Capítulo 54
Luciana les lanzó una última mirada de desprecio y se marchó. No tenía ningún interés en presenciar más muestras de afecto entre ellos. Regresó al vestíbulo y se sentó en el sofá, sacando una golosina de su bolso. Se quedó un momento en silencio, reconociendo la chocolatina como uno de los dulces que Fernando le había dado la última vez que lo vio. Esa noche él había traído a su novia… El chocolate no era suficiente para saciar su hambre, pero al menos le daría algo de energía. Desempaquetó el dulce y lo metió en su boca. 1
Afuera, la lluvia arreciaba, y el viento se colaba por las rendijas del vestíbulo, haciendo que el frío aumentara con la llegada de la noche. Alejandro y Mónica salieron del restaurante y, al pasar por el vestíbulo, vieron a Luciana acurrucada en una esquina del sofá. Sin pensarlo, Alejandro cambió de dirección y se dirigió hacia ella. Estaba dormida, con un trozo de chocolate medio comido en la mano.
—¡Luciana! —Alejandro la llamó con impaciencia, molesto. ¿No quiso comer con él y decidió conformarse con eso? ¡Qué irresponsabilidad! (19
-¡Ah! —Luciana se sobresaltó y despertó, solo para encontrar nuevamente a Alejandro y Mónica frente a ella, lo que la irritó aún más. Cerró los ojos y decidió ignorarlos.
-¡Levántate! -Alejandro se inclinó y le tomó la muñeca con firmeza.
Luciana se sobresaltó, abriendo los ojos de par en par. ¿Qué estaba haciendo? ¿Acaso iba a defender a Mónica porque ella la había enfrentado? Decidió no resistirse y respondió con un tono tranquilo pero decidido:
-Suelta, o empezaré a gritar. A ti, señor Guzmán, no te importará, pero tu novia, que está en el mundo del espectáculo, sí se preocupa por su imagen.
Al escuchar eso, Mónica tiró del brazo de Alejandro.
-¿Alex?
Sin embargo, Alejandro no la soltó. Sus ojos se estrecharon y su expresión se oscureció aún más.
-Levántate, no puedes dormir aquí.
¿Eh? Luciana se sorprendió. ¿Por qué le molestaba que durmiera allí? Con una risa sarcástica, replicó:
-¿Señor Guzmán, me estás echando? ¿Acaso este hotel también es de tu propiedad?
<<¡Qué chica tan necia!» pensó Alejandro, conteniendo su frustración. Señaló con la barbilla
hacia la ventana.
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Capitulo 54
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-¿No te has dado cuenta del clima? Está frío afuera, y tú decides ser tan terca como para dormir aquí.
Ambas, Luciana y Mónica, quedaron perplejas por un momento. Mónica estaba desconcertada; ¿Alejandro realmente se preocupaba tanto por Luciana? Luciana, por su parte, sintió un nudo en la garganta. Sabía que Alejandro hablaba en serio, que su preocupación era genuina.
Con voz calmada, explicó:
-Hice el check–out esta mañana, no pensé que no podría salir, y ya no hay habitaciones disponibles.
Alejandro no respondió de inmediato. Miró a Juan, quien, a poca distancia, asintió para confirmar que lo que Luciana decía era cierto. Después de una breve pausa, Alejandro dijo:
-Puedes dormir en mi habitación. Yo buscaré otro lugar.
-¿Oh? —Luciana respondió con una chispa de astucia en los ojos. Entonces, ¿debería agradecerte, señor Guzmán, por darme la oportunidad de que tú y tu novia tengan un momento de intimidad?
Mónica, sonrojada, bajó la cabeza. Aunque llevaban un tiempo saliendo, aún no habían tenido un acercamiento más íntimo. Al escuchar las palabras de Luciana, su corazón comenzó a latir más rápido, pensando en la posibilidad de pasar la noche con Alejandro…
-¡No digas tonterías! -Alejandro la reprendió con voz grave. ¿En qué estaba pensando Luciana? ¿Creía que él era un hombre que tomaba las relaciones a la ligera? Pero en un segundo, cambió su pensamiento, se dio cuenta de que no era él quien lo hacía, sino ella. Y esa idea lo hizo sentirse incómodamente agobiado en el pecho. Sin embargo, aclaró―: Voy a dormir con Juan y Simón. 1
Al oír esto, la sonrisa y el rubor de Mónica se desvanecieron al instante. Incluso Luciana sintió un poco de pena ajena por ella.
¿Qué estaba pasando? ¿No eran novios? ¿Qué problema había en dormir juntos? ¿No se suponía que ya habían pasado por eso?
A pesar de todo, Luciana se alegró al ver a Mónica en esa situación. No era una santa, después de todo. Con una sonrisa perezosa, dijo:
-Está bien, entonces gracias…
-¡Espera! -Mónica la interrumpió antes de que pudiera terminar, tomándola del brazo con un gesto afectuoso.
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