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Capítulo 661
Ella abrió la puerta y se quedó atónita al verlo allí, en persona.
-Luciana…
Alejandro no le ofreció el recipiente de inmediato. Sus ojos profundos la contemplaban desde arriba, casi con la curiosidad de un gato ante un pez.
-Hoy está nevando bastante.
-¿Eh? Sí, sí… -Luciana respondió algo desorientada, asintiendo con la cabeza-. Cuando te vayas, maneja con cuidado, ¿sí?
-…Está bien.
Sin embargo, él no le entregó la comida, sino que entró directo al apartamento, pasándole por un costado. Se detuvo un segundo junto al mueble donde se guardaban los zapatos y preguntó:
-¿Todavía guardas mis pantuflas?
-Eh… —Luciana no supo qué contestar. La realidad era que ya no las tenía.
Comprendo. -Alejandro sonrió con un matiz irónico, se quitó los zapatos y continuó descalzo sobre sus calcetines-. Esto está pesado, déjame llevarlo a la cocina y lo dejo listo. Después me voy.
-Oh… gracias.
Luciana lo siguió, observando cómo, con toda calma, él sacaba uno por uno los platillos. Mientras tanto, ella sentía en su interior una lucha de emociones. Tenía la oportunidad enfrente: Alejandro podía ayudar a Marc. Puede que no fuera su asunto meterse, pero Marc era el hermano de Martina, su mejor amiga. Si querías a alguien, también te importaban las personas importantes de esa persona, ¿no?
-Listo. -Alejandro terminó de acomodar todo y la miró fijamente-. Entonces… ¿me voy?
Luciana abrió la boca, el corazón le latía a mil. No le dijo “adiós” ni “gracias por venir“. Se le escapó una pregunta absurda:
-¿Te… te apetece un vaso de agua?
-¿Mm? -Alejandro alzó una ceja—. Claro.
-Ahora te lo traigo.
Luciana fue hasta el dispensador, tomó un vaso y lo llenó con agua tibia. Alejandro, entrecerrando los ojos, no pudo evitar una leve sonrisa. Era evidente que Luciana estaba al borde de pedirle un favor, pero parecía debatirse internamente. No tenía prisa, la dejaría hablar a su ritmo.
-Toma, es agua tibia, te caerá bien al estómago.
-Gracias.
Alejandro bebió un sorbo y al mismo tiempo la observaba. ¿Cuánto tardaría en sacar el tema? ¿Cuánto más se debatiría?
-Uf, estoy algo cansado. – De pronto, jaló una silla y se sentó-. ¿Te molesta si descanso un momento?
-No, no, en absoluto. -Luciana negó de inmediato y tomo asiento también. Hizo un gesto torpe, intentando justificar su invitación-. Con tanta nieve, es mejor esperar un poco.
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Capítulo 661
-St.–El sonrió divertido, sin apartar la mirada de ella.
Luciana deseó no haber hablado; se sentía tonta por la forma en que lo dijo. Tras unos minutos de incómodo silencio, Alejandro dejó el vaso en la mesa y lanzó un vistazo a los recipientes de comida.
-¿No vas a cenar? Se va a enfriar.
—Oh… sí, sí voy a comer. -respondió ella, con la mente en otro lado-, Oye, si gustas, podemos compartir. Hay bastante comida.
Alejandro arqueó una ceja.
-¿Me estás invitando?
Luciana apretó los labios, sosteniendo la incomodidad y la vergüenza que sentía. Al final, asintió con cierta determinación.
-Sí… te invito.
-Perfecto. -Antes incluso de que terminara de hablar, él ya había aceptado. No solo eso, sino que se puso de pie para ir por los cubiertos, con la misma soltura de alguien que estuviera en su propia casa-. Bueno, a comer.
Se sentaron uno frente al otro. Alejandro comenzó a pelarle los camarones a Luciana y, a la vez, cortó un trozo de filete para sí mismo.
-Tenía hambre, la verdad.
-Entonces come todo lo que quieras. -dijo Luciana en voz queda, intentando sonar hospitalaria.
-Ajá… -Él mordió una albóndiga y asintió satisfecho-. Amy tiene un don especial para estas recetas.
-¿Te gustan?-Luciana tomó el tenedor-. Hay más en la olla, puedo ponerte otra… 1