Capítulo 57
En la cocina del hotel.
-Señor, aquí están los ingredientes que pidió. ¿Hay algo más en lo que podamos ayudarle?
Fernando inspeccionó los ingredientes y, con una sonrisa agradecida, dijo:
-Por favor, ¿podrían triturar los ingredientes y preparar el relleno? Ah, y también necesito que fermenten la masa.
Mientras hablaba, sacó varios billetes de miles dólares.
-Esto es un pequeño agradecimiento. Mi esposa tiene un antojo especial por tortellini, y les agradecería mucho su ayuda.
la de sopa
-¡No se preocupe, señor, con gusto lo hacemos! -Los chefs, que habían sido llamados a último momento, aceptaron el dinero con sorpresa y alegría, intercambiando miradas cómplices.
Fernando se arremangó y se colocó un delantal. Los chefs, entusiasmados, se dispusieron a ayudarlo con dedicación en la preparación de la sopa de tortellini.
Unos minutos antes, Alejandro también había llamado a la cocina para pedir una sopa de tortellini. No había olvidado que Luciana casi no había comido nada, y no podía dejar que ella y el bebé pasaran hambre durante la noche. Sin embargo, la respuesta que recibió fue la misma:
<<No hay más, el chef que prepara la sopa de tortellini ya se fue.>>>
Alejandro frunció el ceño, sintiéndose frustrado. ¿Qué se suponía que debía hacer ahora? Luciana, desde que estaba embarazada, se había vuelto muy exigente con la comida. ¡Y él no
para podía creer que ni siquiera fuera capaz de conseguir una simple sopa de tortellini ella!
-Alex–intervino Simón, acercándose con sus grandes ojos brillando de entusiasmo-. Yo sé hacer sopa de tortellini.
¿Ah? Alejandro lo miró, sorprendido, y luego sonrió.
–
-¿Y por qué no lo dijiste antes? ¡Vamos! —Se levantó de inmediato, llevándose también a
Juan.
—¿A dónde vamos? -preguntó Juan, confundido.
-A la cocina, a hacer
sopa
de tortellini.
Cuando llegaron a la cocina, se encontraron con que Fernando ya estaba allí, empujando un
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Capitulo 57
carrito con una gran sopera cubierta, que contenía la sopa de tortellini recién hecha. El pasillo era un poco estrecho, y Fernando sonrió al verlos. 1
-Perdón, ¿pueden hacerse a un lado? Tengo sopa caliente aquí.
Alejandro asintió y se hizo a un lado para dejarlo pasar.
pasar. Por
-Gracias -dijo Fernando, y ambos hombres continuaron su camino, rozándose al alguna razón, Alejandro se quedó mirando la espalda de Fernando mientras se alejaba, sintiéndose inexplicablemente desconcertado.
-¿Alex? -Juan lo llamó, sacando a Alejandro de sus pensamientos mientras entraban en la cocina.
Cuando los chefs escucharon que querían sopa de tortellini, uno de ellos se rio y comentó:
-Qué curioso, hoy todos quieren sopa de tortellini.
Alejandro frunció el ceño. ¿Alguien más estaba buscando lo mismo que él?
-Sí–asintió el chef-, justo como el caballero que salió hace un momento… -Mientras hablaba, abrió un contenedor de almacenamiento-. Estos son los que él preparó. Todavía quedan varios.
Simón se apresuró a decir:
-Nosotros compramos los que quedan.
-Esto… El chef parecía dudar, pero Alejandro, con calma y sin prisas, le ofreció-: Cinco mil dólares y los compro.
<<<¡Dios!>> El chef se quedó pasmado. Esta noche estaba siendo toda una sorpresa; cada cliente era más extravagante que el anterior.
Dinero en mano no ofende a nadie, así que el chef rápidamente aceptó.
-Muy bien, los pondré a cocinar de inmediato.
Alejandro no tenía intención de quedarse esperando. Le dio una instrucción a Juan:
-Cuando estén listos, llévaselos.
-Entendido.
De vuelta en su habitación, Alejandro acababa de salir de la ducha cuando recibió una llamada
de Juan.
–Luciana no está en la habitación de la señorita Soler. No sabemos dónde fue…
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-¿Alex? -Mónica abrió la puerta, sorprendida de verlo allí a esa hora-. Es muy tarde…
Alejandro bajó la mirada, quedándose en silencio mientras la observaba fijamente. Luego, sin decir una palabra, dio un paso hacia adentro con determinación.
-Alex–la voz de Mónica mostró un dejo de nerviosismo.
Alejandro miró a su alrededor, confirmando que Luciana realmente no estaba allí. Sin rodeos, preguntó:
-¿Dónde está Luciana?
-Eh… -Mónica abrió la boca, una mezcla de inocencia y algo de molestia en su tono-. No lo sé, solo me di una ducha y cuando salí ya no estaba.
Alejandro no respondió, pero la sospecha se reflejaba en su mirada.
Mónica esbozó una ligera sonrisa.
-Parece que ella tiene algún problema conmigo. Le ofrecí dormir aquí conmigo, y se fue sin decir una palabra, como si yo la hubiera echado… Alex, no quiero ser malintencionada, pero esa mujer tiene una mente muy astuta…
Si no conociera tan bien a Luciana, Alejandro podría haberle creído. Sin embargo, la duda se instaló en su mirada.
-¿De verdad no sabes?
¡Él la estaba dudando! ¿Por qué? ¿Por Luciana? Mónica frunció el ceño, sintiéndose atacada.
-¡Por supuesto que no! ¿Qué motivo tendría para mentir sobre algo así? —Se giró, dándole la espalda-. No puedo creer que me estés cuestionando por algo tan ridículo. Si te digo que no lo sé, es porque no lo sé.
Alejandro la observó, sus cejas fruncidas en un gesto de preocupación. Realmente estaba dudando de ella. Exceptuando aquella noche en el Hotel Real, su relación con Mónica había sido muy superficial. Apenas se veían, y no la conocía tan bien como pensaba. Pero después de lo ocurrido esa noche, Alejandro decidió no reprocharle más. Su tono se suavizó un poco.
-No te enojes, no debí dudar de ti.
Mónica, sintiendo que había logrado lo que quería, se volvió
para
abrazarlo.
-¿Cómo podría enojarme contigo? Alex, prométeme que no pelearemos por personas que no importan, ¿de acuerdo?
-De acuerdo -dijo Alejandro, aunque su mirada mostraba un brillo de duda. Aceptó, pero inmediatamente apartó su brazo-. Es tarde, deberías descansar. -Y sin más, salió de la
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habitación.
«Alejandro…>> Mónica intentó llamarlo, pero las palabras se quedaron atrapadas en su garganta mientras lo veía marcharse, sintiéndose desorientada. Sabía que él estaba molesto, pero ¿por qué? ¿Era por Luciana?
Algo no encajaba. Entre Luciana y Alejandro parecía haber algo más de lo que ella había imaginado.
***
Alejandro estaba en el centro del vestíbulo, sosteniendo su teléfono mientras marcaba el número de Luciana. En ese momento, Luciana disfrutaba de su sopa de tortellini cuando su teléfono empezó a sonar. Miró la pantalla y decidió no contestar.
-Luci, ¿no vas a contestar? -preguntó Fernando, curioso.
-No, es solo una llamada de publicidad -Luciana sonrió y apagó el teléfono sin pensarlo
mucho.
Mientras tanto, en el vestíbulo, Alejandro, al no recibir respuesta, frunció el ceño, su rostro oscureciéndose de frustración. «<¡Esta mocosa! ¿No sabe que estoy preocupado por ella?» pensó con rabia.
-Alex, aquí tampoco está -dijo Juan, mientras Simón también regresaba sin novedades. Habían buscado por todas partes, pero no encontraban a Luciana.
Simón, con sus grandes ojos curiosos, sugirió:
-¿Por qué no le llamas a Luciana?
Alejandro lo miró como si fuera un idiota.
-¿Crees que no lo intenté? Si una llamada fuera suficiente, ¿crees que estaría aquí buscando por todas partes?
-¡Tontos! -exclamó, y se fue furioso.
Juan y Simón se miraron, perplejos e inocentes. ¿Qué culpa tenían ellos de que apareciera…? 2
Luciana no
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