Capítulo 704
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Allá tenían espacio de sobra, pues su dormitorio era más grande que todo ese apartamento. Pero Luciana dudó; no quería mudarse. Estaba en “periodo de prueba” con Alejandro y no deseaba dar un paso tan grande, solo para después arrepentirse y tener que trasladarse de nuevo.
Alejandro lo comprendió y le dio un beso en la frente.
-Tal vez me estoy apresurando. De acuerdo, cambiaré la cama y listo. ¿SI?
-Bueno… -musitó ella, algo insegura.
-Muy bien, a descansar. -La atrajo hacia sí, satisfecho- para que te lleve a casa.
Ya estás en mis brazos, así que es cuestión de tiempo
Iba a apagar la televisión cuando vio la imagen congelada en la pantalla: el rostro del protagonista de esa telenovela que Luciana estaba mirando. Se puso serio y la llamó:
-Luciana…
-¿Qué pasa? -Ella lo miró sin entender.
-Vaya… -resopló-. Con razón estabas tan apurada por colgarme el teléfono. ¡Estabas viendo a un “buen mozo‘ en la tele!
—Ah… —Luciana recordó que había pausado justo en un primer plano del guapísimo actor-. Jaja… ups. -¡Con que así es! -Alejandro fingió molestia-. Está bien, vas a ver… ¡te voy a besar hasta que te canses!
***
Acordaron verse al día siguiente a mediodía para escoger una cama nueva. Cuando llegó la hora, Simón pasó por Luciana y la llevó al centro comercial GD, propiedad de Grupo Guzmán. Ella llegó con tiempo de sobra y se metió a unà cafetería para comprar algo mientras esperaba a Alejandro.
No te apures, tómate tu tiempo -dice Luciana por teléfono, mientras da una mordida a un pequeño pastelito –. Hoy tengo todo el día libre.
Apenas colgó, escuchó un golpecito suave en el cristal de la ventana. Al voltear, vio a Fernando.
-¡Fernando! -Luciana sonrió, con ese gesto dulce que iluminaba su rostro.
Fernando entró desde la calle.
-Luciana, cuánto tiempo sin vernos.
-Sí, se siente como si hubiera pasado un siglo.
En realidad, no había transcurrido tanto, pero cada reencuentro les resultaba extraño, como si los días se hubieran alargado por completo.
-¿Estás sola?
Alejandro llega en un rato – Luciana contestó con serenidad-. Ya no estoy trabajando, así que tengo tiempo de sobra para descansar.
Fernando reparó en su vientre, notablemente crecido.
-Me parece muy bien. Es justo que descanses ahora.
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Capitulo 704
-Tú… Luciana vaciló ¿Cómo has estado?
Aunque sonara como pregunta de compromiso, ella de verdad se preocupaba por él.
Fernando esbozó una sonrisa tranquila.
He estado bien.
-Me alegra mucho escuchar eso–musitó Luciana, bajando la mirada.
Se generó un silencio extraño, como si no supieram qué más decir. Ella tomó su celular, dispuesta a pedirle algo de
tomar:
-¿Te antoja algo?
-No, gracias–rehusó él-. Tengo pendiente otro asunto, solo pasaba por aquí y quise saludarte.
Ya estaba levantándose,
—Luciana… —-se despidió inclinando un poco la cabeza–Si necesitas algo, lo que sea, puedes contar conmigo. Para mí siempre serás mi mejor amiga. Haré lo que sea por ayudarte.
Otra vez, esas palabras: “haré lo que sea“. Dos veces en pocos días había alguien que le ofrecía incondicionalidad absoluta.
-Gracias -replicó Luciana, con un nudo en la garganta.
-No hay de qué.
Fernando se giró y salió. Caminó unos metros, justo cuando Alejandro llegaba. Este alcanzó a ver la silueta de Fernando alejándose y frunció el ceño. “¿Ese tipo se encontró con Luciana?” pensó.
Desde el interior, Luciana notó la llegada de Alejandro, tomo su bolso y salió a su encuentro.
-¿Llegaste?
-Sí. —Alejandro rodeó su cintura con un brazo, y con la otra mano le levantó el mentón para besarla en cuanto estuvieron cerca.
Fernando, que no había avanzado mucho, sintió un impulso inexplicable de voltear. Al verlos besándose en la puerta, su mirada se oscureció ligeramente. Con la mano derecha rozó la muñeca izquierda, y dejó escapar una sonrisa casi imperceptible…
Más tarde, tras elegir la cama y el juego de sábanas, todo quedó instalado esa misma noche. Cuando Alejandro regresó, se encontró la recámara totalmente cambiada.
-Esto está muy bien–comentó él, satisfecho.
-Tsk… -bufó Luciana con algo de desdén-. No sé qué tiene de bueno.
Después de todo, la recámara era pequeña y una cama de dos metros treinta ocupaba casi todo el espacio. D
***
El sol ya estaba bastante alto, y en Muonio se disfrutaba de un inusual día soleado de invierno. Sin embargo, en la habitación de hospital de Ricardo, estallaba un alboroto que parecía capaz de arrancar el techo de cuajo… 1
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Capitulo 705