Capítulo 539
–Señor Guzmán -respondió con timidez, mordisqueándose el labio-, me llamo Luciana… El ambiente se congeló de golpe. Alrededor seguía el bullicio de la música y la gente, pero el espacio donde se encontraban pareció caer en un silencio sepulcral.
—Luciana…. Luciana… –repitió Alejandro con un deje de ironía, sin que se supiera si estaba complacido o indignado.
La joven se sonrojó aún más.
-Sí, señor Guzmán…
El gerente, tratando de que no hubiera más demoras, le recordó su tarea:
-¿Olvidaste a qué viniste? ¿Qué haces ahí parada? ¡Ve a ofrecerle el trago al señor Guzmán!
—Sí… —La bailarina dio un par de pasos, algo incómoda-. Señor Guzmán, muchas gracias por confiar en mí esta noche. Quiero proponerle un brindis en su honor…
Se inclinó para servirle vino en la copa. Luego, en un gesto cargado de insinuación, preguntó:
–Señor Guzmán, ¿cuál es su copa?
Está claro lo que pretende: compartir un solo vaso con él. Salvador y los demás intercambiaron miradas, sin saber qué comentar y esperando a ver en qué terminaba todo.
-Ésa de ahí -respondió Alejandro, señalando la copa más cercana a él.
-Perfecto, señor Guzmán -afirmó ella con una sonrisa tensa, mientras alargaba la mano para tomar la copa…
Pero de pronto, Alejandro la detuvo, atrapándole la muñeca contra la mesa.
-¿Señor Guzmán? –preguntó la chica, perpleja, sin comprender su cambio repentino de actitud.
-¿Tú quién eres? -soltó él con una risa sarcástica—. ¿De cuándo acá cualquier desconocida se atreve a usar mi copa?
—Señor Guzmán, yo… –La joven se congeló, abrumada por la frialdad de sus palabras. Sintió que le palidecía el rostro-. Está bien, lo lamento…
¿Se equivocó ella? Pero hasta hace un segundo, él parecía estar de acuerdo.
-¡Lárgate! -espetó Alejandro, con una voz tan baja como contundente.
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Capitulo 539
-¿Qué…? —La chica se quedó inmóvil, sin reaccionar a la primera.
–¡Que te largues! -repitió él, elevando el tono. Al mismo tiempo, tomó su copa y la arrojó contra el piso con violencia.
El vidrio estalló en mil pedazos.
-¡Ah! -La bailarina dio un salto, horrorizada. Ese hombre tan apuesto resultaba ser voluble como un volcán a punto de hacer erupción.
El gerente se acercó a toda prisa para jalarla del brazo.
-¡Luciana, vámonos!
–Sí… -respondió ella, con la voz temblorosa.
Pero antes de que pudiera girar sobre sus talones, Alejandro se incorporó y le sujetó el mentón, obligándola a mirarlo.
Entrecerró los ojos para observarla detenidamente, con una expresión ambigua que nadie, ni el gerente ni sus amigos, lograba descifrar.
–Señor Guzmán… -musitó el gerente, sin saber si Alejandro la estaba rechazando o si, por el contrario, la estaba aceptando.
La luz de cerca revelaba que, sin el maquillaje escénico, la bailarina poseía rasgos delicados. De cualquier forma, en la mente de Alejandro no había comparación posible con la imagen de ella” —Luciana, su verdadera esposa-, que jamás se había molestado en complacerlo de esta manera… ni lo necesitaba.
La voz de Alejandro sonó baja, casi amenazante:
-¿Ése es tu verdadero nombre?
-Es… es un nombre artístico -intervino el gerente de inmediato, notando el miedo en la chica-. Señor Guzmán, su verdadero nombre es…
-No uses ese nombre. Búscate otro para tus shows -ordenó Alejandro, cortándolo en seco.
-¿Eh? -El gerente se quedó pasmado. Al parecer, al señor no le gustaba que ella se llamara “ Luciana“.
-¡Lárguense! -repitió él, soltándole el mentón.
-Sí, señor Guzmán…
El gerente, sintiéndose casi salvado, tiró de la bailarina y escaparon presurosos.
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Capitulo 539
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Después de ese momento, Alejandro sintió un hastío infinito. Nada tenía gracia ya.
-¡Sergio!
-¿sí?
Nos vamos.
-Claro.
-Oye… -alcanzó a decir Jacobo, con la intención de detenerlo. Aún es temprano, ¿por qué no seguimos la fiesta?
Salvador lo fulminó con la mirada, exigiéndole silencio.
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