Capítulo 551
No fue una sorpresa que Alejandro no quisiera recibirla. Luciana ya lo había previsto antes de venir: no sería fácil verlo. «¿Qué sigue?», se preguntó, contemplando la posibilidad de marcharse sin más.
Tras un breve instante de reflexión, señaló el área de espera en el vestíbulo:
-¿Me permiten sentarme ahí a esperarlo?
-Claro asintió la recepcionista-. Esa zona está para eso, señora; si gusta, adelante.
-Gracias -respondió Luciana, tomando asiento en un sofá y dejando su mochila a un lado.
Poco después, la misma recepcionista se acercó con un vaso de agua caliente:
-Señora, por favor, si necesita algo, solo dígame.
-Muchas gracias –contestó Luciana, intentando sonreír. «Esperaré», pensó, porque no tenía otro plan. Quizá al mediodía, Alejandro saliera a comer.
Alrededor del mediodía, la recepcionista, notando que Luciana seguía ahí sin moverse, llamó en silencio a la oficina de la secretaría del CEO para hablar con Sergio:
-Señor Sergio, la señora Guzmán todavía está aquí, y ya casi es la hora de la comida…
Sergio guardó silencio un par de segundos, luego decidió:
-Pídele algo de almorzar y que lo carguen a la cuenta de la presidencia.
-De acuerdo, señor Sergio.
Llegó la una y Alejandro no bajaba. Luciana se frotó el estómago, sintiendo hambre. «¿Él no tiene hambre?», pensó, cuestionándose si habría salido sin que ella lo notara por algún ascensor interno que conectara con el estacionamiento subterráneo. «No, debo comprobarlo»>, decidió. En ese instante, la recepcionista reapareció con un lunch en la mano.
-Señora, noté que no almorzó. Si no le molesta, aquí tiene un menú ejecutivo.
-Muchas gracias
agradeció Luciana, levantándose. Luego, sacó el celular-. ¿Cuánto
cuesta? Se lo transfiero a usted.
-No, por favor, esto va con cargo a la cuenta de la empresa. Sería indebido cobrarle a mí – explicó la recepcionista.
-Está bien… Gracias -murmuró Luciana. Luego agregó con timidez-. Oye, ¿no sabrás si Alejandro salió a comer? ¿Quizá se fue a un almuerzo de negocios?
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—No, en realidad no. La recepcionista recordaba bien que hoy la oficina de la presidencia había encargado comida de fuera-. No ha salido; pidieron servicio de catering.
Eso significaba que Luciana no había perdido la oportunidad de interceptarlo. Respiró aliviada.
-Entendido, muchísimas gracias.
<«<Seguiré esperando», concluyó. Con un suspiro, se sentó a almorzar con la comida que le trajeron. Se sentía agradecida de no tener que encargar un delivery propio y complicar la situación allí mismo. Además, marcharse a otra parte podría ocasionar que se perdiera la ocasión de verlo.
Después de comer, se sentía más repuesta y con fuerzas para seguir esperando. Pero entonces llegó un nuevo problema: necesitaba ir al baño. Podía ausentarse solo un instante, pero temía que justo durante ese lapso apareciera Alejandro y ella se lo perdiera, desperdiciando toda la mañana de espera.
Finalmente, no le quedó más opción. Se levantó y fue al sanitario, diciéndose que sería cuestión de minutos y después volvería a su lugar, esperando que la casualidad no le jugara una mala pasada.
***
Por la tarde, Alejandro tenía programado un partido de tenis, que en realidad no dejaba de ser otra forma de negociar. En el mundo de los negocios, se podía discutir acuerdos en cualquier sitio: no solo en la sala de juntas o en una comida formal.
Antes de salir, Alejandro firmó algunos documentos y se los entregó a Sergio.
-Listo, me voy a cambiar anunció, encaminándose al área de descanso.
–
–Alex… -Sergio lo llamó de pronto.
-¿Qué pasa? -respondió Alejandro, volteando con gesto impaciente.
-Solo quería sugerirte que salgamos por la entrada principal. —Sergio fingió un tono casual
–. Pedí que estacionaran el auto en la puerta.
-De acuerdo asintió Alejandro, sin darle demasiada importancia.
Sergio suspiró, nervioso. Lo había planeado así a propósito: si Luciana seguía esperando en el vestíbulo, habría una posibilidad de que se encontrara con Alejandro. Él, en el fondo, no creía que Luciana pudiera traicionarlo, y deseaba darles la oportunidad de verse. Poco más podía hacer.
-Vámonos -ordenó Alejandro, apareciendo al fin con una indumentaria deportiva. Tomaron el ascensor y bajaron al primer piso.
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Sergio observó con disimulo el vestíbulo, pero lo encontró vacío; ni rastro de Luciana.
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