Capítulo 643
Pero Luciana no se quedaba quieta en su regazo, retorciéndose con incomodidad.
+25 BONUS
-Hmpf… -murmuró él, con una risa apenas audible–.¿tra vez quieres deshacerte de mí después de que te ayudo? ¿Tan fácil crees que es mandarme a volar?
-¿Deshacerme de ti? -repitió Luciana, confundida. ¿Por qué ese comentario? Aunque, sí era cierto que él le había aliviado el calambre.
-¿Entonces qué pretendes? -dijo con un ligero malestar en la voz.
Alejandro la rodeó con un brazo y comenzó a masajearle con el otro.
-Solo intento ayudarte… ¿Te sientes mejor así?
Ella apretó los labios y acabó asintiendo en voz baja:
-…Sí, gracias.
-Un gusto servirte -murmuró él con suavidad. Al ver que ella recuperaba algo de color en el rostro, la ayudó a recostarse sobre la cama y le secó un poco el sudor de la frente-. Lávate la cara y sal para que desayunemos, ¿sí?
Está bien… -accedió Luciana. Pero en ese momento notó algo-. ¿Y tu cara? ¿Qué te pasó?
En la mejilla de Alejandro se veía un corte de al menos un centímetro y medio de longitud, muy vistoso.
-¿Ah? -Él se llevó la mano para tocarse. Supongo que fue un pedazo de vidrio.
-¿Vidrio? -repitió Luciana, cayendo en la cuenta-. ¡Espera, ¿cómo entraste aquí?!
Alejandro soltó una risita seca, señalando hacia afuera.
-Toqué el timbre y no respondías, así que crucé por el balcón del vecino. Como la puerta estaba cerrada, rompí el vidrio para entrar.
-¿Q–qué…?–Luciana se quedó sin aliento, entre molesta y asustada-. ¡Eso es una locura! ¡Estamos en un octavo piso! ¿Qué habría pasado si te hubieras caído?
Se le agolparon muchas recriminaciones en la mente, pero su orgullo y su lógica la frenaron de externarlas en voz alta. Terminó mascullando:
-¿Y tenías que romper mi puerta de cristal? Eso… eso…
Cuando Alejandro notó la mirada de Luciana, llena de reproche, sintió cómo su ánimo se nublaba.
-Luciana, yo… —balbuceó con una amargura evidente.
¿No podía mostrar al menos un poco de preocupación por él? ¿Acaso ella carecía de corazón? Durante unos segundos, se mordió el labio con frustración y al final solo pudo preguntarte en un susurro:
-¿En verdad no tienes ni una pizca de compasión?
Aunque le dolía su actitud, él dejó escapar un suspiro antes de revolverle con cariño el cabello.
-Ya, tranquila. Es solo un vidrio. Luego mandaré a alguien para que lo repare, ¿está bien?
Con estas palabras, se dio media vuelta para dirigirse a la puerta. Tenía que recoger el desayuno que había quedado fuera. Al girar el cuerpo, Luciana notó que sus manos también presentaban cortes.
1/2
Capítulo 643
+25 BONUS
Se levantó de la cama y, cuando Alejandro volvió con la comida, ella apareció sosteniendo un botiquín de primeros auxilios.
-Siéntate ordenó, señalando el sofá.
-Ah… claro. Sus ojos recobraron un atisbo de brillo y se sentó con obediencia-. ¿Y eso?
Ella bufó y rodó los ojos.
-Extiende las manos.
-Ok–aceptó de inmediato. Al contemplar las heridas, Luciana se percató de que, por fortuna, eran superficiales. Lo mismo sucedía con el corte en su rostro.
Tras desinfectar y aplicar un poco de pomada en las lesiones, comentó:
-Déjalos respirar. Se sanarán más rápido si no te los vendamos.
Capítulo 644
Capítulo 644