Capítulo 62
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Al mediodía, Luciana almorzaba con Martina. Apenas se sentó, soltó un bostezo. Martina la miró fijamente, notando las ojeras debajo de sus ojos.
-¿Qué te pasó? ¿A qué hora te dormiste anoche?
—No lo sé, debió ser después de la medianoche.
Martina le dio un consejo:
-No te desgastes solo pensando en ganar dinero con trabajos extras, cuida tu salud.
—Sí, ya lo sé. —Luciana respondió con algo de vergüenza, sin atreverse a confesar que la razón
por
la que no había dormido bien no era por la traducción… sino porque cada vez que cerraba los ojos, veía el rostro apuesto de Alejandro, acercándose. ¿Anoche realmente intentó besarla? ¿Lo hizo o no? Pero, ¿y si sí? ¿Y si no?
—Luciana. —Martina de repente le puso una mano en la mejilla, sintiéndola-. Tienes la cara roja y un poco caliente. ¿Será que tienes fiebre?
—¡No! —Luciana se sobresaltó, riéndose con nerviosismo-. Es por la sopa, me calentó un
poco…
Por la tarde, de vuelta en el consultorio, Rosa la detuvo y señaló hacia la oficina del director.
-El profesor Delio dijo que cuando regresaras, pasaras por la oficina. Ya está allí.
-Oh, está bien. -Luciana asintió y se puso la bata blanca, preparándose para entrar.
Rosa la detuvo con una expresión preocupada-. Alonso también está allí, reunido con el director Ignacio, y no parece que las cosas vayan bien…
-Luciana.
Al escuchar esto, Luciana frunció el ceño.
Ignacio era el jefe del departamento y estaba a punto de retirarse el próximo año. Delio y Alonso, como subdirectores, eran los candidatos naturales para sucederlo, y por eso siempre habían estado en desacuerdo. Delio era más enfocado en su trabajo, mientras que Alonso era un experto en las relaciones interpersonales. El primero despreciaba al segundo, y el segundo envidiaba al primero.
Especialmente después de lo que sucedió hace poco, cuando Alejandro fue ingresado de emergencia tras un accidente. Esa noche, Alonso estaba de guardia como segundo turno. Si se presentaba una situación especial, Delio podía solicitar su ayuda, pero no lo hizo. Más tarde, todo el hospital se enteró. Delio no solo no pidió la ayuda de Alonso, sino que dejó que su estudiante, Luciana, realizara la cirugía sola, logrando un éxito rotundo. El evento se convirtió en una historia famosa, y todos elogiaron a Delio, no solo como el mejor cirujano, sino
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Capitulo 62
también como un excelente maestro que formaba a los mejores estudiantes. Desde entonces, Alonso había guardado un profundo resentimiento.
Luciana, con el corazón inquieto, se dirigió a la oficina del director Ignacio. La puerta estaba entreabierta, permitiéndole escuchar vagamente la conversación dentro.
Delio decía:
-Los asuntos de patrocinio siempre los ha manejado Alonso. Yo prefiero no involucrarme para no estropearlo.
-Eh, no digas eso, Delio. Todo el hospital reconoce tus habilidades…
Toc, toc. Luciana golpeó la puerta.
-Adelante.
Luciana entró con una sonrisa forzada.
-Director Ignacio, subdirector Alonso, subdirector Delio.
-Vaya. -Alonso soltó una risa sarcástica, señalando a Luciana-. Miren, Delio, aquí está tu alumna estrella. Esta chica es increíble, ¿no?
Ignacio, consciente de la tensión, había llamado a Luciana precisamente por esa razón.
-Luciana, llegaste en el momento justo. En lo que sucedió la última vez, cometiste un error al no informar a tus superiores y tomar decisiones por tu cuenta. ¿No deberías disculparte con el subdirector Alonso?
-¡Sí! -Luciana reaccionó rápidamente-. Subdirector Alonso, todo fue culpa mía. Fui imprudente, presuntuosa y me gusta hacerme la valiente. Esa noche tuve suerte, pero usted es un veterano, le pido que me disculpe esta vez.
-Así es, Alonso, tú sabes…
-Hum. Pero Alonso no estaba dispuesto a ceder-. En mi opinión, los asuntos de patrocinio deberían dejárselos a Delio y a su alumna estrella. Estoy seguro de que serán el doble de efectivos. —Dicho esto, se levantó-. Ya es tarde, tengo que subir al quirófano.
—
-Esto… El director Ignacio se quedó pensativo, suspiró y se dirigió a Delio-. No queda otra opción. No podemos retrasar lo del patrocinio, Delio. Tú y tu estudiante intenten resolverlo.
-Pero, director…
-Ah. -El director Ignacio levantó la mano, interrumpiéndolo. Pronto me jubilaré. Si vas a ocupar esta silla y lidiar con Alonso, tendrás que pasar por estas pruebas. -Luego miró a Luciana—. Luciana, cuando llegue el momento, arréglate bien y acompaña a tu profesor. Él no
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está acostumbrado a este tipo de eventos, así que dependerá de ti.
Esto… Luciana dudó, pero no se atrevió a rechazarlo.
-Sí, director.
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Cuando Martina regresó y vio a Luciana con su nuevo vestido, exclamó:
-Oye, mi cumpleaños aún no es, ¿y ya te estás arreglando?
-¡Qué va! Esto es para la batalla. —Luciana esbozó una sonrisa forzada-. No tengo tiempo, luego te cuento. -Agarró su bolso y salió apresurada.
En la esquina, Luciana llamó a Delio:
-Profesor, no consigo un taxi, si usted llega primero, por favor espéreme… Bien.
Colgó el teléfono, cada vez más ansiosa por la posibilidad de llegar tarde.
A lo lejos, un Bentley Mulsanne se acercaba lentamente.
-Alex–Sergio señaló hacia adelante, es Luciana.
Alejandro levantó la vista, y al instante frunció el ceño al ver lo que llevaba puesto: ¡el nuevo modelo de temporada de Chanel! Después de aquel día, ¿de verdad había seguido comprando? Pero él no había recibido ninguna notificación de gasto, lo que significaba que había usado el
dinero de otro hombre.
-Detente.
Sergio obedeció y detuvo el auto al lado de Luciana. La ventanilla bajó, revelando el rostro apuesto y distante de Alejandro.
-¿Esperas un taxi?
-Eh, sí.
Luciana se acomodó un mechón de cabello detrás de la oreja. Al verlo, recordó el beso que casi sucedió, y su corazón comenzó a latir más rápido.
El vestido está bonito.
Alejandro asintió ligeramente, desvió la mirada y dio la orden a Sergio.
-Sergio, arranca.
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