Capítulo 575
Al oirle mencionar a Fernando con tanto desprecio, Luciana se quedó perpleja.
–¿Qué tiene que ver Fernando? -preguntó, sin ocultar su molestia-. ¿Por qué lo desprecias así, de la nada?
-¿Te dolió que lo insultara? -replicó Alejandro, con una risa áspera y la mirada encendida—. Vaya, cómo brincas por él.
Luciana pensó: “¡Ya se puso en plan irracional!” y prefirió no desgastarse con discusiones. Lo observó con expresión fría y zanjó la conversación:
-¿Ya terminaste? Cuando acabes de despotricar, por favor, vete. No tengo cabeza para tus
arranques.
Dicho esto, se dejó caer en el sofá, girando el rostro para no verlo, sin la menor intención de ofrecerle siquiera un vaso de agua. “Si viene a portarse como un perro rabioso, pues que lo resuelva él solito“, reflexionó.
Alejandro, al notar su creciente enojo, sintió una punzada de arrepentimiento; no estaba allí para pelear. “¿Por qué me resulta imposible evitar que se enfade…?“, pensó con frustración.
-No te aceleres —dijo él, tratando de calmar la situación-. Aún no he terminado, no me iré hasta que escuchen mi propuesta.
Luciana lo miró con escepticismo. “Está decidido a quedarse, sin duda“, pensó. Su “descaro” a ojos de Luciana- no tenía límites.
Entonces, él se inclinó un poco hacia adelante y soltó, con voz baja:
-Luciana, deja que te ayude. Créeme, en este problema, solo yo puedo hacerlo.
-¿Eh? -murmuró ella, desconcertada, contemplando a Alejandro. “¿De eso se trataba todo esto?“, se preguntó. Entonces… ¿Por qué quería brindarle apoyo?
-No… titubeó Luciana, bajando la vista-. No lo necesito…
-¿De veras no lo necesitas? -Alejandro, anticipando su negativa, se mantuvo firme, sin perder la compostura-. ¿Por qué no?
Frunciendo el ceño, ella guardó silencio. Tal vez le daba pavor que la presionara o la chantajeara otra vez. Y su experiencia previa reforzaba esa idea.
-¿Crees que voy a forzarte de nuevo? -adivinó él.
Luciana sintió un escalofrío, pero no respondió. No necesitaba palabras; su silencio
–
1/3
Capitulo 575
confirmaba sus temores.
Él rio con amargura, sin alzar la voz:
+25 BONOS
-No te culpo por pensarlo. Pero esta vez no haré nada parecido. Ni ahora, ni nunca más.
Porque la situación había cambiado. Antes, él creía que Luciana sentía algo por él, aunque fuera mínimo, que había una chispa de afecto entre ambos. Pero ahora comprendía que todo aquello se había esfumado o, tal vez, nunca existió de verdad.
Con una media sonrisa en sus labios, que aun así se notaba vacía, Alejandro continuó:
-No llegaría a forzar a una mujer que no siente nada por mí. Si no hay espacio para mí en tu corazón, mantenerte a mi lado sería inútil; ninguno de los dos sería feliz. No haré esa tontería.
Sus palabras, aunque breves, cayeron con el peso de una sentencia. A Luciana la sorprendieron y la dejaron con un sentimiento indescriptible, difícil de digerir. “¿De verdad se resignó así?”, pensó.
-En fin -prosiguió él—, pásame los materiales que ya tienes. Yo podría investigar por cuenta, pero estaríamos duplicando esfuerzos, y no tiene caso.
mi
No supo por qué, pero a Luciana le pareció captar en su voz un dejo de agotamiento. Ante la transparencia de lo que Alejandro decía, no encontraba razón para seguir rechazándolo. Asintió con la cabeza:
-Está bien, voy por ellos.
Se levantó, fue hasta el estudio y regresó con un fajo de documentos en las manos.
-Te entrego las copias. Guardé los originales para la universidad.
Alejandro echó un vistazo rápido:
-¿Los originales están en la facultad o en la dirección del hospital?
-En la facultad -aclaró Luciana.
Después de todo, el reconocimiento se lo había ganado su tesis de graduación.
-¿Necesitas el documento original? -preguntó ella con curiosidad.
Alejandro se lo pensó unos segundos.
-No es seguro. Tú no te preocupes; si hace falta, iré yo mismo a la facultad a recogerlo.
-Ah, de acuerdo.
Con las conexiones que él tenía, realmente no era ningún problema.
2/3
nada ni le des vueltas a la cabeza.
3/3