Capítulo 535
Luciana no esquivó su mirada.
-¿Estás muy enojado? ¿Por qué? -preguntó con frialdad, como si no entendiera la causa de su rabia.
Alejandro parpadeó, aturdido. ¿Cómo podía Luciana siquiera preguntar el motivo?
Ella, por su parte, prosiguió con una voz extrañamente serena:
-No logro entenderte. A esta altura, ¿realmente importa si yo te quiero o no?
En la mente de Alejandro se encendieron todas las alarmas.
«¿Qué está diciendo?», pensó, conteniendo su frustración.
-¿O tal vez…? -añadió Luciana con la mirada llena de incertidumbre-. Alejandro Guzmán, vienes de una familia poderosa, y esa necesidad de posesión te sale de forma natural. Yo soy tu esposa ante la ley. Entonces, aunque no me quieras de verdad, tampoco toleras que yo no te quiera… y mucho menos, que te traicione. ¿No es así?
<<¿No me quiere de verdad? ¿Traición?» Las palabras de Luciana sonaban como una confesión de que, efectivamente, había algo turbio con Fernando. El rostro de Alejandro se ensombreció aún más.
—Luciana, ¿dónde quedó tu decencia? ¡Estás casada y te acuestas con otro!
-¿Mi decencia? —repitió Luciana sin alterarse, recordando la escena de las flores de mariposa que antes sacaron los empleados. Si las llevaban en ese momento, podía deducir que, en cuanto Alejandro regresó a la ciudad, corrió primero a ver a Mónica. Y ella, supuestamente la “señora Guzmán“, debía esperar su turno. Sonrió con amargura y murmuró-: Pues estamos a mano, ¿ no?
-¿Qué dijiste? -bufó Alejandro, sin haberla oído con claridad.
-Nada importante -suspiró Luciana-. Solo digo que tienes razón.
Esa actitud despreocupada de Luciana le resultó insoportable. ¿Sería esa la reacción de quien ha sido descubierta en plena infidelidad?
-¡Luciana! -La furia y el dolor de Alejandro se fusionaron en un remolino de sentimientos que alcanzaron un punto álgido. De pronto, levantó el brazo y le aferró la garganta.
-…-Luciana se quedó helada, sintiendo cómo le costaba respirar. ¿Tanto la odiaba en ese instante, hasta el punto de
querer matarla?
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Capitulo 535
425 BONO
De pronto, una extraña satisfacción se apoderó de ella. Era como si la furia de Alejandro confirmara que, después de todo, a él también podía dolerle la traición, «Así es, sufre», pensó con un cinismo desesperado, «Yo lo hago cada vez que imagino cómo él comparte sus días con Mónica…>>
-¿Quieres estrangularme? -musitó, con una ligera sonrisa y cerrando los ojos. Adelante, Nunca te he querido. Me acosté con otro durante el matrimonio, soy una cualquiera sin escrúpulos… ¡Hazlo, mátame!
-…-La pupila de Alejandro se contrajo. Esas palabras tan contundentes confirmaban la absoluta falta de amor de Luciana hacia él. ¿Y de qué serviría desquitarse con ella?
Apretó un instante más, sin saber bien qué pretendía. Finalmente, entrecerró los ojos y aflojó la mano, soltándola con repentina frialdad.
-Luciana… Se quedó a medio hablar, sin ganas de continuar-, Haz lo que quieras.
Para Alejandro, ya todo quedaba claro: mientras él vivía consumiéndose por dentro, ella seguía impasible, sin un rasguño. Evitó mirarla de nuevo. Soltó un suspiro áspero y salió del estudio con pasos largos.
Luciana se quedó inmóvil, intentando comprender. «¿Qué significó eso…?». ¿Le estaba diciendo que se largara?
«<Al parecer, sí», pensó.
Se agachó para recoger el cuadernillo caído en el suelo y lo sacudió, removiendo un polvo que ni siquiera existía. Luego se acercó al escritorio y lo miró con calma.
<«<Supongo que debo empacar mis cosas… Empezaré por estos libros», se dijo, con un gesto resignado.
En realidad, no tenía muchas cosas allí. Además, parte de sus pertenencias seguían en el departamento de la Calle del Nopal; ni siquiera había tenido tiempo de traerlas de vuelta, así que el equipaje sería aún menor. Metió su ropa y algunos libros en una sola caja, y con eso bastó.
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