Capítulo 625
-Ustedes… Mónica, sin darle tiempo a Luciana de contestar, intervino de nuevo. Sus ojos denotaban una mezcla de nervios y emoción. ¿Estaban hablando de… un acuerdo de divorcio?
La mirada de Mónica pasó alternativamente entre Alejandro y Luciana, como si no pudiera creer lo que oía.
-¿Se van a divorciar?
Luciana la observó y soltó una pequeña risa antes de asentir con la cabeza.
—
Sí, así es.
-Esto…
La expresión de Mónica se iluminó, aunque intentaba disimularlo-. ¿Pero cómo va a ser posible? ¿No se casaron por insistencia del abuelo? ¿Él les dejará divorciarse?
Claramente, con esas preguntas buscaba recalcar que aquel matrimonio no había sido idea de Alejandro, sino una imposición familiar.
-¡Mónica! Tú no te metas en esto -gruñó Alejandro, con los ojos oscurecidos por el enojo.
Aun así, no podía estallar abiertamente, y Mónica, con los ojos enrojecidos, se quedó temblando:
-¿Por qué me gritas? ¿Estás enojado? ¿Dije algo que no debía?
Alejandro se quedó en silencio, sin saber qué responder. Porque sí, al principio todo había sido justo como Mónica decía… pero las cosas habían cambiado mucho desde entonces. Cuanto más callaba él, más se endurecía su expresión.
-Oye, cálmate -intervino Luciana, queriendo sacarlo del apuro-. ¿O acaso lo que dice tu novia” no es cierto?
((
Luego miró a Mónica.
-No te equivocas. Nos casamos por el abuelo. Pero descuida, el divorcio también está aprobado por él.
-¿En serio? -exclamó Mónica, incapaz de ocultar la alegría-. ¿De verdad el abuelo dio su consentimiento?
-Claro.
Luciana tuvo que contener una sonrisa divertida-. Así que felicidades, pronto podrán estar juntos con total libertad.
—S… sí… —Mónica, a punto de soltar un “sí” rotundo, se dio cuenta de su propio atrevimiento y bajó la voz, mirando de reojo a Alejandro-. Alex y yo… solo somos amigos.
1/2
Capítulo 625
+25 BONOS
-Ajá, claro. —La voz de Luciana sonó cargada de sarcasmo-. Y un novio y una novia también son amigos, ¿no? ¡Ay…! -Se quejó al sentir el apretón de Alejandro en su muñeca.
Los ojos oscuros de Alejandro parecían querer penetrar el interior de Luciana, como si buscara entender si su corazón se había vuelto de piedra para que ella lo empujara así, tan apresurada, a los brazos de otra mujer.
-Hablemos afuera ordenó con voz grave, mientras la tomaba del brazo y prácticamente la arrastraba hasta la salida.
-¡Alex! -gritó Mónica, ansiosa, haciendo el ademán de incorporarse de su silla de ruedas. Sin embargo, al moverse sintió que la herida le dolía y se quedó en su lugar, mirándolos con impotencia mientras se alejaban.
Aun así, en su mente retumbaban las palabras que más le importaban: el abuelo había accedido a que se divorciaran. ¡Para Mónica era la mejor noticia que había recibido en mucho tiempo!
***
Alejandro tomó a Luciana de la mano y la guio fuera del centro de chequeos médicos. Al llegar a la salida, se detuvo de repente, se giró con fuerza y bajó la mirada hacia ella.
-¿Por qué? ¿Por qué haces esto? -le pregunta, con la voz cargada de frustración.
-¿Por qué? -Luciana repite la palabra con un dejo de ironía-. ¿No se supone que ya lo sabes? Es porque no quiero seguir enredada contigo.
-Si insisto es porque me gustas… ¡me gustas de verdad! -exclama Alejandro, dejando escapar, por segunda vez en su vida, una confesión-. Luciana, me gustas.
Ella entorna los ojos y sonríe con dulzura, pero sus palabras suenan heladas:
-Pues yo no siento nada por ti. Ni un poquito. Nunca te he querido.
Alejandro se queda sin aire al escucharla. Siente un retortijón en el estómago. La observa detenidamente:
—Lo que haya pasado antes ya no importa. Voy a esforzarme para que cambies de opinión y me quieras en el futuro.
—¿Ah, sí? —Luciana no puede evitar soltar una risita burlona. Lo mira con seriedad y pronuncia su nombre completo-. Alejandro Guzmán, ¿de verdad crees que eres mejor que Fernando?
La mención de Fernando lo deja tenso, en silencio.