Capítulo 568
Capítulo 568
Sin embargo, sentía las piernas pesadas como si arrastrara un gran lastre. Luciana no lo quería a su lado, estaba claro. ¿De qué servía forzarla? “Los hombres de verdad saben soltar“, se dijo. Si ella parecía más feliz sin él… no valía la pena insistir.
***
Dos días después, todo siguió su curso habitual. Luciana estaba segura de que la visita de Alejandro fue solo para disculparse, sin pretender nada más, y empezó a relajarse en su rutina.
Aquella tarde, cargaba un fajo de historias clínicas ya revisadas, lista para archivarlas en el departamento de registro médico. Al abrirse el ascensor en su piso, se encontró, para su sorpresa, con Alejandro y Mónica dentro. Ella iba en silla de ruedas, con un suero conectado en su brazo izquierdo.
Luciana desvió la mirada, sin saludar. Se disponía a esperar el siguiente elevador, pero Mónica, al verla, miró a Alejandro con curiosidad. Él frunció el ceño, salió del ascensor y sujetó el brazo de Luciana.
-¿Eh?-exclamó Luciana, sobresaltada.
Observó el rostro serio de Alejandro mientras él le daba un rápido vistazo a su cara al natural.
-¿No ibas a tomar el ascensor? ¿Por qué no subes?
-Prefiero esperar el siguiente…
No hace falta —repuso Alejandro, presionándola con cierta firmeza para que entrara. -Hay espacio de sobra añadió, sabiendo que, en su estado, era mejor no hacerla esperar de pie.
Luciana abrió la boca, sin saber qué contestar, y terminó aceptando a regañadientes cuando las puertas se cerraron tras ella. Dentro, se ubicó en una esquina, abrazando las carpetas, como si entre ellos existiera un muro invisible.
Alejandro se percató de ello y frunció aún más el ceño.
Mónica, por su parte, los miró a ambos con curiosidad: su intuición le gritaba que algo pasaba entre ellos.
Luciana cambió el fajo de historias de un brazo al otro; comenzaba a pesar.
– Dámelas.
Alejandro alargó la mano, ofreciéndose a cargar los expedientes.
-¿Qué? -murmuró Luciana, sin entender al principio.
-Las historias clínicas -repitió él-. No dijiste que estaban pesadas, dámelas y te ayudo.
-No hace falta–contestó Luciana, con una sonrisa fría–Es solo un montón de papeles, puedo con ello.
“Apenas puede con ellos, pero no quiere aceptar mi ayuda” pensó Alejandro con un nudo en el pecho.
Está bien, como quieras.
“No la necesita -se dijo. Tampoco es una novedad.”
El elevador se detuvo y, en cuanto se abrieron las puertas, Luciana salió la primera, sin mirar atrás ni dirigirle la palabra. Alejandro apretó la mandíbula, sintiendo una punzada de molestia y tristeza: “¿De verdad era necesario fingir que ni me ve?”
-Alex–Mónica le dio un leve tirón en la manga.
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Capitulo 568
-¿Sí? –El bajó la vista hacia ella.
-¿Discutieron, cierto? ¿Porque la última vez estuviste de mi lado con lo de mi papá? ¿Y ella se enojó?
Alejandro se quedó pensativo un instante. Precisamente, aquella vez le dijo algo muy duro a Luciana, y recordaba
que
la vio llorar. Con seguridad, ya lo detesta. Si antes era un cero a sus ojos, ahora sería un número negativo.
Ocultando cualquier emoción en su rostro, negó con la cabeza y respondió:
-No, no hemos peleado.
Justo al contrario: se acababan de “reconciliar“, y probablemente ya no habría más peleas, porque cada uno seguiría su camino.
-Pero…
-La enfermera nos espera -la interrumpió con suavidad, apartando la atención-. Si perdemos la cita para tu chequeo, tendremos que volver a hacer fila.
Dicho esto, empujó la silla de ruedas en dirección al área de estudios médicos.