Capítulo 689
Su voz sonaba tenue y el gesto sombrío. El adivinó que estaba molesta. Al final de cuentas, Mónica aún era el mayor obstáculo entre ellos.
Hace tiempo que Alejandro le había contado todo a Luciana se lo había prometido… le había dicho que para él, su historia con Mónica era cosa del pasado. Pero entendía que las palabras no bastaban; solo sus actos podrían confirmarlo.
Sin decir más, rodeó con los dedos la mano de Luciana.
-¿De verdad quieres que me vaya?
Ella alzó la mirada, con una mueca que buscaba parecer divertida.
-¿Y si te digo que no? ¿Te quedarías?
-Te hice una pregunta primero -replicó, intentando salir airoso con un simple juego de palabras-. Mejor respóndeme tú primero.
Luciana se quedó en silencio, sintiéndose acorralada. Hasta hace poco, su actitud ante la relación era distante; podía decir lo que quisiera sin sentirse comprometida. Pero ahora, había decidido darle una oportunidad a esa historia. Cuando dos personas están juntas, hay mucho más que ponderar.
Mirándolo con franqueza, reconoció que, visto desde la perspectiva de Alejandro, él debía irse. Ni siquiera por un asunto de “viejos afectos“, sino por una cuestión de responsabilidad. Mónica había quedado con quemaduras graves a raíz de un suceso que involucraba a Alejandro. Y en su momento, el día que Mónica se quemó, Luciana consideró terminar todo con él porque no quería embarcarse en una ruta incierta.
Ahora, todo era distinto.
Luciana acarició inconscientemente su vientre, mordiendo ligeramente su labio.
-No lo sé -admitió al final. No podía decir una frase de cortesía que no sintiera.
-Huele un tufo tremendo a celos–bromeó Alejandro, acercándose a olfatearla, fingiendo un olisqueo teatral.
-¡Fuera! -saltó ella, indignada.
Alejandro, con una risa ligera, volvió a tomarla de la mano:
-Ya no discutamos. Vámonos.
-¿A dónde? -preguntó Luciana, desconcertada cuando él se puso de pie y tiró de ella.
-Al hospital–contestó, alzando ambas manos para tomar los abrigos. Yo no puedo quedarme sin ir, y tú no te quedas tranquila si voy solo. Así que… vamos juntos.
¡Oye…! —Luciana quiso objetar, pero Alejandro se limitó a rodearla con el brazo y llevarla hacia la puerta.
En el trayecto, Luciana seguía sin verlo claro.
-No es buena idea que vaya. Sabes que ella y yo no coincidimos bien, es como si tuviéramos un choque de energías.
–Tienes que venir–la interrumpió Alejandro, sin soltarla y su mirada transmitía resolución-. Te lo prometí: no volveré a verla a solas. Cuando tenga que ir, vendrás conmigo. Pero prométeme que no habrá discusiones, ¿vale?
¿No verla a solas nunca más?–
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Capitulo 689
+25 BONUS
El corazón de Luciana dio un vuelco. No tuvo tiempo de procesarlo antes de que él la ayudara a bajar del auto.
En el área de quemaduras del hospital, desde el pasillo se ofa una voz aguda gritar:
-¡Lárguense de aquí!
Sonaban golpes de metal, cristal rompiéndose y un caos que ponía los nervios de punta a cualquiera.
-Señorita Soler, necesitamos cambiarle las vendas.
-¡No quiero! -exclamó Mónica, con la mirada encendida de furia-. ¡Les dije que se largaran! ¿No entienden? ¡ Fuera de una vez!
Al no encontrar más cosas que tirar, agarró una almohada y se la lanzó a la cabeza de una de las enfermeras.
—¡Lárguense!
Las enfermeras, hartas de insistir, decidieron retirarse.
-Pero qué carácter… se cree Dios mismo.
Baja la voz… ¿No ves que es la “mujer” del señor Guzmán?
-Uff, ese tal señor Guzmán también tiene lo suyo, ¿qué le ve a esta mujer?
-Bueno, son tal para cual.
-Cuando un hombre le es infiel a su esposa, de nada sirve que la mujer sea linda o no. ¡El tema es que a él le encanta andar de su cuenta! 4