Mi multimillonario 553

Mi multimillonario 553

Capítulo 553 

+25 BONO

Aquella pregunta la dejó helada, como si la hubieran arrojado a un pozo de hielo. Fue tal el impacto que sintió su rostro arder, como si la hubieran abofeteado sin tocarla

-¿De veras no entiendes o te haces la que no comprende? -insistió Alejandro, con una sonrisa irónica que crispaba sus facciones-. ¿Pensaste que alguna vez financié el proyecto de Delio por bondad o porque me sobraba el dinero y no sabía en qué gastarlo

Sus ojos destellaron un brillo helado

–Ninguna de esas razones. Lo hice por ti. Te consentía y me parecía justo invertir en algo que te hacía feliz. Pero, ¿ahora? Dime, ¿qué sentido tiene que yo siga haciendo de idiota? ¿Crees que aún vale la pena gastar un centavo en ti? Con el dinero que invertía, podría alimentar a las palomas, y me saldría mucho más a cuenta

Luciana quedó estupefacta, sin poder articular una sola palabra. Era como si el suelo se abriera bajo sus pies. Alejandro, al percibirla tan aturdida, alzó la mano con un gesto cansado

-Vete. No vuelvas a buscarme. No quiero verte, ni oír tu voz. Para , ya no existes

Dicho esto, se dio media vuelta de manera brusca

-Ale-empezó Luciana, con la garganta seca, sin poder pronunciar nada más

Se quedó inmóvil, incapaz de moverse o de sentir, como si todas sus terminaciones nerviosas hubieran quedado paralizadas. El hombre dio un par de pasos, pero se detuvo de pronto, sin voltearse, manteniéndose de espaldas a ella

-Ya que 

viniste hasta aquí-siguió hablando, con un tono distante y frío-. En consideración a que alguna vez fuimos esposos, no haré que te hayas molestado en balde. Daré la orden a Sergio de entregar el financiamiento, solo esta vez. No habrá una segunda. 2

Sin más, avanzó hacia el auto, se inclinó para subir y, en cuestión de segundos, el vehículo desapareció. Luciana se quedó en el mismo sitio, inmóvil, con la mirada perdida

Una brisa otoñal le acarició el cabello y, al sentirla, por fin reaccionó, moviendo ligeramente los dedos. El cosquilleo en la punta de sus manos se trasladó a su pecho, como si llegara con 

retraso a su corazón

De pronto, se llevó la mano al pecho, percibiendo una mezcla de dolor y hormigueo

–Vaya—murmuró, con una amarga sonrisa-. ¿Por qué todavía duele que él me rechace? 

Tal vez, pensó, eso era lo mejor. Mientras él la aborreciera y la despreciara, más fácil sería cortar de raíz. Y solo así se separarían por completo

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Capitulo 553 

*** 

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Alejandro siempre cumplía lo que prometía, y en esta ocasión no fue la excepción. A la mañana siguiente, apenas llegó Luciana a la clínica, se encontró con Ignacio, el jefe de su unidad, sonriendo y extendiéndole la mano

-¡Mira nada más! Si no fuera por la señora Guzmán interviniendo, no habríamos resuelto nada tan rápido. Luciana, muchas gracias por tu ayuda

–No es para tanto, doctor Ignacio. De verdad -replicó ella con modestia

-Bueno, no te distraigo más. Ve a tus pendientes -agregó él, despidiéndose con un gesto de 

la mano

–Claro, buen día -respondió Luciana

Se dirigió de inmediato a la gran oficina del área. Esa mañana tenía que ordenar historiales clínicos y preparar los formatos para el proyecto del siguiente trimestre. El lugar estaba tranquilo; casi todos sus compañeros se habían repartido en diversas labores por la clínica

-¡Oye! -escuchó de pronto la voz de una chica, tratando de susurrar-. ¡Doctora

-¿Eh? -murmuró Luciana, volteando la cabeza con curiosidad

En la puerta vio a una joven que se asomaba con un aire travieso y alegre. Luciana levantó una ceja, sorprendida por su actitud tan desenvuelta

-¿Yo? -preguntó, señalándose con el dedo

-¡Sí, ! -dijo la chica, sonriendo con los ojos chispeantes-. De espaldas te veía como toda una doctora, pero al verte de frentejeres bellísima

La recién llegada alzó la mirada con más asombro

-¡Oh, y estás embarazada! —exclamó, más encantada que sorprendida

–Así es –contestó Luciana, algo divertida por la espontaneidad de la chica

-Doctora, ¿puedotocar tu pancita? -pidió, alzando la mano con una expresión tan dulce que no resultaba invasiva.

Normalmente, a nadie le agradaría que un desconocido pidiera semejante cosa, pero la naturalidad y ternura de la muchacha no generaba incomodidad en Luciana. Así que asintió con 

una sonrisa: (2

-Está bien. 12 

-¡Genial! -exclamó la joven.

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