Capítulo 63
Capítulo 63
El auto se alejó, dejando tras de sí una nube de humo.
Luciana se quedó de pie, aturdida por el viento. Después de un rato, soltó una risa:
-Ja… ¡Qué celoso!
Miró el vestido que él había elogiado. ¡Así que aún estaba molesto porque Mónica y ella se habían fijado en el mismo vestido! «Qué hombre tan testarudo.» Luciana suspiró.
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+25 BONUS
Cuando llegó a Serenity Haven, las puertas del elevador estaban a punto de cerrarse.
-¡Esperen! ¡Por favor, esperen un momento!
Luciana corrió rápidamente hacia el elevador, pero su rostro se tensó al ver quién estaba adentro. Era Alejandro, él también había llegado ahí.
Dentro del elevador, la mente de Alejandro era un torbellino de pensamientos. ¿Luciana vestida así para venir a Serenity Haven? ¿Será que vino a ver al hombre que le compró el vestido?
Sin mostrar ninguna emoción, Alejandro levantó la mano y presionó el botón para cerrar las puertas. Sergio, que estaba detrás de él, no se atrevía a decir nada.
-¡Oye! -Luciana estaba a punto de entrar al elevador, pero la puerta se cerró sin piedad justo en su cara. Golpeó la puerta con la mano, molesta y apretando los dientes-. ¡Alejandro! -No le quedó más remedio que esperar el siguiente elevador.
Cuando finalmente llegó al salón privado, Delio ya estaba teniendo dificultades para manejar la situación solo. Como académico dedicado, en este tipo de eventos, si le servían alcohol, él lo bebía sin protestar. Luciana respiró hondo y se adelantó. 2
-Profesor, lamento la tardanza.
En cuanto entró, captó la atención de los hombres presentes, todos esperando a ver qué diría.
-Subdirector Delio, ¿esta joven es su alumna? -preguntó uno de ellos.
Delio respondió:
-Sí, es mi estudiante más destacada, Luciana Herrera.
-Vaya, eso es impresionante. Tan joven, y además una mujer tan guapa. -Alguien levantó su copa y agregó: Pero las reglas son reglas, doctora Herrera. Llegó tarde, así que debe pagar con un trago.
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Capítulo 63
+25 BONUS
En otras circunstancias, Luciana habría aceptado sin dudarlo. Desde pequeña, no fue criadal entre algodones, sino que aprendió a valerse por sí misma y conocía bien las reglas de la sociedad. Pero ahora, estando embarazada, no podía beber.
Luciana apretó los labios y dijo:
-Lo siento, no puedo beber.
El hombre se sorprendió por un momento, su desagrado era evidente, aunque seguía
sonriendo.
-Bueno, al menos debe brindar un sorbo por cortesía.
Luciana frunció el ceño, negándose. Delio intentó interceder por ella:
-Es una chica joven, yo tomaré en su lugar…
-¡Alto! -Una voz grave y enfadada interrumpió.
El que había hablado no era otro que Johan Loya, el propietario de Manta, la empresa de la que esperaban conseguir el patrocinio. Johan, que ya pasaba de los cuarenta, había logrado mucho en los negocios, pero su vida personal era bastante desenfrenada.
Desde el momento en que Luciana entró, Johan había fijado su mirada en ella. Al fin y al cabo, ¿ cuántas doctoras jóvenes no había conocido ya? Pero al ver a una belleza como ella, Johan contuvo su irritación, alzó la mano y le sujetó la mandíbula a Luciana. 2
-Doctora Herrera, piénselo bien antes de decidir si beber o no hoy. Si no me da el gusto, no pasa nada. Pero si no consiguen el patrocinio… en fin, eso no es problema mío.
Luciana apretó los labios y miró a Delio. Sabía que esta situación estaba afectando a su profesor. Si no hubiera sido por la insistencia de Alejandro aquella noche… Y ahora, si no conseguían el patrocinio, Delio podría perder la oportunidad de ser el jefe del departamento.
Respiró hondo y tomó la copa. Miró a Johan y le preguntó:
-Señor, ¿si bebo este trago, usted aceptará patrocinar?
-Por supuesto. -Johan levantó una ceja, su expresión se suavizó un poco.
-Entonces… Luciana comenzó a decir la palabra «bien», pero se le quedó atascada en la garganta cuando escuchó una risita desde la esquina de la sala.
-Pfft. -Aunque fue un sonido apenas audible, el ambiente se tensó de inmediato, y todos se giraron para ver de dónde venía.
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