apítulo 565
-¡Alex!
-¡Señor Guzmán!
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En ese momento aparecieron finalmente Sergio y Ronaldo, el director general de Empresa Casabella. Al ver la escena, se llevaron un susto y corrieron a separarlos, cada uno sujetando a uno de los peleadores.
-¡Suéltame! -rugió Alejandro, como si lo cegara la furia. ¡Hoy mismo lo reviento!
-¡Ja! -exclamó Fernando, con la respiración agitada. ¡Vamos, intentalo! Si no me matas hoy, “nieto“, no seré yo quien te respete.
-¡Pero bueno! -exclamó Ronaldo, tomando a Fernando de los brazos. Señor Domínguez, por favor, deje de provocarlo. Mire cómo lo ha dejado…
-Sergio, suéltame–ordenó Alejandro con rabia.
-Alex…-Sergio negó con la cabeza con resignación-. Si te suelto, lo matas de verdad. Llamaré a seguridad para que se lo lleven, ¿te parece?
-¡No!
-¡Tampoco!
Ambos hombres gritaron al unísono, cada uno más dispuesto a pelear que a retirarse, como dos hienas rabiosas que nadie podía frenar.
Ronaldo y Sergio se quedaron sin palabras. Con todo, el forcejeo bajó apenas un poco la intensidad, lo suficiente para que Fernando pudiera hablar:
—¡Alejandro! El día que pasó eso en el hospital, yo estaba inconsciente, y me enteré de todo recién ahora. Fue mi madre quien, aprovechando que Luciana dormía, le pidió a mi papá que la acomodara junto a mí en la cama. ¡ Luciana es completamente inocente! Ella ni siquiera se enteró. 4
-¿Qué?-Los ojos de Alejandro se entrecerraron; su mente procesaba la posibilidad de que fuese cierto.
<<¿En serio?>> pensó, pero enseguida su respiración se volvió más agitada, rehusándose a creerlo.
-¿Y esperas que me crea esa historia…? -dijo con una mueca-. ¿Te parece que soy tan ingenuo? ¿Qué me cuentas? ¿Un cuento más para salvar tus contratos?
La imagen de lo que había visto con sus propios ojos en el hospital, y las palabras que escuchó de Luciana, seguían revoloteando en su memoria.
-¡Tú! -Fernando sintió un nudo en el pecho-. Ja… Yo pensaba que de verdad amabas a Luciana, pero me equivoqué.
La mandíbula de Alejandro se tensó de golpe.
-Si no confías nada en ella, ¿con qué cara hablas de “amor? No la mereces–soltó Fernando, apartando con un tirón el brazo de Ronaldo que lo sostenía-. Yo le prometí a Luciana que no la buscaría hasta que pudiera verla solo como a una amiga. Pero ahora… ya no veo razón para guardar ese pacto. De ahora en adelante, yo cuidaré de ella. 10
Dicho esto, se giró y se marchó.
El silencio que quedó tras su partida era casi irreal. Alejandro permaneció en el mismo lugar, inmóvil y con el
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Capitulo 565
rostro gélido, sin exteriorizar emoción alguna. Nadie podía adivinar qué pasaba por su mente.
Después de varios segundos de silencio, Sergio carraspeó y habló con cautela. Le indicó a Alejandro que se tocara la comisura de la boca.
-Primo, ¿te duele? Se ve hinchado… deberíamos revisarlo.
Por fin, Alejandro reaccionó. Presionó la lengua contra el interior de su labio y se palpó suavemente.
-Tss… -chistó.
Y sí, dolía bastante.
Asintió con un leve movimiento.
-Sí.
En el auto de regreso, Alejandro llevaba una curita en la comisura y se presionaba con una bolsa fría, en silencio total. El chofer, junto a Sergio en el asiento delantero, tampoco se atrevía a abrir la boca.
-Detente -exclamó Alejandro de pronto.
Sergio y el chofer soltaron un suspiro de alivio, pues el silencio se tornaba sofocante. El conductor obedeció y se orilló.
-Dame las llaves -pidió Alejandro.
-Sí, señorrespondió el chofer, poniéndolas en su mano.
Sin más, Alejandro bajó y les ordenó:
-Conduzcan ustedes de vuelta a la oficina. Yo me iré solo.
-De acuerdo -respondió Sergio, y no hubo más protestas.
Alejandro subió al vehículo que se había detenido tras él, pisó el acelerador y puso rumbo hacia el Hospital Universitario UCM.
A diferencia de Fernando, que iba un poco a ciegas, Alejandro contaba con información privilegiada: tenía el calendario de guardias de Luciana, que recibía sin falta cada semana de parte de Rosa. Gracias a eso, sabía que, esa mañana, Luciana cubriría en hospitalización y, en la tarde, estaría en Urgencias. (6
Así que, al llegar, aparcó y se dirigió al área de Emergencias Vio dos ambulancias estacionadas. De una de ellas bajaban a un paciente en camilla, y el personal corría a su lado. 22
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