Capítulo 646
A primera hora, Ricardo pasó por Luciana. Al subir ella al auto, él notó que su rostro lucía cansado, con una expresión sombría.
-¿Te sientes mal? ¿Te pasó algo?
-Nada–contestó Luciana, volviendo en sí. Solo que últimamente duermo fatal.
-Ah, claro–respondió Ricardo, sonriendo con naturalidad. Cuando una mujer está en las últimas etapas del embarazo, es muy difícil conciliar el sueño. Estás incómoda con la barriga grande, y encima hay que levantarse cada rato al baño… Tu madre, cuando te esperaba a ti… Se interrumpió de golpe.
Fue evidente que ambos comprendieron que no era momento para mencionar a la madre de Luciana; Ricardo ni siquiera se consideraba con derecho a evocarla en voz alta.
Luciana tampoco tenía deseos de hablar, así que cerró los ojos y recargó la cabeza en el respaldo del asiento. Solo cuando el auto se detuvo, volvió a abrirlos.
-¿Ya llegamos?
Bajó y vio frente a ella un edificio de oficinas, mirándolo con desconcierto.
¿Para qué vinimos aquí?
-Entra y verás -respondió Ricardo mientras la ayudaba con el brazo—. Ten cuidado, camina despacio.
Luciana avanzó junto a él hasta subir por el elevador. Al salir, un gran logotipo tras la recepción les indicaba que se trataba de un bufete de abogados. Ella, confundida, se detuvo en seco.
-¿Por qué estamos en una firma de abogados? —exigió saber, sin moverse.
Ricardo, viendo su resistencia, suspiró:
-Siempre tan impaciente… ¿No puedes esperar a que entremos para explicártelo?
-¿Lo dices o no? -insistió Luciana, entornando los ojos.
—Está bien, está bien. —Levantó las manos en un gesto de rendición. Hoy vengo a redactar mi testamento y, además, quiero adelantarte algunas cosas.
-¿Testamento? -repitió ella, frunciendo el ceño con más fuerza, reacia a dar un solo paso.
Es algo necesario – añadió Ricardo con una sonrisa amarga. Tú, como doctora, lo sabes mejor que yo: subir al quirófano no garantiza que baje con vida. La operación es seria, y si algo me pasa, al menos dejaré todo en orden.
Luciana no encontraba palabras para responder. Tenía razón y, a la vez, no soportaba escucharlo.
-El médico seguramente te dijo que mantuvieras la calma, que no pensaras en lo peor…
-No es que me deje llevar por fantasías -replicó Ricardo, percibiendo la suavidad en la voz de su hija. Al fin y al cabo, así era Luciana: un corazón tierno, igual que su madre, Lucy.
El recuerdo de su esposa fallecida humedeció la mirada de Ricardo.
—Necesito mi paz mental. Si no logro salir con vida de la cirugía y voy a reunirme con tu madre… no quiero dejar a mis hijos desamparados. Quiero asegurarme de que estén protegidos…
Con un leve ademán, la invitó a avanzar hacia la oficina, tratando de bromear:
Capitulo 046
+25 ROHUS
—Tranquila, esto te conviene. No te estoy vendiendo ni nada por el estilo.
Una vez dentro, el abogado, que ya los esperaba, los atendió en una sala privada.
Now
Señorita Herrera, por favor revise estos documentos dijo, colocando una carpeta frente a Luciana y abriéndola –. Aquí está el desglose de todas las propiedades que posee el señor Ricardo.
Ella bajó la mirada, repasando uno a uno los renglones en silencio.
-Eso no es todo continuó el abogado. Hay ciertos bienes que se transferirán de inmediato a su nombre y no forman parte del testamento. -Entregó otra lista. Aquí tiene, señorita Herrera. Revise este inventario de lo que se le asignará de manera individual.
-¿Qué…? -Luciana apenas tuvo tiempo de echarle un vistazo a la hoja adicional. Sorprendida, alzó la cabeza y vio a Ricardo.