Capítulo 678
Capítulo 678
Él se quedó callado un instante, pensando en que aquello seguía por un largo camino. No obstante, con una docilidad poco habitual, contestó:
–Perfecto, “me encanta“.
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Tras una semana de hospitalización, los indicadores de Pedro eran estables y, como donante, tenía luz verde para irse a casa. Con cuidado y buena alimentación, en medio año debería recuperarse completamente. La presencia de Balma en su vida también contribuía a que no fuese un gran problema.
Ese mismo día, Alejandro había pasado por el departamente de Luciana para tomar su dosis de medicina. Juntos fueron al hospital a arreglar el papeleo y luego llevaron a Pedro de vuelta a Estancia Bosque del Verano.
En el camino de regreso, Alejandro mencionó:
-Luciana, por la tarde debo viajar a Reeton.
De inmediato, ella pensó en el tratamiento:
-¿Y cómo harás con la medicina? –La terapia con hierbas no debía interrumpirse, o de lo contrario se perderían
los avances.
-¿Qué puedo hacer? -Él se encogió de hombros. Tendre que dejarlo. Es trabajo, no puedo postergarlo.
-¿Dejarlo? ¡De ninguna manera! -respondió Luciana con el ceño fruncido-. ¿A qué hora sales?
-Alrededor de las tres -dijo él tras pensar un momento.
-¿Y cuándo regresas?
Con suerte, mañana en la noche; si no, pasado mañana.
Luciana ya tenía un plan en mente:
-Cuando vayas a salir, ¿podrías pasar antes por mi casa? Osi no, dile a Simón que se acerque.
Antes de que él preguntara, se explicó:
-Hablaré con mi compañera Gabriela para ver si en la farmacia pueden prepararte varias raciones de la medicina. Ya sabes que no es tan ideal como cocinarlo en casa, pero en tu caso no hay de otra. Le pediré que la deje lista para que te la lleves.
Alejandro se limitó a escuchar, con una creciente sonrisa que no podía disimular:
-Veo que te preocupa mucho… mi estómago.
Era casi como confesar que se preocupaba por él.
La cara de Luciana se tiñó de una ligera vergüenza, como si hubiesen descubierto lo que pensaba.
—
Yo… solo… Ni siquiera lograba hilar bien las palabras Bueno, si no te interesa, no pasa nada. Así no me complico…
—
-Sí me interesa, claro que sí. -Alejandro cambió el tono a uno más conciliador-. Échame una mano, por favor. Yo sé que es un fastidio, pero… ¿puedes hacerlo por mí otra vez?
-Hablas como si recitaras un trabalenguas. Luciana solto una risa, sin poder contenerse.
Capitulo 678
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Hacía tiempo que Alejandro no la vefa reír así; por un instante sintió un calor agradable en el pecho. Por dentro, se preguntaba si eso significaba que Luciana estaba aflojando poco a poco. No quiso presionarla, prefería mantener esa esperanza callada.
Al llegar al departamento de ella, Luciana contactó a su anilga. Como ya le habían surtido la receta de Tomás, no costaba tanto que se la prepararan. Gabriela prometió tener varias bolsas listas en poco tiempo. Antes de las tres, Luciana pasó por la farmacia y volvió con la medicina ya hervida y empaquetada.
Casi a las tres en punto, Alejandro llegó, Luciana le entregó la bolsa y le explicó:
-Calienta las porciones con agua caliente o en el microondas antes de tomarlas, ¿sí?
– De acuerdo.
-Y recuerda beberla en ayunas y a su hora. No se te ocurra saltarte ninguna dosis.
-Lo haré aseguró con una sonrisa amplia.
Ella, sin embargo, seguía preocupada:
-Si quieres, te puedo mandar un mensaje para recordártelo. Además, procura comer bien y descansar bastante.
La sonrisa de Alejandro se ensanchó tanto que casi llegaba a sus oídos:
-Claro… sí. Esperaré tus mensajes para no olvidarlo.
Luciana puso los ojos en blanco, fingiendo molestia:
-¿No puedes ser más responsable? En fin, ya se hace tarde mejor vete.
-Está bien. -Él se dirigía a la puerta, pero antes de salir murmuró-: Apenas regrese, vendré a verte.
Luciana no respondió y cerró la puerta detrás de él. Volvió a su habitación con un ligero rubor en las mejillas, murmurando:
-¿A verme? ¿Para qué?
Reanudó su camino, pero de pronto un velo oscuro se apoderó de su visión. No era la primera vez que le pasaba algo así, pero en esta ocasión parecía diferente…
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