Capítulo 68
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-¡Grita! ordenó Alejandro, sintiendo un leve calor en las mejillas.
Luciana abrió la boca en silencio, incapaz de emitir sonido.
-¡Rápido! -la apuró Alejandro-. ¿No eres una novata, verdad? ¿No sabes cómo hacerlo?
Una presión incómoda invadió su pecho al decir eso. Luciana no tuvo más remedio que abrir la boca y soltar un tímido:
-Ah, ah…
Alejandro quedó estupefacto.
-¿Qué clase de grito es ese? ¿No recuerdas cómo gritabas cuando… lo hacíamos?
<<¿No fue lo suficientemente intenso? ¡Tuviste hasta desgarros de tercer grado!»>
-Yo…
-Olvídalo -Alejandro la miró con ojos oscuros y dijo-. ¿No acabas de decir que harías lo que yo necesitara?
—Sí —Luciana asintió, algo insegura-, pero ¿qué vas a hacer? Ah…
Antes de que pudiera terminar la frase, Alejandro bajó la cabeza. Un gemido suave escapó de la garganta de Luciana. Alejandro había enterrado su rostro en el hueco de su cuello, ¡y la estaba besando!
-Mm, ah… —Luciana sintió un sacudón en el corazón y se quedó completamente inmóvil. El sonido que acababa de salir de su boca la aterrorizó. ¿Era realmente ella? ¡¿Cómo podía hacer un ruido tan vergonzoso?!
Ese gemido despertó algo en Alejandro.
-¿No que tenías experiencia? Apenas te estoy besando y ya estás así…
-Tú… —Luciana estaba entre la vergüenza y la rabia, tratando de apartarlo.
-¡No te muevas! -Alejandro le sujetó las manos, advirtiéndole en voz baja-. El abuelo todavía está afuera. Tranquila, solo te estoy besando. Si hubieras gritado bien desde el principio, ¿crees que tendría que hacer esto?
Luciana se quedó asombrada. ¿Hablaba como si realmente estuviera sacrificándose?
Los besos continuaron cayendo. El aire entre ellos se llenaba de su aroma, Esa fragancia… Alejandro se sintió momentáneamente distraído. Una fragancia suave, que extrañamente lo
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Capítulo 68
relajaba. Pero lo más inquietante era… ¿por qué le resultaba tan familiar? La sensación era tan intensa que comenzaba a desorientarlo.
-¡Oye! -susurró Luciana-, ¿Ya terminaste? Me está doliendo.
Alejandro volvió en sí, sorprendido de cuánto le costaba dejarla ir.
¡Tch! Luciana se cubrió el cuello, visiblemente molesta.
-¿Me mordiste?
–Déjame ver -Alejandro apartó su mano, revelando dos marcas rojas en su pálido cuello.
-Ejem -tosió Alejandro, tratando de disimular-. Sí, te mordí un par de veces. ¿Quién te manda no cooperar y moverte tanto?
Luciana lo fulminó con la mirada, pero guardó silencio.
-¿Ya se fue el abuelo?
-Sí–asintió Alejandro.
Luciana suspiró aliviada.
-Entonces, ve a bañarte rápido. Terminas y luego me baño yo. Ya es tarde y estoy muy cansada.
Alejandro la observó, entrecerrando los ojos. ¿Acaso no había sentido nada con esos besos? ¿ Sería que los hombres con los que había estado antes eran demasiado buenos? Claro, alguien que le causó desgarros, ¿cómo no iba a ser impresionante? De repente, un malestar comenzó a formarse dentro de él, pero enseguida se asustó por lo que estaba pensando. ¿Acaso se estaba volviendo loco? ¿Por qué se sentía molesto?
Finalmente, Luciana fue la primera en ir a bañarse. Alejandro, aún inquieto, sacó su teléfono y marcó un número.
Jacobo respondió al otro lado:
-Distinguido señor Alejandro Guzmán, ¿en qué puedo servirle?
Alejandro, sin ganas de bromear, fue directo al grano:
-Si de repente te da por querer besar a alguien, ¿cuál es la razón?
-¡No jodas! -Jacobo quedó sorprendido. ¿Por qué te haces el inocente ahora? Si quieres besarla, es porque te gusta, jobvio!
-¿Gustar? -Alejandro frunció el ceño, sintiendo una presión en el pecho.
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Jacobo continuó:
-Claro, puede ser que te guste su apariencia o su personalidad, depende de lo que te atraiga más–Luego, con tono curioso, preguntó-: ¿Es tu esposa o la otra?
Alejandro colgó el teléfono sin responder, pero ahora se sentía aún más inquieto. ¿Qué era lo que le atraía de Luciana? ¿Era su aspecto físico o algo más profundo? ¿Realmente le gustaba?