Capítulo 657
-¿Qué?
La expresión de Martina cambió drásticamente.
-¡Mamá, no llores! Voy para allá ahora mismo… Hablamos cuando llegue, ¿sí?
Cortó la llamada con prisa, visiblemente alterada.
-¿Qué pasó? -preguntó Luciana, preocupada al ver el semblante pálido de su hermana.
-Luciana… —Martina, a diferencia de su hermana, tenía las emociones a flor de piel. Fue abrir la boca y rompió en llanto-. ¡Mi hermano… se lo llevó la policía!
-¿Qué?
Resultó que unos acreedores habían ido a la casa de los Hernández a exigir el pago de una deuda. El hermano de Martina, Marc Hernández, se alteró al sentirse presionado y terminó agarrándose a golpes con ellos. Marc, joven y con la sangre caliente, además de haber servido en el ejército, no encontró rival que se le resistiera. El resultado fue que el acreedor acabó en el hospital… y Marc, en la comisaría.
Martina se vistió a toda prisa, tomó su bolsa y las llaves.
-Marti, déjame ir contigo -ofreció Luciana, inquieta por la situación.
-No hace falta -Martina negó con la cabeza-. Sé que quieres ayudar, pero estás embarazada. Si vas conmigo, voy a estar más pendiente de ti que de cualquier otra cosa.
Entre ellas no hacían falta rodeos. Luciana entendió el motivo y cedió.
-Está bien. Llámame en cuanto llegues.
-Claro.
***
Martina salió volando hacia la comisaría. Allí estaban sus padres, Laura Gómez y Carlos Hernández, junto con el abogado que habían contratado.
—Papá, mamá, ¿qué pasó?
Marti… —Laura tenía los ojos hinchados de tanto llorar. Le tomó la mano a su hija—. ¿Y ahora qué va a ser de tu hermano? Está tan joven… si esto termina mal… —sollozó.
-Tranquila, ma… —Martina trató de calmarla y entonces miró a su padre y al abogado-. ¿ Hablaron con la otra parte? Podemos pagar, lo que pidan, de verdad.
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-Sí, ya lo intentamos–asintió el abogado con seriedad.
Carlos soltó un suspiro resignado.
-Pero no quieren llegar a un acuerdo. No aceptan ninguna compensación.
Aquello significaba que se empeñaban en llevar a Marc a la cárcel. Martina sintió cómo se le helaba el corazón. Su hermano, apenas dos años mayor que ella, estaba en la flor de la vida. Pensar en que terminara preso era desgarrador.
-¿Hay alguna forma de sacarlo bajo fianza?
-No, todavía no -negó el abogado-. La otra parte sigue en el hospital, y las condiciones para la fianza no se cumplen en este momento.
-Entonces…
remedio?
-Martina apenas podía creerlo-. ¿Marc tiene que quedarse encerrado sin más
El silencio pesó en el ambiente mientras todos se preguntaban cuál sería el siguiente paso.
***
Salvador estacionó su auto a la ligera en medio del patio de la comisaría. Era evidente que no se suponía que lo hiciera ahí, pero, primero, no pensaba quedarse mucho rato; segundo, todos en la estación lo conocían de sobra. Bajó del coche mientras sostenía el teléfono, rodeando la parte trasera para abrir la cajuela.
-¿Aló?… No, sal tú por esto… o manda a alguien de tu equipo a buscarlo… ¡Ah, qué lata!
No se supo qué le contestaron del otro lado, pero Salvador se echó a reír con cierto fastidio.
-Está bien, está bien. Yo te lo llevo adentro.
Dicho esto, tomó una bolsa del maletero. Colgó la llamada con un gesto de resignación, arqueando las cejas.
-Para eso volví hoy a casa… para que me mandaran a traerle sopa a mi hermano mayor.
Con la bolsa en la mano, el señor Salvador Morán se dirigió hacia el interior del edificio. La oficina de su hermano estaba en el segundo piso, así que, al pasar por el vestíbulo, sus ojos se deslizaron con aparente indiferencia… hasta que de pronto se detuvo en seco.
Salvador entornó los ojos y esbozó una sonrisa ladeada.
-Vaya, vaya… ¿y esa chica quién es?
Le hizo una seña a un oficial que pasaba por ahí.
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Disculpa.
Señor Morán. —El policía lo reconocía bien: era el hermano del jefe.
-¿Necesita algo?
-Mira… -Salvador señaló con un leve ademán hacia donde estaba Martina-. Esa joven tan guapa, la que está llorando… ¿por qué está así?
-Oh, ella. El oficial suspiró-. Es familiar de un detenido, creo que es su hermana. —Y procedió a contarle por encima la historia de Marc, la pelea y el ingreso al hospital de la otra parte. En pocas palabras, esa es la situación.
-Ya veo. -Salvador asintió, dándole una palmadita en el hombro al oficial-. Muchas gracias por la información.
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