Capítulo 709
Durante un rato, Luciana conversó con él, y Fernando se mostró extrañamente tranquilo, casí como si no tuviera nada. Parecía una reunión cotidiana de dos amigos que se reencuentran. Sin embargo, cuanto más normal lo veía, más le dolía a Luciana el pecho.
Tras revisar la hora, Luciana se levantó.
-Fernando, debo irme.
El vacilo un instante y luego asintió con una sonrisa tenue.
-Está bien. ¿Te acompaño?
-No hace falta respondió, intentando sonar animada–Simón me espera en la entrada. Tú descansa, ¿sí?
-De acuerdo, entonces no te acompaño.
-Cuidate mucho.
Saliendo de la casa de la familia Domínguez, Luciana sintió un peso tremendo en el corazón. Apenas avanzó unos pasos cuando Victoria la alcanzó, respirando entrecortada:
Luciana, por favor, espera!
Ella se detuvo y se volvió a mirarla.
-Señora Domínguez.
Con los ojos enrojecidos, Victoria le tomó la mano en un gesto humilde.
-Sé que mi petición es muy atrevida… pero, como madre, te lo suplico: ¿podrías venir de vez en cuando a ver a Fernando?
Al notar la vacilación de Luciana, se apresuró a agregar:
-No quiero que hagas nada especial. Sé que lo que sucedió antes fue mi culpa. Solo pido que, como su amiga, hables un rato con él. Necesita conversar.
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Luciana guardó silencio mientras Victoria continuaba, casi entre sollozos:
-Tú lo viste. Con solo escucharte, Fernando se calma.
Apretó con fuerza la mano de Luciana y le dio unas palmaditas cariñosas.
Por favor. Fernando está muy enfermo.
El estado de Fernando era evidente, y el corazón de Luciana dolía ante esa súplica. Sin embargo, no le dio una respuesta inmediata, porque sentía que no podía decidir sola. 2
Al llegar a la salida, subió al auto con el ceño fruncido.
-Simón, ¿Alejandro sigue en el hospital?
-Así es, cuñada.
-Bien, entonces vamos para allá en lugar de ir a mi departamento.
Luciana quería hablar con Alejandro sobre la petición de Victoria. La situación de Fernando le conmovía demasiado
… incluso si solo fueran amigos, le era imposible permanecer indiferente.
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Capitulo 209
Entendido.
+25 BONUS
Mientras tanto, en el hospital, las cosas no pintaban bien. La consulta con los especialistas había terminado. Alejandro les pidió que salieran, pero Mónica los detuvo.
No, esperen. Quiero saber los resultados aqui, frente a m
Mónica… –Alejandro frunció el ceño, preocupado.
Temía que si la noticia era mala, ella no pudiera soportarlo
-Alex–dijo Mónica con una leve sonrisa. Soy la paciente, ¿no? Tengo derecho a saber qué tan grave es mi caso. Quiero oftlo directamente de los médicos.
Miró a los expertos.
-Doctores, por favor, díganmelo todo confranqueza.
Ellos se miraron entre sí, sin atreverse a hablar sin la venia de Alejandro. Ella notó la indecisión.
-Alex, dales permiso. Sin tu señal, no se atreven a decir nada.
Ya con eso, estaba claro que el pronóstico no era alentador. De lo contrario, no habrían dudado tanto. Sintiendo que ya no valía la pena ocultarlo, Alejandro asintió hacia los especialistas.
-Está bien, adelante.
-De acuerdo, señor Guzmán.
El grupo de especialistas se puso de acuerdo para designar a un portavoz.
-Señorita Soler, no se angustie demasiado. Las quemaduras se pueden tratar. Pero, por desgracia, la terapia que le dieron antes fue muy conservadora…
Lo siguiente marcó un antes y un después:
-La probabilidad de que queden cicatrices es de más del 80%. Más adelante se podría recurrir a la cirugía plástica para disminuir la marca en el rostro. Pero eliminarla por completo es muy complicado. Lo mismo aplica para las otras zonas del cuerpo donde usted desee realizarse procedimientos.
Dicho esto, el silencio se apoderó de la habitación. Alejandro levantó la mano, indicando a los médicos que se retiraran. Ellos salieron con cautela, cerrando la puerta tras de sí.
En cuanto se encontraron solos, Mónica, con los ojos llenos de lágrimas, se volvió hacia Alejandro.
-Entonces, ¿no tengo remedio?
-Mónica… -Susurró él, sin saber cómo consolarla. 8)