Capítulo 589
+25 BONOS
“Así que vino en serio“, pensó Alejandro, sintiendo una oleada de celos y amargura. ¿Acaso Luciana habría llamado a Fernando en vez de llamarlo a él? Esa sola idea le calaba hondo.
-Señor Domínguez -dijo con desdén-. A esta hora, afuera de la habitación de mi esposa… ¿ te parece apropiado?
Fernando soltó una risa burlona. Notaba la tensión entre Luciana y Alejandro. Estaba claro que si su relación marchara bien, ella jamás habría recurrido a él.
-No sé si sea “apropiado” —contestó con un deje de desafío. Pero Luciana me llamó. Está enferma y me pidió que la cuidara.
Alejandro lo miró con un brillo helado en los ojos. Se confirmó su peor sospecha: ella sí lo había buscado. El veneno del resentimiento le ardía en la sangre. Sin pensarlo, alzó las manos y agarró la solapa de Fernando.
-Fernando, ¿vienes a buscar la muerte? ¡Lárgate de aquí antes de que te mande a volar! ¡ Lárgate ya!
Alejandro no iba a tolerar que otro hombre se hiciera cargo de su esposa.
-Ah… -Fernando soltó un bufido-. ¿Por qué habría de irme? Lo que para ti es algo que no valoras, para mí es un tesoro.
-¡Maldito…! Los ojos de Alejandro se encendieron de rabia y levantó el puño para golpearlo.
—
Sin embargo, antes de que el golpe cayera, la puerta se abrió sin previo aviso. Ambos hombres se quedaron inmóviles al verla abrirse. Asomada en la penumbra apareció Luciana, recargándose con debilidad en el marco de la puerta. Con la mirada nublada, recorrió a los dos contendientes.
-Fernando… —dijo con voz cansada-. Llegaste al fin.
-Sí -respondió él, adelantándose un par de pasos para mirarla con ternura—. Compré algunas cosas, tardé un poco. ¿Cómo te sientes?
Hablando con delicadeza, le puso la mano en la frente para medir su temperatura. A un lado, Alejandro contenía a duras penas su furia, sintiendo que le ardían las entrañas. Luciana no solo lo había ignorado en un principio, sino que se dejaba tocar por Fernando, como si él mismo no
existiera.
Fernando frunció el ceño al percibir lo caliente que estaba Luciana.
-Debes ir al hospital ya mismo. Anda, entra y ponte algo abrigado. Yo te acompaño.
1/2
+25 BONOS
Capítulo 589
—Sí… está bien–aceptó ella, volteando para regresar a la habitación.
Sin embargo, de repente alguien la sujetó de la muñeca: Alejandro.
-¿Alejandro? -Luciana alzó la mirada, visiblemente confundida de verlo allí. ¿Qué haces aquí?
Por fin ella lo notó. Aquello debería alegrarlo, pero la mezcla de dolor y frustración era casi insoportable. Aun así, su voz sonó suave:
-Ya viene el médico, no te esfuerces saliendo a la calle. ¿Sí? No te conviene andar de un lado a
otro.
-No
contestó Luciana con un leve gesto de rechazo, mirando de reojo a Fernando-. Quiero que él me lleve al hospital.
—¡Luciana! —saltó Alejandro, apretándole la muñeca con fuerza, al punto de hacerla quejarse.
-¡Me lastimas! -exclamó ella, ofendida y dolorida.
Alarmado, Alejandro aflojó el agarre, pero no se separó.
Lo siento. Intentaré ser más cuidadoso…
En ese momento de tensión, apareció el doctor que Sergio había conseguido. Como dice el refrán, “médico que se trata a sí mismo…“; Luciana, a pesar de ser doctora, no podía curarse sin medicinas ni material adecuado.
Alejandro se inclinó hacia ella, en un tono casi como si le hablara a una niña:
-Ya llegó el doctor. ¿Podría revisarte? Sería descortés que viniera hasta aquí para nada…
Luciana se notaba insegura, con el ceño fruncido. Entonces, Alejandro dirigió la mirada hacia sus pies… y se encontró con que estaban desnudos. Lo invadió un impulso protector que no pudo reprimir.
Dio dos pasos y la cargó en brazos.
-¡Luciana! ¿Qué edad tienes para andar así? ¡Estás descalza y con fiebre!
La situó con cuidado en la cama y la cubrió con la manta. Aún exasperado, le preguntó:
-¿Dónde están tus calcetines? ¿Por qué no te los pusiste?
-Oh… -respondió ella, sintiéndose más atontada con la fiebre y el regaño.
2/2