Capítulo 671
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La recuperación de Pedro avanzó rápido; la misma noche de la operación ya había recuperado la conciencia. Al día siguiente, cuando Luciana fue a visitarlo, él la saludó con un gesto desde detrás del cristal de la sala de
aislamiento, moviendo los labios para decir: “Hermana“.
Luciana le devolvió una sonrisa radiante, levantando el pulgar.
-¡Pedro, eres increíble!
Haber podido donar parte de su hígado ya era digno de admiración, pero salir del quirófano sin contratiempos era un logro aún mayor. El chico se sonrojó tímidamente.
Al mediodía, tras cumplirse las primeras 24 horas, los médicos autorizaron el traslado de Pedro a una habitación VIP en la unidad de hepatología. Una vez instalado, los hermanos pudieron verse cara a cara.
Luciana le sujetó la mano y le acarició la mejilla:
-Pedro, ahora lo más importante es que descanses. Si necesitas algo, lo que sea, dímelo. Estos días me quedaré en el hospital contigo.
-¿De verdad? ¡Genial! -Los ojos del chico brillaron de entusiasmo, aunque acto seguido se preocupó . ¿Pero no será demasiado pesado para ti, hermana?
Se acordaba de que Luciana estaba embarazada. Ella se rió suavemente.
-¿Te angustia mi bebé? No te preocupes, no estoy haciendo ningún esfuerzo. Contamos con los médicos, las enfermeras y también la ayuda de Balma. Yo solo charlaré contigo, ¿vale?
-¡Sí, perfecto!
Con la compañía de su hermana, Pedro se sentía protegido y contento. Durante los dos días siguientes, Luciana se quedaba en el hospital de sol a sol. Llegaba temprano en la mañana, y una vez que Pedro conciliaba el sueño por la noche, ella regresaba a su apartamento. Aquello era tan tranquilo como se podía desear en medio de una recuperación.
Esa noche, Pedro se durmió más tarde de lo habitual, de modo que Luciana llegó a casa casi a las diez. Después de ducharse, se metió en la cama con la intención de revisar un poco el teléfono antes de dormir. Apagó la luz y no habían pasado ni dos minutos cuando el timbre del departamento sonó de repente.
Luciana se incorporó de un salto y fue a abrir la puerta. Al hacerlo, la golpeó un soplo de aire helado mezclado con un fuerte olor a alcohol.
Alejandro estaba recargado contra el marco, esbozando una sonrisa que dejaba ver lo mucho que había bebido.
-Luciana…
Por el olor que desprendía, se notaba que había tomado de más.
-¿Saliste a beber? -Ella frunció el ceño-. ¿No que tenías problemas estomacales? Si vas a tomar, al menos vuelve a casa pronto y abrígate. El viento frío te hará peor…
No le invitó a pasar.
-¿Dónde están Juan y Simón? -preguntó, sintiendo desconfianza.
-No… no lo sé–Alejandro balbuceó, encogiéndose de hombros.
De pronto, se puso tenso.
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Capitulo 671
—¡Luciana, lo siento! ¡Préstame tu baño! -exclamó con urgencia.
Con paso tambaleante, dio un largo zancazo, se quitó los zapatos de cualquier manera y se encerró en el baño.
-¡Ugh…!
Luciana lo siguió y lo encontró inclinado sobre el inodoro, devolviendo todo el licor que había ingerido. El olor que se esparcía por el reducido espacio era fuerte y desagradable. Aun así, ella mantuvo la calma y fue por una toalla y un vaso para enjuagarse la boca.
Cuando Alejandro terminó de vomitar, se dirigió al lavabo, se lavó la cara y se enjuagó los dientes.
-Toma… Luciana le ofreció el enjuague bucal.
-Gracias–respondió él con voz apagada y un matiz de vergüenza. Tras usarlos, alzó la vista, algo inseguro-. Luciana, ¿estás harta de mí?
-¿Eh? -Ella se quedó pasmada-. ¿Por qué piensas eso?
En cambio, él parecía cada vez más afligido, frunciendo el labio como un niño que se siente rechazado.
-¿Acaso no quieres cuidarme? ¿Ni darme una toalla o el vaso para enjuagarme?
Disculpa?-Luciana abrió la boca, sorprendida-. Pero si justo te ayudé con todo eso…
-¿Ah, sí? – Parecía no creerle. Tal vez era culpa del alcohol, pero tenía los ojos húmedos y las pestañas mojadas –. Sigues sin tratarme bien… nada bien.
–
¿Qué? Luciana se quedó sin palabras. ¿No la dejaba en ridículo decirle que ella no estaba obligada a tratarlo bien? Estaba demasiado borracho como para razonar.
-De acuerdo, ya estás muy ebrio y es bastante tarde. ¿Por qué no regresas a tu casa y descansas? Mañana podemos hablar con calma.
-¡Lo ves! ¡Te fastidio! -se quejó con un mohín todavía más dolido.
-No es cierto.
-Pues demuéstramelo -reclamó, fingiendo debilidad mientras se tapaba el estómago con la mano-. Me siento mal… ¿no puedes tratarme un poquito mejor? Solo un poquito…
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Capitulo 672
Capítulo 672
