pensó Luciana. «¿En serio llega a tanto?»> Sus labios esbozaron una sonrisa muy tenue mientras entraba.
Lo encontró recargado contra la mesita, con la mirada en sombras.
-¿Me buscabas? ¿Hay algo que quieras decirme?
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Capítulo 534
-Sí–asintió Luciana, notando cuán sombría lucía su expresión. Sin darle mayor importancia, continuó-. Sobre lo que pasó hace un rato, quiero disculparme contigo.
Le dolía haberle hecho presenciar esa escena que hería su orgullo como hombre; sentía su culpa. Sin embargo, tras un prolongado silencio, ninguno añadió nada.
que era
-¿Eso es todo? -gruñó él, con voz contenida, como si bajo su aparente calma habitara un volcán a punto de estallar.
«¿Algo tan grave y solo un “disculpame“?», pensaba.
Luciana abrió los ojos con cierto desconcierto y apretó los labios.
-Si quieres que lo explique, la verdad… yo tampoco entiendo muy bien por qué pasó lo que pasó.
–“¿No lo entiendes?” –La risa de Alejandro era amarga y burlona; se le notaba el desprecio en el ceño-. Luciana, desde que salió a la luz tu historia familiar, ni siquiera te molestas en fingir conmigo, ¿cierto?
-¿Fingir?-Luciana parpadeó, confusa-. ¿En qué te estoy engañando ahora?
Puede que casarse con él no fuera su deseo inicial, pero desde que se unieron en matrimonio, sí había intentado llevar una vida digna a su lado. El resultado no fue el mejor, pero ¿acaso ella era la única responsable?
-¿Todavía finges? —masculló Alejandro, mirándola con una mezcla de rencor y dolor. Con un ademán brusco, tomó el cuadernillo que estaba sobre la mesa y se lo lanzó—. ¡Esto es tuyo, revísalo bien!
Ella quiso agarrarlo, pero no lo logró a tiempo. Aun así, reconoció enseguida el cuaderno donde llevaba las cuentas de la familia Guzmán. Alzó la vista, topándose con los ojos indagadores de Alejandro.
–Vaya, sí que eres meticulosa -soltó él, con una frialdad que calaba—. Cada centavo que te ha dado la familia Guzmán, lo tienes anotado aquí, sin que falte ni un peso.
Su voz bajó de tono, pero se hizo más sombría:
–Al principio, te aprovechaste de mí para vengarte de Mónica y de la familia Herrera. Más tarde, aun cuando nos casamos, no cambiaste tu plan. Nunca sentiste nada por mí; todo fue una farsa. Ni siquiera contemplaste la posibilidad de quedarte a mi lado para siempre, ¿cierto?
<<¿Cierto, Luciana?»>, pareció repetir con la mirada. A sus ojos, resultaba obvio: si realmente quisiera quedarse, no llevaría un registro detallado de los pagos ni… dormiría en la misma cama que su antiguo amor, Fernando, en cuanto tuvo oportunidad.
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Capitulo 534
-¡Contéstame, Luciana! -exigió Alejandro, con la furia a flor de piel.
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