Capítulo 70
Fernando le devolvió la sonrisa con amabilidad.
-Sí, soy yo. -Señalando hacia el interior, preguntó-: ¿También vienes a la fiesta? -Había un tono de curiosidad en su voz; no entendía por qué Luciana estaría en un evento de este tipo.
-Sí. Luciana sonrió y dio una explicación vaga-. Fue casualidad, resulta que alguna vez salvé al dueño de Lago Escondido.
-¿El señor Alberto Delgado?
Luciana asintió.
—Sí, podría decirse que fue uno de mis pacientes.
-Ya veo.
Después de intercambiar algunas palabras más, el teléfono de Luciana sonó; era Alejandro, probablemente para apresurarla. No contestó la llamada y, en cambio, saludó a Fernando con
un gesto.
-Me están llamando, debo irme. ¡Nos vemos!
-Ve con cuidado.
Sin
esperar que Fernando dijera algo más, Luciana corrió hacia la puerta lateral. Fernando la observó mientras se alejaba, sin poder ocultar su desilusión, y murmuró:
-Luci, nos vemos luego.
***
Al llegar al lado sur de la entrada, Luciana estaba sin aliento, pero solo encontró a Sergio.
-¡Lo siento, llegué tarde!
Sergio sonrió.
-No te preocupes, Alex tuvo que atender a los invitados, así que se fue primero. Yo te llevaré a cambiarte.
-Está bien, gracias.
Cuando llegaron a la sala de descanso, Mónica ya se había ido al no encontrar a Alejandro.
Sergio señaló la caja de regalo sobre la mesa.
-Este es el vestido que Alex te preparó.
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-Ah, ok. -Luciana abrió la caja y quedó impresionada-. Qué vestido tan lujoso.
-Por supuesto. -Sergio, recordando el esfuerzo que Alejandro había puesto, añadió-: Alex lo encargó especialmente del extranjero, hecho a mano, es único.
Luciana se quedó atónita. ¿Realmente había sido tan generoso?
-Cámbiate, yo te esperaré afuera. -Sergio no dijo más y salió de la sala.
Ya era tarde, así que Luciana no tuvo tiempo para pensar demasiado. Se cambió rápidamente y luego siguió a Sergio hacia el salón de banquetes.
Alejandro estaba acompañando a Alberto cuando Sergio guio a Luciana hasta ellos.
—¡Luciana! ¡Qué alegría verte! -Alberto la saludó con una sonrisa afectuosa.
-Señor Delgado. -Luciana le devolvió el saludo, inclinando ligeramente la cabeza.
Alejandro se giró y tomó suavemente la mano de Luciana.
—Luciana sigue siendo una estudiante, así que llegó un poco tarde. Señor Delgado, le pido disculpas.
Al verlos juntos, formaban una pareja tan atractiva y armoniosa que Alberto los miraba con creciente aprecio. A medida que hablaban de negocios, Alberto parecía más dispuesto a facilitar las cosas, influenciado por la presencia de Luciana. Mientras ellos discutían, Luciana, sin mucho que aportar, se distrajo al ver la zona de comida, sintiendo un fuerte antojo. Alejandro notó su expresión y, disculpándose con Alberto, dijo:
—Luciana tiene hambre, la dejaré que coma algo y luego volverá para seguir conversando.
-Por supuesto, que vaya a comer. -Alberto hizo un gesto con la mano.
-Gracias, nos vemos en un rato. —Luciana, feliz de tener la excusa, levantó ligeramente su vestido y se dirigió directamente a la zona de comida. Tomó un plato y comenzó a escoger lo que quería.
-Luciana.
Al levantar la vista, vio que era Fernando.
-¿Vienes a comer algo?
Luciana sonrió con naturalidad.
-Sí, todo aquí es tan caro que tengo que aprovechar para comer lo más que pueda.
Fernando, viendo su entusiasmo, no pudo evitar mirarla con ternura.
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Capítulo 70
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-La verdad es que yo podría comprarte lo que quisieras. -Fernando murmuró en voz baja-. Lo que te antoje, cuando sea.
-¿Qué dijiste?-Luciana levantó la mirada hacia él-. No te escuché.
-No es nada. -Fernando sonrió y sacudió la cabeza-. Voy por una bebida, ¿quieres que te traiga algo?
-Oh, gracias. Me gustaría leche caliente.
-Claro.
Luciana, con el plato lleno en las manos, apenas se dio la vuelta cuando se topó con Mónica.
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