Capítulo 545
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-¡Esto es grave! -exclamó Felipe, tanteando la pared hasta encontrar el interruptor. Al encender la luz, se llevaron otra sorpresa: la habitación parecía un desastre. Daba la impresión de que Alejandro se había dedicado a destrozar todo, a punto de arrancar las paredes.
-Es un caos… -murmuró Amy, corriendo hacia la ventana-. Voy a abrir para que circule algo de aire.
–Yo buscaré al señor Alejandro -dijo Felipe, avanzando con cuidado entre los restos.
Lo encontró dormido en el sofá, completamente vestido.
–Señor Alejandro, despiértese ―le susurró, pero no obtuvo respuesta. El olor a alcohol y tabaco en su ropa era insoportable. Felipe pensó: «¿Cuánto bebió para caer así?». Además, Alejandro llevaba mucho tiempo sin fumar dentro de la casa, incluso cuando Luciana no estaba. <<Esta vez, la pelea debe haber sido realmente grave», concluyó.
-Señor Alejandro… -repitió, intentando sacudirlo un poco. Sin embargo, ni bien lo tocó, Alejandro dio un respingo y corrió al baño.
-¡Ugh! -se escuchó desde el otro lado.
Felipe parpadeó. <<¿Está… vomitando?». Se acercó al baño y comprobó que, efectivamente, Alejandro estaba devolviendo todo lo bebido. Enseguida el ambiente se llenó de un olor agrio y desagradable.
Luego de vaciar el estómago, Alejandro se enjuagó la boca con el agua del grifo.
–Señor Alejandro… -llamó Felipe, alcanzándole una toalla-. ¿Cuánto bebió? Aunque sea joven, no puede abusar así. Si el señor Miguel se entera, ¿se imagina lo preocupado que estaría?
-Que el abuelo no se entere -murmuró Alejandro, pasándose el agua por la cara. Su mente parecía más despejada. Tiró la toalla en el cesto de la ropa sucia y, al salir, presionó una mano contra su estómago.
¿Le duele? -preguntó Felipe, intentando ver si esa era la ocasión perfecta para sugerir llamar a Luciana-. Podríamos pedirle a ella que lo revise. Estoy convencido de que esto ha sido un malentendido. Ustedes deberían sentarse a hablar y…
—¡No me nombres a esa mujer! -explotó Alejandro, con el rostro ensombrecido-. No quiero volver a oír su nombre, ¿entendido?
-Señor Alejandro…
-¡Y otra cosa! -continuó, alzando la mano y peinándose hacia atrás los mechones que le caían en la frente. Con voz cortante añadió-: Todo lo que tenga que ver con ella… ¡lo que
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Capitulo 545
sea!… no quiero saberlo. Si ustedes, que han estado tanto tiempo con la familia, no pueden entenderlo, pues me veré obligado a prejubilarlos.
Felipe y Amy se quedaron mudos, mirándolo con incredulidad.
-¡Fuera de aquí! -Alejandro dio media vuelta y se encerró en el baño, cerrando la puerta con un portazo.
Abrió la regadera y se metió debajo, dejando que el agua cayera sobre él sin molestarse en regular la temperatura.
Cuando salió, aún llevaba el cabello mojado y apenas se había anudado una toalla a la cintura. Dejó que el agua goteara al suelo. Un tono de llamada constante le taladraba los oídos; con el ceño fruncido, buscó el teléfono entre el caos de la habitación. Era Sergio.
-¿Sí?-contestó al fin.
-Alex, he estado tratando de comunicarme contigo sin éxito. Cambié la cita que tenías con el jefe de Empresa Casabella para otra fecha.
Alejandro revisó la hora. Eran ya pasadas las diez. “Tsk.”
Se frotó las sienes, con la resaca punzándole la cabeza. Sin duda, hoy no podría ocuparse de ese
asunto.
-Está bien, déjalo así -aceptó.
-Primo… -dudó Sergio del otro lado-. ¿Piensas venir hoy a la oficina? Tal vez deberías tomarte el día libre.
-No es necesario -replicó Alejandro, con firmeza.
Le dolía mucho la cabeza, pero había varios pendientes en la empresa que exigían su atención personal-, Iré en un rato. Avísales a todos que la reunión de la mañana se pasa a la tarde.
—Claro, primo.
Colgó y se dio cuenta de que tenía llamadas perdidas y mensajes. Todos de Luciana.
<<¿Para qué me está buscando?» pensó. Movió los dedos un instante, y acabó abriendo el mensaje. Al terminar de leerlo, soltó una risa helada:
-¿Otra vez con su teatro? ¿Ahora que estamos así… todavía quiere aparentar ante el abuelo?
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