Capítulo 586
-Necesito saber por qué viniste hoy. ¿Fue para cumplir con Ignacio y Delio como inversionista del proyecto… o fue por mí?
La pregunta directa tomó por sorpresa a Alejandro, cuyo rostro se tensó por un segundo antes de responder con otra pregunta:
-¿Tú qué crees?
-No lo sé -admitió ella-. Pero me gustaría que fuera solo por el proyecto.
-Por supuesto, es por eso -Alejandro rió con un matiz irónico. ¿Acaso creíste que venía únicamente por ti?
Luciana se quedó callada, un poco avergonzada, porque sí lo había pensado.
que
-Vaya… -soltó él, con una sonrisa un tanto sarcástica—. ¿De dónde sacaste esa idea de me aferraría a una mujer que ni siquiera está interesada en mí? ¿Crees que no hay más mujeres en el mundo? ¿O que yo no valgo nada?
Ella se quedó helada, pero también sintió un gran alivio interno. Se puso en pie de inmediato.
-Disculpa. Parece que malinterpreté la situación. Es que no quiero volver a esa relación insana que teníamos antes…
¿Una “relación insana“? Sentir esas palabras le causó a Alejandro un pellizco en el corazón, como si algo lo oprimiera con fuerza. Aun así, en su rostro solo había una leve sonrisa.
-Pensamos igual–dijo, imperturbable.
Se levantó también, guardando las manos en los bolsillos.
-No es tan temprano que digamos. Si estás cansada, déjame llevarte a casa.
Temiendo que ella se negara, aclaró enseguida:
-Tranquila, ya te dije que no estoy interesado. Pero no puedo dejar que una mujer embarazada ande sola a estas horas, va contra mis principios.
Con esas palabras, Luciana disipó sus dudas y aceptó.
-Entonces… gracias por llevarme.
El trayecto desde Casa Bellavista hasta el edificio de Luciana era bastante largo, así que aunque no había demasiado tráfico, tardaron cerca de media hora en llegar. Al estacionarse frente a su edificio, ella se bajó del auto.
1/2
Capitulo 586
-Gracias por traerme a casa. Subo entonces. Buenas noches.
-Buenas noches.
+25 BONOS
Alejandro permaneció dentro del vehículo, observando en silencio cómo Luciana se alejaba hacia la puerta. Por un instante, toda su compostura se vino abajo. Cerró el puño y golpeó con fuerza el volante, furioso consigo mismo.
“¿Qué demonios estoy haciendo?“, pensó con rabia. “Me pasé días sin dormir bien,
apresurándome para regresar… ¿para esto? ¿Para que me reciba con esa frialdad y deje aún más clara la distancia entre nosotros?”
De pronto, un retortijón le sacudió el estómago. Se llevó la mano a la cintura, apretando la zona con el ceño fruncido. Entre los excesos de alcohol de semanas anteriores y el desorden de los últimos días, su gastritis volvía a hacer estragos. Aun así, había insistido en volver a Muonio.
Recordó la pregunta de Salvador: “¿Amas a Luciana?“. Ni siquiera lo sabía. Solo sabía que la invitación de ella le rondaba en la mente y no pudo evitar regresar… para encontrarse con que, al final, a ella parecía no importarle.
Como había dicho Salvador, jamás la había cortejado realmente. ¿Por qué ella habría de sentir algo especial por él? Y aun si hiciera el intento, ¿cambiaría algo? Tal vez solo se estaba engañando.
***
Una semana después, habría un congreso médico en Reeton y Delio designó a Luciana para asistir. Como debía ausentarse por varios días, Luciana decidió ir a ver a Miguel antes de partir.
-Abuelo, estaré fuera una semana por trabajo. Mañana no podré visitarlo. Prometa que se portará bien y seguirá las instrucciones de los doctores y enfermeras.
-Claro, mi niña. Seré muy obediente -respondió Miguel con una sonrisa, aunque de inmediato preguntó, disimulando su curiosidad-. ¿Y Alex? ¿Por qué no vino contigo?
-Él está ocupado, yo también. Nuestros horarios casi nunca coinciden -explicó Luciana con la misma soltura de siempre-. Mejor así, abuelo: uno lo acompaña por la mañana y otro por la tarde. Así nunca se queda solo, ¿no?
-Tienes razón, Luci -el anciano asintió, pero internamente cada vez estaba más intrigado.
2/2