Capítulo 682
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Cuando regresó a su apartamento, decidió tomar una siesta Se acomodó sobre la cama, puso un cojín suave a la altura de sus pies para aliviar la hinchazón y, como no había dormido bien la noche anterior, cayó rendida. Despertó ya entrada la tarde, sintiéndose mucho mejor.
Corrió las cortinas y vio de nuevo la nieve cayendo. Fue entonces que sonó su teléfono: era Alejandro.
-Luciana.
-Mmm…-respondió ella, aún con voz adormilada.
-Por cómo suenas, ¿estabas durmiendo?
Sí, justo me levanté.
Con ese tono dulce, Luciana parecía una nifia al despertar. Alejandro rió por lo bajo.
-¿Qué hacías?
-Nada, en realidad. Estoy libre, mirando por la ventana. Está nevando otra vez… me dieron ganas de salir a jugar con la nieve, hacer un muñeco….
¡Ni lo sueñes! —la interrumpió él de inmediato, con un deje de seriedad-. Hace mucho frío, ¿qué tal si te resfrías?
-Pero… Luciana titubeó, sintiéndose un poco culpable. Solo lo decía por decir…
-Ni se te ocurra insistió él, como si temiera que fuera capaz de lanzarse a la nieve-. Mejor piensa en algo rico para comer, o en una serie bonita. Y si te antoja algo, me avisas.
Luciana no pudo contener una risa: parecía que él también estaba al tanto de las tendencias de streaming. De pronto, recordó su “sueño primaveral” (aquel que la sonrojaba). Decidió provocarlo un poco.
-Ay… es que, fuera de la nieve, nada más me llama la atención.
Alejandro guardó silencio unos segundos.
-…Bueno, supongo que no insisto. Por ahora es mejor que descanse tu mente.
-Sí, sí, descuida.
Luego de colgar, Luciana rió para sus adentros imaginando la cara de él. ¿Se habría puesto serio o molesto?
Se metió al baño a lavar la cara, y justo después sonó el timbre. Creyó que sería la entrega habitual de comida a domicilio. Sin Simón, otras personas habían estado viniendo. Pero al abrir la puerta, se llevó una sorpresa.
Era Alejandro. Tenía los hombros cubiertos de nieve, y sus cabellos ligeramente húmedos por el clima.
-¿Volviste ya? -murmuró ella, sorprendida. Seguramente, cuando hablaron por teléfono, él ya estaba por llegar.
–
-Luciana… -Él sostenía con una mano un recipiente de comida y, con la otra, un bulto envuelto en una manta
gruesa.
La ntirada de ella cayó en ese paquete.
-¿Eso qué es?
-Algo bueno. La observó con una mezcla de reto y diversión-. Hay quien me planteó un desafío pensando que no podría solucionarlo. ¿Crees que no soy capaz?
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Capítulo 682
-¿Qué estás diciendo?—Ella no entendia, frunciendo el ceno.
-Venga, déjame entrar. Alejandro tomó su mano y la condujo al interior. Depositó todo sobre la mesa, pero siguió sosteniendo ese misterioso bulto.
-¿Tiene algo adentro? -preguntó Luciana, intrigada.
Exacto. El mostró una sonrisa ancha-, Mira.
Desdobló la manta y Luciana quedó boquiabierta antes de taparse la boca con ambas manos, entre asombrada y emocionada.
¡Dentro había un muñeco de nieve!
Media unos 20 centímetros de alto. Su cuerpo rechoncho carecía de rasgos en la cara, pero eso no le restaba
ternura.
-Toma. -El le sujetó la mano-. Tócalo… con las dos manos, si quieres.
-¡Si!-Luciana alzó las manos, sujetando con delicadeza el muñeco. Notó el frescor helado sobre la piel, algo cómodo en aquella habitación con calefacción.
-¡Qué lindo! -exclamó, admirándolo-. ¿De dónde lo sacaste?
-¿Cómo que de dónde? -Alejandro le dio un toque cariñoso en la nariz-. Lo acabo de hacer yo… Cuando venía camino acá, alguien me comenta que quería jugar con la nieve, así que bajé de nuevo y me entretuve un rato. Ya ves por qué me tardé tanto.
Se puso de pie.
-Voy a usar el baño. Tú diviértete con él, pero no te entretengas demasiado.
-…De acuerdo. -Luciana asintió con una sonrisa, aunque por dentro sentía una punzada nostálgica. Ella solo había comentado al pasar que le apetecía hacer un muñeco de nieve, y él se había esforzado por cumplirle el antojo.
A lo largo de su vida, solo hubo dos personas dispuestas a conceder sus deseos incondicionalmente. El primero fue Fernando… y ahora, él. Fernando se había perdido de su historia. ¿Y Alejandro… cuál sería su lugar?