Capítulo 598
Ella lo miró con una chispa de picardía en la mirada:
–Oye, me invitaste a venir, ¿verdad? Tú pagas, ¿no?
–Claro, ¿por qué lo preguntas?
-Por confirmar… -respondió Luciana en broma. Después, bajó un poco la voz, puesto que el mesero seguía cerca-. En adelante, no podré darme estos lujos tan seguido. Hoy pienso dejar mi estómago feliz.
Alejandro se tensó ligeramente. Su mirada quedó atrapada en la sonrisa de Luciana.
-Eso no tiene por qué ser así. Si quieres venir, puedo traerte cada vez que te apetezca.
-Tal vez lo digas solo por decir. Igual, gracias -respondió ella sin tomárselo muy en serio—. Pero mejor cuida que Mónica no se entere; no vaya a ser que se ponga celosa y te meta en un lío.
El nombre de Mónica salió de nuevo a la luz. Alejandro respiró hondo y trató de contener el malestar.
-Luciana, lo que pase entre nosotros no tiene que ver con… nadie más.
-¿Ah? -Ella se quedó pensando un instante y creyó comprender-. ¿La estás defendiendo, verdad? O sea, que no la culpemos de que terminemos en divorcio, ¿no?
Asintió para sí, con expresión de aceptación:
-Descuida, no la estoy culpando. Soy consciente de que nos separamos por falta de amor. Ya
lo sé.
El rostro de Alejandro se ensombreció todavía más. ¿De verdad creía que todo era tan simple? ¿ Que no había amor de su parte? “No tiene la menor idea“, pensó él con amargura.
De pronto, un mesero se acercó a la mesa empujando un carrito con los platillos.
-Disculpen, señor Guzmán, señora Guzmán. Les traigo la comida.
-Qué rico huele -soltó Luciana, sintiendo que el apetito regresaba.
-Adelante, a comer -invitó Alejandro. Y, como era su costumbre, se puso a quitarle las cáscaras a los camarones y a cortarle las costillas de cordero. Durante toda la cena estuvo al pendiente de ella.
-Come un poco más le recomendó.
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Cupido Rea
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-Sí, y tú también, no te quedes solo mirando.
-Claro–asintió él.
Entre la buena comida y la dedicación de Alejandro, Luciana casi olvidó el motivo de su reunión hasta que, ya bastante avanzada la cena, levantó la mirada y lo recordó:
-Cierto, ¿y el acuerdo de divorcio?-preguntó, echando un vistazo a su alrededor. No parecía traer ningún documento consigo. ¿Es en versión electrónica? Pásamelo al celular, si quieres.
Honestamente, ella pensaba que ni siquiera necesitaba verlo; pero si Alejandro había insistido en verlo en persona, tal vez quería formalizarlo de inmediato.
El tomó un sorbo de agua tibia y negó con la cabeza.
No lo traje.
-¿No?-repitió Luciana, perpleja.
No tengo ningún documento de ese tipo aclaró Alejandro con tranquilidad.
-¿Ni siquiera lo redactaste? -cuestionó ella, desconcertada-. Entonces, ¿viniste solo invitarme a cenar?
para…
—Ajá —afirmó él—. Al fin y al cabo, la gente debe comer, así que pensé en compartir la mesa contigo.
“¿Qué clase de respuesta es esa?“, pensó Luciana. Frunció el ceño y contraatacó:
-Mónica sigue teniendo boca, ¿no podría cenar contigo? ¿Para qué insistes en comer con tu… “futura exesposa“, si es que nunca hubo sentimientos en este matrimonio?
-Sí, podría reconoció Alejandro con total aplomo. Pero comer contigo me abre más el apetito.
—¿Qué…? —Soltó Luciana, sin entender nada. Lo consideraba absurdo.
Vamos, come un poco más insistió él, y le pasó otro trozo de costillas-. ¿Se te antoja repetir costillas de cordero? Puedo pedir más.
Sin esperar su respuesta, llamó al mesero:
-Por favor, una porción más de costillas.
Luciana lo miró incrédula. ¿Cuál era su propósito real? No le creía nada cuando decía que solo quería cenar con ella.
–No quiero más –dijo, dejando los cubiertos. No me trago que se trate de algo tan simple.
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Capitulo 598
Alejandro no hace nada sin un objetivo claro.
Él se vio en aprietos.
-¿Tan desagradable te resulta comer conmigo? ¿De verdad es para tanto?
—¿No me lo vas a decir? -insistió Luciana, incorporándose de golpe. Pues entonces no voy a seguir aquí.
Y con eso, tomó su bolso y su abrigo, dispuesta a marcharse.
—¡Luciana…! —exclamó él, sujetándole la muñeca. Ella forcejeó para liberarse.
—¡Suéltame! ¡Ah…!
De pronto, Luciana apretó con fuerza el brazo de Alejandro y se quedó quieta, cerrando los ojos.
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