Capítulo 675
Se encontró en medio del silencio de su habitación. No había Alejandro por ningún lado. Había soñado que él la besaba. ¿Por qué? ¿Cómo podía ser tan… ridículo? Ni siquiera en su época de recién casados se había atrevido a soñar algo tan embarazoso.
Más tarde, cuando Martina pasó por el departamento a recoger unas cosas, Luciana le contó lo ocurrido.
-Vaya… -Martina soltó una carcajada. Luciana, ¿será que ya te surgió la chispa del amor?
-¿Qué tontería dices? -Luciana negó entre risas. Para nada.
-¿En serio?-Martina la miró con picardía-. No lo veo mal. Al fin y al cabo, es tu esposo y no hay nada ilegal en sentir algo por él.
-No digas disparates. -Luciana la reprendió-. Sabes de sobra cómo están las cosas entre nosotros… -Precisamente. -Martina dejó de bromear y la miró con seriedad-. Si aún lo quieres, ¿por qué no volver a intentarlo? ¿Qué importa que alguna vez haya amado a Mónica? ¡Gánatelo de vuelta! ¿Por qué vas a cederlo así como así?
Las palabras de Martina la dejaron perpleja. ¿De verdad podia pensarse de esa manera?
¿Acaso siento tanto por él? -murmuró Luciana, sin saber si realmente estaba dispuesta a pelear por Alejandro. Sentía simpatía, cariño, algo… pero ¿tanto como para rivalizar con alguien más?
Martina cerró la maleta y le lanzó una mirada de fastidio.
-Si no lo quisieras tanto, no habrías conseguido cita con Tomás para atender su salud, ni tendrías sueños besándolo, ¿no crees?
-¡Basta! -Luciana, abochornada, se apresuró a taparle la boca-. ¡Te pasas con ese comentario!
-Ja, ja… -Martina soltó una carcajada—. Lo digo por tu bien. Escucha: si no te interesa él, terminar con esto es totalmente razonable. Pero si estás desechándolo solo por orgullo, temiendo a Mónica, entonces eres muy tonta.
-¿Ya acabaste? -soltó Luciana, fastidiada.
Martina se encogió de hombros.
-Te digo esto porque creo que, en el fondo, sí te importa Alejandro. No lo dejes ir sin más. Después no querrás arrepentirte si un día de verdad se cansa de intentar.
Finalmente, cerró la maleta y la levantó.
-Me voy, que mi hermano me está esperando abajo.
La familia Hernández estaba pasando un mal momento; la madre de Martina se había enfermado y ella planeaba regresar a casa por unos días para cuidarla.
–Sí. Luciana la acompañó hasta la puerta-. Llámame cuando llegues y, en cuanto pueda, iré a ver a tu mamá.
Martina sonrió- . A mi madre le encantan las mandarinas; tráele unas cuantas cuando vengas.
Perfecto.
Lo tengo presente.
Al día siguiente, a eso de las tres de la tarde, Luciana regreso a su apartamento desde el hospital universitario
+25 BONUS
Capitulo 675
UCM. Tenía una cita con Alejandro, quien llegó puntualmente a las cuatro. Cuando se encontraron, él se comportó como si la incómoda conversación de días atrás no hubiera sucedido.
Aquella vez no llevó chofer: solo eran ellos dos, y él mismo ba al volante.
-Pásame la dirección para poner el GPS.
No hace falta–respondió Luciana-. Conduce, que yo te floy indicaciones. Tomás vive cerca, en los dormitorios del personal de la UCM.
No estaba muy lejos: en la parte trasera del campus. Antes, el recinto universitario y la zona residencial estaban conectados, pero con la ampliación construyeron un muro que las separó. Era solo dar un pequeño rodeo de unos minutos.
Tomás Gutiérrez provenía de una familia de médicos tradicionales. Era muy reconocido en su campo, y pedir consulta con él no resultaba sencillo. Si iban a su casa, era porque existía una relación cercana. Había sido profesor de Luciana durante un tiempo y, de hecho, le propuso convertirse en su discípula. Luciana se lo pensó, aunque al final optó por la cirugía. Pese a ello, el cariño maestro–alumna continuaba. Fue Tomás quien enseñó a Luciana técnicas de acupuntura y masajes propios de la medicina tradicional.
En la zona de dormitorios no se permitían autos externos, así que dejaron el coche fuera y caminaron. Alejandro rodeó el brazo de Luciana con el suyo, adentrándose en la comunidad.
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