Capítulo 622
-Gracias.
El mesero se acercó, ofreciéndoles el menú. Ricardo pidió varios platos que sabía que a Luciana le gustaban.
-¿Te parece suficiente?
Sí, con eso basta.
Para Ricardo, que su hija lo hubiera invitado a comer era toda una sorpresa y lo entusiasmaba. Mientras tanto, él no dejaba de hacerle preguntas:
-¿Cómo has estado? ¿Y el bebé?
-Bien. Luciana respondía con monosílabos, sin demasiada intención de hablar sobre el
tema.
Entre los comentarios y preguntas de Ricardo, ella empezaba a perder la paciencia. De pronto, se decidió a ir al grano:
—Sobre la donación de hígado, hablaré con Pedro.
-¿Qué…? -Ricardo abrió los ojos con asombro, y su expresión parecía a punto de romperse en mil pedazos-. ¿Qué dijiste?
Luciana no repitió sus palabras porque sabía que él había escuchado perfectamente.
-Pero quiero que prometas una cosa.
-Luciana…
Ella se apresuró a continuar, temiendo que si dudaba un segundo, se arrepentiría. Lo miró con determinación.
-No le diré a Pedro quién eres en realidad. Y tú, ni nadie de tu familia, abrirá la boca al respecto.
Ricardo contuvo la respiración.
-Pedro cree que su papá, igual que su mamá, falleció hace años.
Luciana sintió un nudo en la garganta, sus pestañas se humedecieron.
—A sus ojos, tú eres solamente un tío que lo visita de vez en cuando.
–
-Luciana, yo…
1/3
Capitulo 622
+25 BONO
-¡Escucha bien! -insistió ella, sin dejarlo terminar-. Quiero que te mantengas al margen. Durante catorce años, Pedro jamás tuvo la oportunidad de llamarte “papá“, y ya no lo necesita.
Una llama de rabia y dolor se encendía tras los ojos de Luciana, enrojeciéndolos.
-¿Lo prometes?
Lo observó con la vista fija.
-Si puedes hacerlo, regresa a tu casa y adviérteles lo mismo a tu esposa y a tu hija. Yo me encargaré de hablar con Pedro.
-Luciana… Ricardo ya no pudo contener las lágrimas. Intentó mantenerse sereno, pero la voz le salía entrecortada-. Lo siento… lo siento tanto. No merezco tu perdón…
Ella alzó apenas las comisuras de los labios, con un amargo desprecio que le punzaba en el pecho.
-No se trata de merecer o no. Por más que me cueste admitirlo, Pedro y yo tenemos tu misma
sangre.
-Luciana…
-No me lo agradezcas. -Luciana esbozó una sonrisa frágil-. En lo personal, me da igual. Pero no soporto la idea de que algún día alguien le eche en cara a Pedro haber dejado morir a su propio padre, sin saber la verdad. Eso es todo.
Entonces, Ricardo se llevó las manos al rostro y rompió en un llanto incontenible:
-¡Perdóname, Luciana! ¡Perdóname, Pedro! ¡Soy un mal padre!
Luciana desvió la cara para no mirarlo. A estas alturas, el arrepentimiento de Ricardo era inútil. Ninguna disculpa podría reparar aquellos años perdidos…
***
Esa misma tarde, alrededor de las seis, Alejandro llegó al departamento de Luciana. Ella estaba tumbada en el sofá viendo una serie británica en versión original.
-Levántate un momento y estírate. Si sigues ahí, no te va a dar hambre a la hora de cenar sugirió Alejandro, tras dejar sus zapatos en la entrada. Llevaba consigo un ramo de rosas blancas.
Desde que Luciana mencionara no gustarle las rosas rojas, él había optado por las blancas. A menudo las traía frescas para reemplazar el ramo anterior. Así que se puso manos a la obra: tiró las flores marchitas, colocó las nuevas en un balde con agua y, luego de enjuagar bien el florero, lo rellenó.
2/3
Capítulo 622
+25 BONOS
Luciana se incorporó y caminó hasta él. Pasó la mano por los pétalos, dejando escapar un suspiro casi imperceptible:
-Alejandro.
-¿Sí? -Él volteó hacia ella.
Luciana no lo miró al principio; siguió observando los pétalos antes de hablar:
-¿Por qué insistes en traerme flores? ¿Crees que me gustan?
Alzó la vista con un deje de ironía.
-¿Por qué crees que me encantarían? ¿Es porque a Mónica le gustaban las flores?
Mónica sentía fascinación por ellas, sobre todo por las mariposas, y Alejandro le había llenado toda una terraza de plantas, incluso mandándole ramos al hospital.
-¿Entonces asumes que a todas las mujeres nos encantan las flores?
Today’s Bonus Offer
GET IT NOW
X
3/3