Capítulo 569
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Hacia las cinco o seis de la tarde comenzó a llover. Alejandro salió del ascensor con gesto serio: los resultados de los últimos exámenes de Mónica no habían sido favorables. Al llegar a la salida, distinguió a Luciana refugiada bajo el alero. Dedujo que no traía paraguas y se había quedado esperando a que dejara de llover.
Dudó un segundo y se acercó a ella.
-¿Sin paraguas?
Al oírlo, Luciana levantó la mirada y asintió con una sonrisa
-Eso parece.
-¿Te diriges a tu departamento?
-Si.
-Está lloviendo muy fuerte; puedo acercarte.
Su auto estaba en el estacionamiento subterráneo. Si Luciana lo acompañaba, no se mojaría.
-No hace falta -rehusó ella.
El semblante de Alejandro se endureció un poco, algo contrariado.
-¿Por qué no? ¿Por ser yo? Todavía no soy tu exesposo, ¿no? Solo te ofrezco llevarte; ¿qué problema hay?
-No es eso… -Luciana suspiró, sintiéndose algo injustamente acusada. Levantó su celular para mostrarlo–.Ya llamé a Martina y viene a recogerme.
“¿En serio?“, pensó Alejandro, sin creer del todo. Sintió un nudo en la garganta y, empeñado, replicó:
-Entonces esperaré contigo.
Luciana, sorprendida, arqueó las cejas con duda. “¿Desconfía de mí?“, pensó. Pero no tenía motivos para echarlo. Aquello era un hospital, no su casa. Así que ambos se quedaron ahí, codo a codo y en silencio, oyendo cómo la lluvia caía incesante.
Afortunadamente, Martina no tardó mucho en llegar.
-Luciana, ven con cuidado; el piso está resbaloso -le advirtió.
-No te preocupes, yo no estoy embarazada -bromeó Martina. Luego se fijó en Alejandro y miró a Luciana con desconcierto.
Luciana negó levemente con la cabeza y se volvió hacia Alejandro:
-Martina ya vino, gracias de todos modos–hizo un gesto como diciendo “ves, no te mentí“. Entonces, me voy.
Alejandro asintió; ya no tenía motivos para quedarse, pero aun así quiso agregar algo:
-El piso está resbaloso, lleva cuidado. No seas solo tú quien aconseja a los demás.
-Lo sé–respondió ella con una sonrisa ligera.
Con eso, Alejandro dio media vuelta y se marchó rumbo al estacionamiento. Cuando Martina notó que se alej se enganchó del brazo de Luciana:
-¿Qué fue eso? ¿Se han reconciliado?
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Capítulo 569
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¿Reconciliado?
rio Luciana. No, qué va. Se disculpó, mada más. Digamos que “en paz” con el pasado, ¿sf?
-Ah, ya veo. Martina frunció la nariz-. Que se disculpe está bien; pero ni se te ocurra volver con él.
-Descuida. Cuando uno ya recorrió un camino equivocado, no vuelve a transitarlo.
-Menos mal–murmuró Martina, tomando el brazo de Luciana-. Vamos, sujétate de mí y no te vayas a resbalar.
Al día siguiente, Luciana fue a la Estancia Bosque del Verano. Pedro había terminado su siesta, y Luciana traía pastel y fruta para compartir con él. Pero además de convivir, había venido con otro propósito.
-Pedro… lo llamó, notando lo tranquilo y despierto que lucía.
Él estaba mucho mejor que antes. Al oír a su hermana, levantó la mirada:
-¿Hermana?
-Pequeño, quería preguntarte algo: ¿todavía recuerdas a mamá?
—¿Ma… mamá? -repitió Pedro, con un aire confundido, sin ninguna claridad en la mirada.
Luciana suspiró internamente. Cuando su madre falleció, Pedro era demasiado pequeño para conservar recuerdos. -¿Y… tu papá? -prosiguió, llenándose de valor. Al pronunciar “papá“, sintió un leve nudo en el estómago. Sin embargo, Ricardo había sido un completo ausente. Tal vez Pedro tuviera alguna impresión de él.
-¿Papá…? – Pedro frunció su delicada frente, genuinamente extrañado-. ¿Tengo un papá?
era
El corazón de Luciana se encogió. Entendía lo que Pedro quería decir: “¿Tengo padre?“. De cierto modo, culpa” de Luciana. Siempre le habló de su madre, pero jamás le mencionó a Ricardo. El resentimiento la había hecho negarlo. Así que Pedro carecía de todo concepto sobre un padre.
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