Capítulo 541
Aquella noche, en el departamento de la Calle del Nopal…
Martina llegó y se encontró con varias cajas y maletas. No daba crédito.
-¿De verdad te fuiste de la mansión?
Luciana soltó una sonrisa triste.
-¿Parece broma?
Martina la miró con incredulidad.
-Ustedes han amagado con separarse un par de veces, pero nunca fue en serio…
-Esta vez sí lo es –contestó Luciana con un gesto de impotencia, relatándole lo ocurrido con Fernando-.
-¿Cómo que te encontraron en la misma cama con Fer? ¿Estás segura? —replicó Martina, frunciendo el ceño-. Él estaba inconsciente, así que no pudo haberte cargado. ¿Te metiste tú solita? ¿Ahora resultó tienes amnesia?
que
-¿Amnesia? -Luciana le lanzó una mirada entre fastidio y burla-. Martina, de verdad lees demasiadas novelas rosa.
que
-Tienes razón -concedió Martina. Después de todo, conocía bien a Luciana. Si ella decía Fernando ya no le interesaba de esa manera, era absolutamente cierto. E incluso si sintiera algo, jamás se atrevería a hacer algo tan absurdo.
que
-Entonces, ¿qué pasó en realidad? —insistió Martina.
Luciana parecía tener sus sospechas.
–Espera un momento… -dijo, y fue a buscar un par de bolsas que contenían la ropa de maternidad que Victoria le había comprado.
-¿Y esto? -Martina la miró con curiosidad.
-Me lo dio Victoria.
-¿Victoria? -repitió Martina, sorprendida-. ¡Increíble! ¿La madre que cuida a Fernando como si fuera la niña de sus ojos, ahora resulta amable contigo? Esto es muy raro. Un momento
-sus ojos se abrieron con una idea-. Luciana, no me digas que Victoria…
Luciana sonrió. Que incluso Martina, tan sencilla, se imaginara lo mismo que ella…
-No tengo pruebas -se encogió de hombros. Pero es evidente que estos días Victoria se ha
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portado de forma extraña, demasiado “buena“.
-¡Qué descaro! —Martina hizo un ademán de desagrado. Antes te miraba como bicho raro y te separó de Fernando con artimañas. ¡Y ahora, como ve que tú eres la única que puede salvar a su hijo, llega a tal extremo…! ¿Qué pretende exactamente?
Martina se llevó una mano a la boca, casi alarmada.
-¿Será que quiere que regreses con Fer?
-Ay, por favor–contestó Luciana con un bufido-. Con mi situación actual, y, sobre todo, con lo que pasó, Fernando y yo estamos terminados desde hace mucho. No hay vuelta atrás. 1
-Ya lo sé–asintió Martina. De pronto, cambió su tono-. Oye, una cosa… ¿no le contaste a Alejandro nada de esto?
-No–respondió Luciana, con una risa amarga—. Él prefiere creer que soy una desvergonzada, así que me dejó, y punto.
Martina apretó la mano de su amiga, mordiéndose el labio.
-Luciana, dime con sinceridad: ¿tú quieres a Alejandro, no es así?
-Sí… no lo negó―. Lo quise.
-Vaya… -Martina suspiró, frunciendo el ceño-. Si tan solo Mónica no existiera…
-¿Quién vive de “si tan solo“? -Luciana sonrió con resignación y dio un golpecito en la frente de Martina-. Desde el principio, Mónica fue su gran amor. Si algo “sobraba“, era yo.
-¿Hablas en serio? ¡Pero tú eres la señora Guzmán!
-¿Ah, sí? -Luciana pensó, sabiendo que muy pronto dejaría de serlo.
Esa noche, Martina se quedó en el departamento junto a Luciana. Al día siguiente, siendo fin de semana, tuvo que regresar a su propia casa, pero antes de marcharse, dejó el desayuno preparado en la cocina, para que Luciana solo tuviera que calentarlo cuando se levantara.
Martina tomó un taxi desde Calle del Nopal y se dirigió al centro de la ciudad. Al llegar, tenía que tomar el metro, pero antes decidió pasar por el centro comercial GD para recoger una cadena de su mamá que había llevado a reparar a un mostrador especializado.
Mientras la atendían, Martina entregó el recibo a la vendedora.
-Enseguida se la traigo, por favor tome asiento un momento.
-De acuerdo, gracias -respondió, y fue a sentarse en un sofá donde se puso a contemplar el ir y venir de la gente a través de la ventana.
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De pronto, reparó en algo que le llamó la atención.
«<¿Eh?» parpadeó. «¿Ese no es Salvador, el amigo de Alejandro?»> <2
Para su sorpresa, no estaba solo. Lo acompañaba una mujer muy bonita, y por lo que veía, Salvador era todo gentileza con ella: le cargaba el bolso, las bolsas de compras… (2)
–Vaya, con que tiene novia -murmuró Martina-. Y, caray, ¡qué guapa se ve! 14
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