Capítulo 563
+25 BONUS
Úna vez allí, recordó que durante la jornada laboral era complicado entrar a las habitaciones de hospitalización. Pensó, entonces, que tal vez Luciana estaría en Urgencias o en Consultas Externas.
Primero revisó el área de Urgencias y no la vio. Luego, pasó a Consultas. Tuvo suerte: Luciana efectivamente estaba atendiendo en consulta externa. Desde la puerta, se percató de que, cada vez que llamaban a un paciente, podía ver a Luciana dentro, bien sea sentada hablando con un enfermo o de pie, haciendo una revisión rápida. Ella lucía concentrada y en buen estado de ánimo. Nada en su semblante indicaba que estuviera sufriendo algún problema grave. 17
Fernando se tranquilizó un poco. “Al menos Alejandro no ha desquitado su furia con ella“, pensó. Sin embargo, tenía que asegurarse de que Luciana estaba realmente bien. Recordó, no obstante, la promesa que le había hecho a ella de mantener las distancias. Así que se limitó a observarla discretamente, sin acercarse.
Este silencioso seguimiento se prolongó hasta el mediodía, cuando las consultas terminaron y Luciana salió con su mochila al hombro, señal clara de que se marchaba. Fernando notó otro detalle: el guardaespaldas que Alejandro solía asignarle no estaba por ninguna parte, o tal vez él no lo detectaba.
Acto seguido, pasó algo más raro. Una vez afuera, Luciana tomó un camino que no conducía ni al departamento de Martina ni a la Casa Guzmán; era una tercera ruta. Fernando frunció el ceño, con una sospecha. Si no recordaba mał, ese camino llevaba a la zona de Calle del Nopal. ¿Qué hacía ella dirigiéndose hacia allá?
A paso lento, pues el embarazo ya se le notaba y la hacía caminar despacio, Luciana fue a un mercado local. Allí escogió un pollo para cocinar un caldo nutritivo y compró además un paquete de ingredientes listos para el caldo, con la idea de simplificar la preparación. Ya que estaba, se llevó también un ramillete de flores frescas para alegrar su hogar. Parecía conforme con sus compras y retomó su camino.
Detrás, Fernando la siguió sin que ella lo notara. Cuando la vio entrar a un conjunto habitacional de la calle Nopal, su cabeza se llenó de preguntas: «¿Dónde se está quedando Luciana? ¿Por qué aquí? Esto no puede pertenecer a la familia Guzmán, jamás vivirían en un edificio tan sencillo. Luciana vive ahora sola? ¿Y qué pasó con Alejandro?»
Absorto, Fernando se quedó abajo, sin atreverse a subir para no asustarla. Necesitaba respuestas. Su presión arterial se elevaba con cada nueva duda. Sacó el celular y marcó el número de Martina. «Si alguien sabe qué está pasando con Luciana, es ella», pensó
-¿Fernando? -respondió Martina-. ¿Algo sucede?
—Sí —repuso él, al grano-. Quiero saber qué pasa con Luciana. ¿Se mudó con Alejandro a algún edificio viejo en la Calle del Nopal?
-¿Qué dices…?
-No me mientas. Dime la verdad. No imagino al distinguido señor Guzmán rebajándose a vivir en un lugar tan… deteriorado. 1
-¡Oye! -Al escucharle ese tono casi agresivo, Martina se molestó-. ¿Por qué me hablas así? Si Luciana terminó en esta situación, es por culpa de ustedes. ¿Vienes ahora con aires de inocente?
-¿Qué…? -Fernando se sintió aún más ansioso-. ¿A qué te refieres? ¿Qué situación? Martina, ¡explícate!
Tch…
Martina soltó un chasquido, con tono sarcástico. Está bien, te lo diré. Después de lo que hizo tu madre, ¿no lo sabías?
Fernando se quedó callado un momento: acababa de enterarse de aquella historia, sí.
