Capítulo 700
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Aunque habían quedado en que Clara y Mónica no estarían ese día, jahí estaban las dos!
Luciana frunció el ceño de inmediato. Para colmo, notó que algo pasaba. Ricardo estaba recostado en la cama con muy mala cara, claramente molesto; Clara lucía nerviosa y cuidaba cada uno de sus gestos; mientras que Mónica trataba de calmarlo.
–Papá, por favor, no te alteres. Acabas de salir de una cirugía y el médico advirtió que no debes exaltarte -dijo Mónica con voz conciliadora.
-Sí, es cierto agregó Clara, aunque con un tono bastante indiferente.
-¡Hm!-Ricardo soltó un bufido y clavó la mirada en Clar. ¿Que no debo alterarme? ¿Tienes miedo de que me muera? ¡Pues a mí me da la impresión de que estás deseando que pase!
-¡Yo no he dicho eso!
-¿No? Entonces explícame por qué falta dinero en la cuenta. ¿Adónde fue a parar? -Cada vez se veía más alterado –. Me operaron, estuve en cuidados intensivos, ¡y resulta que mi esposa, aprovechando mi estado, se llevó plata de la casa sin decir a dónde fue a parar! Clara, ¿qué demonios tramas?
Yo? ¡No estoy tramando nada! —Clara se exaltó en cuanto escuchó la acusación. ¡Cuidado con lo que dices, Ricardo! Esta casa, ¿no es también mía? ¿O ya no puedo disponer de un poco de dinero para mis gastos?
-Tú… tú…
Ricardo se llevó una mano a la zona operada, con un gesto de dolor.
-¡Papá! -exclamó Mónica, detectando lo delicado del momento. ¡Mamá, por favor, no sigas! Papá, cálmate, ya hablaremos con calma.
-Váyanse ordenó Ricardo, señalando la puerta-. En cualquier momento llegan Luciana y Pedro.
-Tienes razón Mónica haló a su madre del brazo-. Mamá, vámonos.
-¡Ja! -Clara soltó una risa sarcástica-. ¡Pues sí, me voy! Crees que me interesa quedarme aquí?
-Tú… masculló Ricardo.
-Mamá…-susurró Mónica, apurada por salir.
Madre e hija abandonaron la habitación. Clara, muy ofendida, no podía contener su rabia.
-¡Tu padre solo piensa en esos dos hijos que tuvo con Lucy! ¡En esos dos desgraciados! -soltó, fuera de sí.
Mónica estaba a punto de responderle algo, pero en ese momento vio a Luciana en el pasillo y le dio un pequeño tirón a su mamá..
Mamá, no hables así. Recuerda que nosotras acordamos esto desde antes.
-¿Hmm? –Clara levantó una ceja al percatarse de la mirada de Luciana.
Pero a Luciana no le interesaban sus asuntos familiares y las encaró sin rodeos:
-¿Por qué están aquí? ¿No habíamos acordado que no coincidiríamos hoy?
-¡Maldita mocosá…! – amenazó Clara, dispuesta a armar un escándalo.
¡Mamá! —Mónica la detuvo antes de que siguiera—. Vámonos. Todavía tengo que continuar con mi
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Capítulo 700
tratamiento. ¿No crees que ya es suficiente por hoy?
Clara miró a su hija y, a regañadientes, contuvo el impulso de responder.
-Está bien. Haré lo que dices.
Mientras madre e hija se alejaban, alcanzaron a escuchar la voz suave de Luciana al teléfono:
-Sí, ya pueden subir a Pedro.
Mónica frunció ligeramente el ceño: ¿por qué sentía que Luciana, de pronto, era diferente de como la recordaba?
En la habitación, Luciana se plantó frente a Ricardo junto a Pedro.
-Luciana… Pedro…
Ricardo apenas pronunció sus nombres y ya tenía los ojos llenos de lágrimas.
-Tío… -Pedro notó su expresión y pensó que tal vez sentia dolor-. ¿Le duele algo?
-No, para nada -respondió Ricardo con la voz temblorosa, sonriéndole conmovido-. Gracias a ti, Pedro, no me duele nada. Me siento mucho mejor.
Y no mentía. La compatibilidad entre padre e hijo había sido muy alta, y hasta ese momento no había mostrado ninguna señal de rechazo a la operación.
-Tío, no tiene que agradecerme -dijo Pedro con timidez. Era un joven con ciertas limitaciones para expresarse, así que haber logrado decir eso ya era un gran paso.
-Pedro–intervino Luciana, pasando la mano por los cabellos del muchacho-. Ve al sofá y lee un rato; quiero hablar con Ricardo a solas.
-Claro, hermana.
El chico obedeció, libro en mano. Luciana miró a Ricardo con seriedad antes de decir:
-Probablemente esta sea la última vez que Pedro venga a verte.