Capítulo 637
Rosa ni siquiera dejó que Luciana respondiera. Con el ceño fruncido, salió corriendo rumbo a los baños. Allí, justo en la zona de lavamanos, encontró a Alejandro inclinado sobre el lavabo, vomitando. Esa noche apenas había probado bocado; tenía el estómago repleto de alcohol y se sentía muy indispuesto.
-Señor Guzmán… -dijo Rosa, ansiosa y conmovida al mismo tiempo. Con una mano sostenía una botella de agua y con la otra un paquete de toallas desechables, lista para ayudarlo a enjuagarse o limpiarse-. ¿Se siente mejor? ¿Necesita algo?
Luciana, que al final no pudo quedarse tranquila y fue tras ellos, se detuvo al ver la escena: Rosa lo atendía con un aire de preocupación genuina. La culpa le punzó el pecho; después de todo, si Alejandro estaba así era, en parte, por su causa. Pero al mismo tiempo, resultaba evidente que él no la necesitaba. Con el corazón apretado, Luciana dio media vuelta y se alejó sin decir palabra, hundiendo las uñas en sus palmas hasta sentir un ligero dolor. 88
Mientras tanto, Alejandro prácticamente había vaciado todo su estómago y, paradójicamente, se sentía algo aliviado.
–Señor Guzmán–insistió Rosa, ofreciéndole el agua y las toallas-. Tenga… enjuáguese la boca, limpiese un росо.
Alejandro le dirigió apenas una mirada, sin tomar nada de lo que le ofrecía. En su lugar preguntó:
-¿Por qué estás aquí? ¿Dónde está Luciana?
-¿Eh? -Rosa se quedó pasmada-. Ella… supongo que sigue en el salón. Traté de convencerla para que viniera, pero no quiso.
Al decir esto, Rosa no pudo evitar un leve reproche en su tono. Después, volvió a acercarle agua y toallas.
-Señor Guzmán, tome.
-No hace falta -rechazó él, sin mirarla siquiera. En su lugar, tomó agua del grifo, se enjuagó la boca, sacudió las gotas con la mano y regresó a la sala.
Al no encontrar a Luciana en ninguna parte, su mirada se posó en Rosa con aire de reproche.
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-¿Por qué no te quedaste con ella? ¿Para qué me sigues a mí?
-Yo… -Rosa se sintió tan cortada que no supo ni qué contestar. ¿De eso se trataba? ¿Que ella solo existiera para vigilar a Luciana? 1
Alejandro sintió un ramalazo de angustia: Luciana no podía haber llegado muy lejos. Si corría a buscarla, quizá todavía la alcanzaría. Salió a toda prisa, se subió a su auto y manejó hasta la calle principal. Efectivamente, en la primera esquina la vio caminando con cuidado, como si fuera hacia el metro.
La familiar silueta del Bentley se detuvo a su lado, y Alejandro bajó del auto para cortarle el paso.
—Luciana -la llamó, trotando para ponerse frente a ella.
Ella se sobresaltó un poco. ¿El ya estaba bien? Observándolo con detenimiento, notó que su rostro lucía más pálido de lo normal y que respiraba algo agitado. No parecía estar del todo recuperado. Con cierta preocupación quiso decirle algo:
-Alejandro…
-Luciana… -murmuró él, acercándose un par de pasos. Sin previo aviso, apoyó la cabeza en su hombro y adoptó un tono lastimero-. Me siento muy mal… vomité hace un momento.
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Luciana, incómoda, no se atrevía a moverse para no desequilibrarlo. Pero, a la vez, le urgía apartarlo.
Si te sientes tan mal, ve con un médico.
-Pfft… Él dejó escapar una risita, como si hubiera estado esperando esa respuesta-. Claro, por eso vine contigo, doctora. Me duele mucho el estómago… ¿puedes revisarme?
Mientras hablaba, tomó la mano de Luciana y la colocó sobre su abdomen.
-¡Basta! -protestó ella, frunciendo el ceño-. No tengo instrumental ni medicinas, ¿qué se supone que haga? ¡ Ve a un hospital!
-No voy a ir–replicó Alejandro, con la obstinación de un niño-. Si no quieres hacerte cargo, entonces me dejaré morir de dolor… jugh!
Volvió a encogerse, presionando su estómago con un gesto de sufrimiento.
-¡Luciana! -Juan no supo en qué momento bajó del auto, pero se notaba que estaba preocupado y un poco desesperado-. Últimamente Alejandro ha estado mal del estómago. Como no quiere ir al hospital, ¿podrías echarle una mano?
Luciana no contestó de inmediato.
Por ahora, pónganlo en el auto–dijo finalmente.
-Ah… sí, claro ‘respondió Juan, pensando que aquello significaba que había accedido a ayudar. 1
El coche se puso en marcha, pero cuando estaban por llegar al hospital anexo, Luciana pidió: 1
-Deténganse en la siguiente esquina. (4)
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