Capítulo 61
Esa noche, Alejandro fue a Serenity Haven. Allí estaban Salvador Morán, Jael López, y también Jacobo Ponce, quien había estado ausente por más de un mes. Jacobo estaba sentado junto a la mesa de té, fingiendo con esmero mientras preparaba la infusión. Levantó la vista y le echó un vistazo a Alejandro.
-Vaya, Alex también está aquí. Anda, prueba el té que he preparado.
Alejandro tomó la taza y la bebió de un trago, señalando a Salvador y Jael.
-¿Y ustedes lo dejan aquí haciendo té?
-¡Como si pudiéramos detenerlo! Últimamente no quiere hacer otra cosa.
Jacobo suspiró y se sentó junto a Alejandro, con una sonrisa traviesa.
-Es que me aburro fácilmente, no como tú. Me enteré de que, mientras me ausenté unos días, tú te has encargado de arreglar las cosas tanto con la oficial como con la otra, ¿eh?
—¡Ja, ja, ja…!
-¡Eso es tener estilo! -Los hombres soltaron una carcajada.
Alejandro no les prestó ni una mirada. Un grupo de amigos sarcásticos, por fin habían encontrado una oportunidad para reírse de él.
-Vamos, Alex–Jacobo no podía contener la risa, lanzándole una mirada coqueta-. Dime, ¿ cuál te gusta más, la oficial o la otra?
Alejandro se quedó en silencio, pensativo.
-¿Hace falta preguntar? -Salvador, quien estaba jugando ajedrez con Jael, colocó una ficha y respondió-: Si estuviera contento con la oficial, ¿para qué tendría la otra? ¡Ja, ja, ja…!
-Es verdad -coincidió Jacobo.
Todos sabían que el matrimonio de Alejandro había sido arreglado por su abuelo, Miguel, y que él no estaba muy.contento con eso. Después de todo, ni siquiera se molestó en organizar la boda.
-No te preocupes —Jacobo le dio una palmada en el hombro—. Si a su abuelo le cae, déjalo
así. Con tus condiciones, ¿crees que vas a tener problemas con tu otra opción?
Alejandro le lanzó una mirada de desaprobación y apartó su mano.
-De tu boca no sale nada bueno.
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-Bah–Jacobo se encogió de hombros y dejó de bromear. Luego preguntó-: Hablando en serio, ahora que te has casado y tienes novia, ¿qué vas a hacer con «<su mariposa»? ¿Ya no la vas a esperar? ¿O ya la olvidaste?
Como sus amigos más cercanos, Jacobo y los demás sabían que Alejandro había tenido una chica especial en su juventud, un amor que marcó su vida. En su círculo, todos conocían la reputación de Alejandro por mantener sus relaciones limpias y ordenadas, pero pocos sabían que la razón principal era que su corazón siempre había pertenecido a alguien más. Aunque hacía años que no veía a su «mariposa», él seguía fiel a su promesa, esperando su regreso… Ahora, al escuchar la mención de Jacobo, Alejandro guardó silencio un momento, antes de esbozar una amarga sonrisa y sacudir la cabeza.
-No la he olvidado. Pero en esta vida, ya no creo que tengamos la oportunidad de volver a
vernos.
Había esperado tantos años, pero su «<mariposa»> nunca había regresado… Al notar el cambio en el ánimo de Alejandro, Salvador les hizo una seña a los demás.
-Vamos, a jugar basquetbol.
-¡Vamos! -Jacobo enganchó a Alejandro por el brazo-. ¡Vente, Alex!
***
Después de separarse de Salvador y los demás, Alejandro se dirigió al hospital, decidido a pasar la noche cuidando a su abuelo. La habitación VIP estaba en completo silencio, aún más en la quietud de la noche. Al llegar a la puerta, Alejandro escuchó una voz suave y pausada leyendo un pasaje de la Biblia. La Biblia era el libro de lectura nocturna de su abuelo, y esa voz… era de Luciana. Tragó saliva, y con movimientos cada vez más cautelosos, empujó la puerta y entró.
Junto a la cama, la voz de Luciana fue disminuyendo hasta que se escuchó la respiración tranquila de Miguel. Cerró la Biblia, acomodó la cobija sobre Miguel, bajó la intensidad de la luz y se levantó con sumo cuidado. Al darse la vuelta, se quedó paralizada. Con una mano sobre el pecho y los ojos bien abiertos, se encontró frente a Alejandro. Ambos se miraron por un instante, y sin decir palabra, salieron de la habitación en silencio.
—¿Qué haces aquí? —La voz de Alejandro cortó la quietud de la noche como una fina navaja, afilada y capaz de herir.
Luciana respiró hondo y esbozó una leve sonrisa sarcástica.
-Tu abuelo fue muy bueno conmigo, solo vine a hacerle compañía un rato. No sabía que tú vendrías, si no te gusta verme, me iré de inmediato para no incomodarte. -Terminó de hablar y se dio la vuelta para marcharse.
¡¿Cómo podía decir algo así?! ¡Siempre lograba enfurecerlo cada vez que la veía!
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-¡Detente! -Alejandro la agarró del brazo y la empujó contra la pared, atrapándola entre sus
brazos.
-¿Qué…?–Luciana quedó atónita. ¿Qué pretendía hacer? Se veía tan furioso… ¿No querría golpearla, verdad? Se sentía asustada; después de todo, sabía que no podría defenderse de él.
Tragó saliva nerviosamente.
-Cálmate, un buen hombre no golpea a las mujeres…
¿Acaso pensaba que él iba a golpearla? ¿Así lo veía ella, como un hombre sin principios? Con el rostro endurecido, Alejandro soltó una risa sarcástica. Con ambas manos apretó su mandíbula.
-Esa boca tuya… no está hecha para hablar, está hecha para…
-¿Para qué? —Los ojos de Luciana reflejaban una gran interrogante.
<<¡Para besarla!>> Esa era la única idea en la mente de Alejandro en ese momento. Quería morderle los labios con fuerza, sellarlos para que no pudiera decirle ni una palabra más que lo enfureciera. Lentamente, empezó a inclinarse hacia su parlanchina boca…
-Señor Guzmán, Doctor Herrera.
La voz de una enfermera que pasaba haciendo su ronda interrumpió el momento, saludándolos al pasar junto a la puerta.
-¿Vinieron a ver al señor Miguel? Es tarde, ya debería estar descansando.
De repente, Alejandro volvió en sí y soltó a Luciana.
—Sí, ya nos vamos -respondió Alejandro.
-Está bien. —La enfermera asintió y continuó con su ronda.
Luciana tiró de la manga de Alejandro.
-Vamos, vámonos ya. No les molestemos más.
—Sí.
Ambos salieron juntos de la habitación.
Luciana señaló en dirección a los dormitorios.
-Me voy ya.
-Está bien.
Alejandro respondió con su habitual frialdad, quedándose en su lugar, observando fijamente la
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figura de Luciana mientras se alejaba. Parecía calmado, pero solo él sabía que un sudor frío le recorría el cuerpo. ¡Casi besa a Luciana! ¿Qué demonios le estaba pasando? 1
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