Una sensación de vertigo y dicha lo envolvió de pies a cabeza. Era la primera vez que Luciana tomaba la iniciativa de esa manera. ¿Cómo iba él a defraudatla? Se dejó llevar, correspondió y profundizó el beso.
Cuando por fin Luciana sintió un leve dolot en sus labios, lo empujó con una qureja:
Oye, con cuidado! ¿Eres un perrito o qué?
–¿No fuiste tú la que empezó? -replicó él, apoyando su frente contra la de ella, mientras la conducía unos pasos hacia adentro, Mira que atrevida: ¿quién te dio permiso de besarme? Esas cosas me tocan a mí, jentendiste? Luciana lo miró con fastidio fingido. Si, había sido ella la primera en besarlo, pero él se había adueñado de todo en segundos.
-Bueno, ya lo hice. ¿Qué piensas hacer al respecto?
Los labios de Luciana, aún sonrosados e hinchados por el beso, se curvaron en un mohín juguetón. Esa expresión era un flechazo directo al corazón de Alejandro, que la adoraba más con cada segundo. Sin embargo, él se plantó con aire solemne.
-A ver, lo pensaré… -musitó con fingido encono-. Creo que si me repites lo que me dijiste al final de la llamada ayer, lo dejaré pasar.
-¿Lo de ayer?-Luciana enrojeció de golpe. Recordó sus palabras, se contuvo de reír y fingió hacerse la tonta. Eh… te referirás a cuando dije que todo era mentira, ¿no?
Alejandro le pasó la mano por la cintura, apretándola un poco, y ella soltó un leve quejido.
-¿Ves? Sabía que estabas de payasa. ¡Habla en serio! Sabes lo que quiero escuchar.
-Jeje… claro que sí.
Entre risas suaves, Luciana rodeó su cuello con los brazos. Sus ojos, brillantes, se clavaron en él.
-Alejandro… te extraño. De verdad, te extraño. Mmm…
Esta vez, fue él quien tomó la iniciativa de besarla y la pasión los envolvió aún más que antes.
Aun abrazándola, caminó con paso firme hacia la habitación de la pequeña residencia. Cuando llegaron, la acomodó sobre la cama y, tomándole la mano, le ordenó:
-Abrázame.
-No… Luciana opuso resistencia.
-¿Otra vez que no? -Alejandro arrugó el ceño con gesto de quien se siente injustamente rechazado-. ¿Tan mal estuve la otra vez?
Claro que no. -Ella apoyó las palmas contra su pecho y señaló la ventana-. Pero respóndeme algo primero, y si fallas, no te dejo besarme.
-Está bien, prepusta.
Por cómo hablaba, se notaba que Alejandro estaba impaciente.
¿No que me habías bajado la luna? Entonces, explícamelo ¿qué es eso tan blanco que hay ahora mismo en el cielo?
Terminó la frase con un brillo pícaro en los ojos. En esos momentos, el cielo despejado de Muonio dejaba ver una
+25 BONUS
Capitulo 203
luna enorme.
Alejandro se quedó de una pieza y luego soltó una risa suave.
-¿De veras no lo entiendes? Después de arrancarla, volvió crecer, ¿no es lógico?
-¿Eh?-Luciana se quedó pasmada-. ¿Crees que la luna es como… el pasto?
-¿“Eh“? Nada. Ya te respondí. Con esa excusa, él volvió besarla sin perder ni un segundo.
Para Alejandro, lo principal era aprovechar que llevaban días sin verse, así que deseaba disfrutar cada segundo de tenerla cerca.
Más tarde, salió de la ducha para quitarse el cansancio del viaje, y se acercó con un vaso de agua y unas pastillas que sacó de un cajón.
-Toma. -Le ofreció los medicamentos.
-Está bien. —Luciana se sentía tan relajada que dejó que él la atendiera sin oponer resistencia. (1)
Eran los fármacos que la doctora Alondra había recetado, carísimos por cierto. Había dicho que su efectividad variaba según la persona.
Alejandro le acarició la mejilla.
-¿Cómo te has sentido estos días?
-Bastante bien. -Desde que se enteró de su problema, Luciana había sido muy cuidadosa-. No he vuelto a tener esos episodios de “no poder ver“.
-Me alegra -él exhaló aliviado-. Parece que estas medicinas sí están haciendo efecto.
-Sí… ahora a dormir.
Alejandro se tumbó a su lado y la abrazó.
¿Ya puedo dormir aquí?
Luciana se quedó en silencio. Al ver que no respondía, Alejandro se pegó aún más a ella.
-No me importa lo que digas, hoy duermo contigo. Es muy tarde y no pienso moverme.
La idea de pedirle que se fuera, siendo que ya habían tenido tanta cercanía, le pareció absurda. Luciana se volteó para quedar cara a cara con él.
-Es que… Ja cama es un poco pequeña. 2
Así era. Cuando Ricardo remodeló ese departamento, lo preparó como para una joven soltera, así que la cama solo medía metro y medio.
Al oírla, Alejandro supo que en realidad lo estaba aceptando y se recostó de nuevo sobre ella. -Hoy nos acomodamos. Mañana mando cambiar la cama. O mejor vienes conmigo a casa?
Capitulo 704
