Capítulo 69
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A la mañana siguiente, durante el desayuno, Miguel se veía radiante. De vez en cuando, echaba un vistazo a las marcas rojas en el cuello de Luciana y sonreía con satisfacción.
-Luci, come más, te lo mereces–le dijo, luego advirtió a Alejandro-: No te pases, recuerda que Luci está embarazada.
Alejandro y Luciana se miraron, pero ninguno dijo nada.
Después del desayuno, salieron juntos de la casa Guzmán. Alejandro la llevó de regreso a la residencia de la UCM.
-¿No trabajas hoy?
—Sí, pero tengo turno de noche, no tengo que ir al hospital durante el día -respondió Luciana mientras se ponía la mochila al hombro.
Alejandro miró el edificio con desdén.
-Esta residencia está en muy mal estado.
No era la primera vez que lo decía, pero Luciana no le dio importancia. Abrió la puerta del coche y bajó.
-Sí, está bastante deteriorada. Gracias por traerme.
***
Durante ese tiempo, Alejandro había estado ocupado con el Proyecto Lago Escondido. Finalmente, todo estaba listo y el proyecto estaba a punto de arrancar.
Cuando invitó a Alberto a la fiesta de inauguración, este mencionó:
-Mi salvadora, Luciana, ¿también estará presente, verdad?
Alejandro ya lo había previsto y respondió:
-Por supuesto, Luciana y yo estaremos esperando su llegada.
-Perfecto, perfecto.
Al hacer un recuento, Alejandro se dio cuenta de que hacía varios días que no veía a Luciana. Tomó su teléfono y la llamó.
-¿Hola?
Esa voz suave y dulce, como siempre, era muy agradable de escuchar, Alejandro deslizó un
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Capítulo 69
dedo sobre sus labios.
-Este fin de semana es la fiesta de inauguración del Proyecto Lago Escondido. Alberto pidió verte específicamente, ¿puedes venir?
Luciana no tenía opción:
-Claro que sí.
-Bien–Satisfecho, Alejandro preguntó-: ¿Tienes ropa adecuada para la ocasión?
-Sí, tengo…
Pero antes de que pudiera terminar, él la interrumpió:
-¿Tienes qué? ¿Ese vestido que te regalaron? Olvídalo, yo me encargo de que te preparen algo.
-Está bien.
Después de colgar, Alejandro dio instrucciones a Sergio para que se encargara del asunto.
Que sea lo mejor, y nada de coincidencias con la ropa de los demás.
Sergio sonrió.
-Primo, no te preocupes. Señorita Soler estará en el centro de atención de toda la fiesta.
El día de la fiesta, Sergio le entregó a Alejandro una enorme caja de regalo.
Alejandro la abrió y asintió, satisfecho.
-Muy bien.
-Por supuesto -dijo Sergio con una sonrisa-. El vestido estaba a medio terminar, pero pagando un extra, el diseñador trabajó horas extras para terminarlo y enviarlo a tiempo. Por suerte, no hubo retrasos.
Y añadió:
-La señorita Soler se verá increíble con él, le va a encantar…
Alejandro miró a Sergio con una sonrisa enigmática.
-¿Quién dijo que era para ella?
¿Ah? Sergio se quedó atónito.
-¿No es para señorita Soler? Entonces, ¿para quién es…?
-Nunca dije que fuera para ella -respondió Alejandro, mirando su reloj y levantándose-. Es
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hora de ir a recogerla.
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Gracias a la influencia de Alejandro, la familia Herrera también recibió un subproyecto dentro del Proyecto Lago Escondido. Por eso, estaban en la lista de invitados a la fiesta.
Para ellos, era la primera vez que asistían a un evento de este calibre. Antes de esto, se habían dedicado a pequeños negocios que les permitían vivir cómodamente, pero estaban lejos de ser considerados parte de la alta sociedad.
Mientras los meseros los guiaban hacia el salón de banquetes, Clara no pudo evitar comentar con asombro:
-Vaya, mira todo esto… algún día todo será de nuestra hija.
Ricardo suspiró.
-Lo que no sé es cuándo harán pública su relación.
-¿Por qué dices esas cosas en un día tan especial? -Clara fulminó a su esposo con la mirada
–. ¡Alejandro y Mónica están muy bien juntos!
–
-Sí, es cierto -Mónica sonrió suavemente, sin mostrar ni orgullo ni prisa-. Papá, no te preocupes por eso. Ahora, voy a ver a Alex, ustedes pueden pasear un rato.
-Claro, ve rápido -Clara le hizo señas para que se fuera.
Mónica se dirigió entonces a la sala de descanso de Alejandro. En la puerta, Juan hacía guardia. Sabiendo que ella era la novia de Alejandro, no la detuvo.
-Señorita Soler, Alex salió, no está aquí en este momento.
-No importa -Mónica sonrió-. Lo esperaré adentro.
-Adelante.
Al entrar, Mónica notó de inmediato una enorme caja de regalo sobre la mesa.
-¿Qué es esto? Qué caja tan grande… -murmuró mientras levantaba la tapa-. ¡Wow! -Sus ojos se iluminaron al ver lo que había dentro-. ¡Qué vestido tan hermoso!
Mónica mordió su labio inferior, sintiendo una dulzura que la envolvía como miel. Aunque hacía unos días Alejandro ya la había llevado a elegir un vestido para la ocasión, aquí estaba otro, aún más refinado y elegante que el que llevaba puesto.
-Alex, de verdad… este vestido ya es precioso, y aún así se tomó la molestia y gastó más en otro… -Mónica extendió la mano, pensando en sacar el vestido para ponérselo. Pero, de repente, se detuvo a pensar-. Mejor no, Alex no me ha dicho nada, debe ser una sorpresa. No
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quiero arruinar su buen gesto.
Cerró la tapa de la caja. Esperaría a que Alejandro se lo diera en persona. Al fin y al cabo, el vestido era para ella, no había necesidad de apresurarse.
***
En la puerta lateral, Alejandro sostenía su teléfono y preguntó:
-¿Por qué aún no has llegado?
Al otro lado de la línea, Luciana respondió:
-Estoy por llegar, este lugar es un poco complicado de encontrar, y el conductor nunca había venido aquí.
-¡Tch! -Alejandro frunció el ceño-. Te dije que te mandaría a alguien a recogerte, ¿por qué no aceptaste?
-Ya no insistas, ya casi llego. ¡Nos vemos pronto, adiós! -Luciana colgó de inmediato, sintiendo fastidio por tanto regaño.
El coche se detuvo en la entrada de Lago Escondido, y Luciana bajó, pagando al conductor.
-Gracias, buen día.
Apenas había dado unos pasos cuando escuchó que alguien la llamaba por detrás.
-¡Luciana!
Luciana se gíró al oír su nombre. Al cruzar miradas, sonrió y asintió.
-Eres tú. 2
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